Afortunadamente, el ministro de Ciencia e Innovación Pedro Duque se ha adelantado al debate de los presupuestos del próximo año y ha defendido el impulso de la Ciencia y la Innovación como uno de los ejes para superar la crisis sanitaria y económica que estamos viviendo. Cada una en diferentes fases, pero las dos teñidas de negros augurios: la primera por la incertidumbre de un rebrote; la segunda, por los efectos de la paralización de muchos sectores y su innegable impacto. En este sentido, tranquilizan las palabras del ministro que aseguró que “no podemos repetir los errores de la anterior crisis y reducir la inversión en I+D+i”.
“Uno de los inconvenientes de la vida real es que rara vez ofrece una historia completa”, escribió el prolífico escritor británico Somerset Maugham para abrir uno de sus pequeños relatos. Es lógico, pero nos pone sobre aviso de las cosas que pueden ocurrir y, en consecuencia, debemos llamar la atención sobre el tema para que finalmente lo que tenga que suceder, suceda. En este caso, evitar la disminución de los presupuestos destinados a innovación, tanto el sector público, que ahora es el que nos ocupa, como en el sector privado.
En estas semanas transcurridas desde la puesta en marcha del “estado de alarma” y el confinamiento la eclosión de información sobre esfuerzos para combatir el COVID-19 ha sido brutal y extraordinario. En esta web hemos seguido los que muchas instituciones han hecho para catalizar ideas que deriven en diversos tipos de soluciones.
He hablado de innovación abierta e inteligencia colectiva como temas globales a tener en cuenta en la búsqueda e implantación de soluciones. En ambos casos siempre está presente la colaboración público-privada o el encuentro de personas e instituciones de diverso tipo; hemos hablado de los que son capaces de hacer las pymes y de que pasados dos meses del citado confinamiento hay que poner en marcha soluciones.
Hemos hablado de cómo la sostenibilidad es uno de los motores de la innovación y, en general, de la necesidad de innovaciones. El consejero de Innovación de la Comunidad de Madrid, Eduardo Sicilia, lo resumía no hace mucho en una frase muy sencilla, cuando presentó a los elegidos del extraordinario Hackathon que organizó la Comunidad en semanas pasadas: “resolver juntos un problema de todos”.
Y de eso se hablado esta semana pasada que ha tenido, junto a las declaraciones del ministro, otro acto esencial como lo fue la presentación del Informe Cotec 2020, eje esencial en el seguimiento de la innovación que se hace en España, editado por la Fundación Cotec, centro donde se acumula, por cierto, una buena parte de la sabiduría innovadora que produce España.
No sabemos lo que va a suceder, pero sí que sabemos que, por encima de todo, la salida a la crisis económica y sanitaria depende de la innovación, por eso lo decimos. Los finales de las historias reales no están escritas pero solo se llega al mejor si lo decimos y exigimos. No habrá soluciones fuera de la innovación y no habrá innovación si no hay inversión en proyectos. Correr el riesgo de que algunos proyectos no lleguen a salir es mucho mejor que rebajar las inversiones. Tanto a nivel de Estado como de empresa.
P.S. El relato de William Somerset Maugham que cito está dentro de su libro 'Creatures of Circumstance', en su título original. No tiene nada que ver con el tema que nos ocupa, pero es una curiosa parábola sobre cómo se manejan determinadas situaciones. Por cierto, en la traducción que se hizo en una edición de 1948, que es la que tengo, el relato corto se llama 'La joven romántica' y se desarrolla en España. El primer párrafo del libro comienza con la frase que he citado y termina “cuando uno había perdido la esperanza…”.