Los datos son la nueva mina de oro para la innovación. Y a esa máxima no escapa ningún ámbito… tampoco el sanitario. Por eso, cada vez es más habitual escuchar proyectos en este sentido bajo la filosofía de que, en las próximas décadas, la medicina puede cambiar por completo; más incluso de lo que lo ha hecho hasta ahora desde sus orígenes. Uno de los firmes defensores de esta idea en Europa es Pekka Sivonen. Este emprendedor ha sido nombrado mejor empresario del año en su país tres veces, antes de convertirse, desde hace un año, en el director de la Agenda Digital del Gobierno de Finlandia.
Este país nórdico ya ha digitalizado el 98% de los historiales médicos. Toda una declaración de intenciones por parte de Sivonen, quien apuesta por utilizar el Big Data y los superordenadores en el ámbito médico, ya que esto permitirá a los médicos ver más allá, ser más certeros con sus diagnósticos y, por lo tanto, mejorar la salud y calidad de vida de los pacientes.
En alguna ocasión has comentado que la medicina cambiará en los próximos 20 años más de lo que lo ha hecho en los últimos 2000…
El impacto de una serie de factores hará que esto ocurra. Lo primero es la gran cantidad de datos relacionados con el ámbito sanitario se dobla cada siete meses, o incluso en menos, y cada año se publican 750.000 papers. Es decir, el conocimiento que se tiene sobre la salud y la medicina está explotando y la única forma que tendrán los médicos de estar al día en sus conocimientos es empezar a usar la tecnología.
Además, tenemos una revolución similar en la genómica, en la biomedicina, donde se obtienen datos más precisos. Por ejemplo, de cada análisis de sangre, se pueden obtener cuatro biomarcadores. Pero ahora hay una tecnología desarrollada en Finlandia por la que, con la misma cantidad de sangre, se pueden obtener 230 biomarcadores distintos. Incluso, gracias a una sola muestra, se podrán detectar enfermedades que la gente puede heredar.
Es decir, están pasando muchas cosas al mismo tiempo, y todas ellas combinadas, pueden desencadenar este desarrollo tan rápido de la ciencia médica.
Estás presentando un ambicioso programa para transformar el sistema de salud finlandés. ¿Cuáles son los puntos más importantes del proyecto?
La digitalización es democracia. Se trata de distribuir la salud de una forma democrática, con los mismos niveles de calidad en todo un país como Finlandia, del tamaño de California, y con 5,5 millones de habitantes.
Es muy difícil prestar el mismo nivel de calidad de la salud, de una forma democrática, por los condicionantes físicos. Para eso se necesitan las tecnologías digitales y su potencial para que, incluso a las zonas más rurales y remotas, lleguen los mejores médicos. Por eso apostamos por esto en muchos aspectos, no sólo por ahorrar costes, sino también para ofrecer una mejor sanidad.
¿Podría ponerse en práctica, este innovador proyecto en otros países como por ejemplo España?
Absolutamente. No estamos desarrollando esta idea sólo para nosotros. Finlandia quiere ser un ‘laboratorio’ con 5,6 genotipos para testar estas tecologías y hemos venido para decirle al mundo que las pruebe con nosotros. Finlandia cree realmente en abrir la innovación para acelerar el proceso conectando nuestras propuestas con otras ideas, sin importar de dónde vengan. Creemos que, como europeos debemos actuar y trabajar juntos para dar respuesta a los principales desafíos en relación a la salud.
¿Y qué respuesta esperas desde España? Porque a veces parece un país un poco receloso con respecto a este tipo de innovaciones
Es algo universal, creo que se da en todos sitios y tiene que ver con los conocimientos que tiene la gente. No sabemos cómo será el futuro de la atención sanitaria y cómo, por ejemplo, los datos personales serán protegidos y usados sólo para un buen fin. Pero las tecnologías ya están ahí y hay sistemas para garantizar que estos datos estarán a salvo.
¿En su opinión, cómo está España en cuanto a innovación en el sistema de salud? Me refiero, sobre todo, en lo que concierne al uso de nuevas tecnologías punteras en la medicina, como la inteligencia artificial.
Creo que todos los países tienen margen para mejorar en relación a cómo innovan. Realmente necesitamos abrir y profundizar en el servicio de salud y ofrecerla de un modo innovador. No hay que restringirse, quizás, a determinados tipos de soluciones que vienen de algunas multinacionales, pero debemos dejar que salga la innovación y así también se crearán puestos de trabajo y más prosperidad.
Volviendo a su programa, ¿cómo puede ayudar a los pacientes y al sistema de salud y cuáles son sus efectos positivos?
La salud debe ser el principal objetivo de este proyecto. El 40% de los diagnósticos que se hacen son erróneos, parece casi como si se tirara una moneda… Algo va mal: con la moneda tienes un 50% de opciones de acertar y así tenemos un 40 de probabilidades de que el diagnóstico sea bueno.
Por ejemplo, si tuviera cáncer, me gustaría saber qué hubiera sucedido si antes del diagnóstico, el médico supiera qué ha pasado con otros 300.000 casos similares. Basándose en los síntomas y los diagnósticos de sus casos precedentes, podría contrastar y tener la ayuda de una segunda opinión. Seguramente tendría, manejando los datos de estos otros casos similares, el 94% de posibilidades de que el diagnóstico fuera el correcto.
Estoy plenamente convencido de que la atención sanitaria será mucho mejor si empezamos a usar inteligencia aumentada. Además, el 80% de la gente que se sienta delante de un doctor, necesita algo más que ver un médico, lo cual es realmente sorprendente… Nadie se preocupa de estas colas en nuestro sistema de salud y usando algoritmos inteligentes podemos organizar mejor a la gente que si los pacientes se registran solos a través del smartphone, el ordenador o la tablet. Estos algoritmos podrán saber qué te pasa, cómo te sientes y los síntomas, la información necesaria para saber en qué punto está el paciente.
También se habla mucho del nuevo papel del paciente de la mano de las nuevas tecnologías. ¿Cuál será a partir de ahora?
En el pasado, un paciente solía ser un espectador, que observaba lo que pasaba con su salud; el doctor estaba al mando. Pero en el futuro serán los jugadores de este juego, actuando de forma proactiva con responsabilidad sobre su bienestar, salud, nutrición, etc. Y el rol del doctor será casi como el de un coach de la salud.
Ya hay de hecho ejemplos de ello. Hay algo básicamente erróneo en el sistema de salud en muchos países como los nuestros. Los médicos y el sistema de salud solo actúan con consultas, operaciones, etc. pero deberían estar incentivados para mantenerles sanos: prevención. Así el paciente toma responsabilidad y conciencia sobre su salud, lo que es bueno para él y lo que no lo es.
Las nuevas tecnologías pueden ayudarnos a realizar las observaciones necesarias. Por ejemplo, observar la calidad del sueño con un sistema de monitorización que envía los datos al móvil. Eso indica, con un diagrama cada mañana, cómo duermo y cómo me afecta lo que hago. Una vez que sabes cómo afectan estas cosas a tu salud, esto cambia la mentalidad de cómo piensas al respecto.
Entonces, cambia el rol de los pacientes, pero también el de los doctores…
Por supuesto. He estado visitando una clínica en EEUU de atención primaria, responsable de 3.500 personas, por lo que sirve como muestra. Y antes de una consulta con el doctor, que suele durar 15 minutos, tienes cita con tu ‘life coach’ durante 45 minutos, para chequear tu historial médico. De esta forma, cuando llegas a ver al doctor, casi puedes saber mejor que él cuál es tu estado de salud y ahí es donde el rol del médico se transforma en un coach de la salud. Eso te da otro ánimo para ir a la consulta y el proceso es más colaborativo, no como ir a ver a una especie de juez que te dicta una sentencia.
Cuando hablamos de nuevas tecnologías, solemos mirar hacia los EEUU. Pero tú mantienes que la principal innovación en el ámbito de la salud viene desde Europa.
Si combinas el efecto de los países nórdicos, te encuentras mucha gente con un enorme talento en el ámbito de la salud. Somos los que más invertimos per cápita en investigación sanitaria. De aquí es de donde viene. Hay 110 grandes farmacéuticas en esta área y hasta ahora no se le ha sacado provecho desde el punto de vista del marketing. Pero ahora estamos cambiando esto, nos estamos plantando delante de los países europeos para que vean que es algo de lo que deberían sacar provecho… Estamos orgullosos de eso.
¿Pero por qué EEUU no está al frente de esta innovación en el ámbito de la salud? Porque tienen más dinero…
El dinero un obstáculo en este caso, porque hay mucho. No le interesa a nadie, salvo a un puñado de startups, cambiar el sistema porque esto podría reducir las ganancias de quienes controlan ahora el mercado. Si echas un vistazo a cómo está organizado el sistema de salud, más del 50% de los hospitales están en manos de las compañías de seguros. ¿Quieren menos dinero del sistema? Lo dudo. El lobby político en EEUU es enorme y no podemos anticipar que el gran cambio, la disrupción, venga de ellos. Eso no va a pasar porque hay demasiado dinero en juego, no les interesa cambiar eso. Pero podemos hacerlo y es lo que estamos haciendo. Creo que tenemos un buen escenario en Europa, pero para eso tenemos que actuar juntos para afrontar los grandes retos y problemas del futuro de la atención sanitaria.