A sus 70 años, Gale Sorel ha perdido el miedo a la tecnología. Esta antigua profesora de inglés y cantante profesional es ahora estudiante de Senior Planet, un centro tecnológico para personas mayores. El “deseo” y la “necesidad de estar conectada con el mundo” es lo que la motiva a acudir a este espacio ubicado en Nueva York, Estados Unidos.
“Toda la música de hoy está digitalizada. Ahora puedo descargarla con confianza”, añade Sorel. Si ella ha adquirido seguridad en este centro, Robert F. O’Neil, de 71 años, exgerente de una importante institución financiera en Wall Street, ha podido vivir una vida de retiro productiva, donde “interactuar con personas” y “mantenerse en contacto con nuevos desarrollos en informática y redes sociales”. Allí ha aprendido a utilizar el ordenador, el Ipad y el Iphone.
El creador de este centro es Tom Kamber, un emprendedor, educador y activista de 53 años. De acuerdo con Kamber, estas personas, que tienen en promedio 74 años, acuden motivadas a aprender a usar tecnología.
Su interés por ayudarlas surgió hace 15 años, cuando trabajaba como voluntario enseñando a una mujer de 70 a usar el internet. Poco tiempo después creó la organización Older Adults Technology Services (servicios tecnológicos para adultos mayores, OATS).
OATS abrió el primer centro de Senior Planet en 2013. Hoy existen cuatro sedes (dos en Nueva York, uno en Denver y otro en Palo Alto), con un total de 26 cursos gratuitos, impartidos en cinco idiomas, en donde los mayores aprenden, entre otras cosas, a conectarse a internet, a mandar e-mails o a utilizar el portátil.
En estos centros, que se mantienen con donaciones públicas y privadas, nunca es tarde para emprender. “El 20 % de nuestras clases giran en torno a las finanzas. Tenemos una clase que se llama money matters (el dinero importa) donde aprenden a ahorrar y a hacer presupuestos”, afirma Kamber, quien añade que tienen otra clase para aprender a crear una startup. De estos cursos han surgido todo tipo de proyectos. Hay un señor que vende sombreros, una mujer que vende cuadros, otra que vende tarjetas de felicitación u otra que vende ropa.
Senior Planet es un lugar donde se celebra envejecer, “donde puedes ser mayor y sentirte bien con ello”, subraya Kamber. Un espacio en donde pueden hacer amigos, sentirse cómodos con su edad, y en donde no dejan de aprender. Como O’Neil, quien destaca que ha aprendido que “no sabía tanto como pensaba”. “La sociedad tiene ideas negativas sobre la edad. Envejecer es algo nuevo, antes la gente moría a los 45 años”, opina Kamber.
“No siento que ese reflejo sea el mío. Yo me siento más joven”, le dijo una mujer cuando se observó en el reflejo de una ventana, de camino al centro. Mientras que allá afuera se siente invisible, en el centro “se siente ella misma”, allí ser mayor no importa realmente, según él.
Allí las personas pueden desarrollar los proyectos que siempre han querido, para los que no habían tenido tiempo, ya sea por trabajo o por cuidar a alguien más. “Uno quería ser escritor, cuando llegó aquí hizo una obra y ahora es escritor de teatro”, relata Kamber. Y es que “ahora tienen tiempo para ellos mismos”.
Próxima parada: España
A estos centros Kamber planea sumar entre cinco y seis más en Estados Unidos, en los próximos cuatro años, así como uno en España. Luis Castillo, delegado de OATS en la península, asegura que el objetivo de la organización es abrir uno en Madrid, como muy tarde a lo largo del segundo trimestre de 2020. Después de este, su idea es abrir otros en diferentes capitales españolas, así como en ámbitos rurales, donde considera que son “particularmente necesarios”.
En España, el quinto país de Europa con más personas mayores de 65 años (8,8 millones en 2017), la brecha digital en personas mayores también es importante. Según datos del INE, el 23 % de las personas mayores de 74 años ha utilizado internet en los últimos tres meses, pero solo un 12 % utiliza a diario el internet.
Castillo señala que, pese a que la brecha tecnológica en los mayores se ha reducido en los últimos años, hace falta impulsar más esta transformación digital y hacer cada vez más de las personas mayores unos verdaderos “ciudadanos digitales”.