Luke Saldanha y Pepe Biaggio son dos albatros. Como estas aves, capaces de dar varias veces la vuelta al mundo a lo largo de su vida, no temieron abandonar su hábitat natural. Pink Albatross empezó a gestarse cuando los caminos de ambos se cruzaron de manera fortuita en 2017. Biaggio ya había dejado el mundo de las finanzas y Saldanha estaba a punto de hacerlo. En el caso del primero, buscaba darle forma de proyecto a la resolución de un problema personal: su hija sufría numerosas intolerancias alimenticias. En los postres –donde abundan la leche, el huevo, la nata o el gluten- es aún más complejo dar con una alternativa de garantías.
Luke Saldanha, por su parte, es vegetariano desde hace 30 años, y se pasó a la dieta vegana en 2015, tras mudarse a Estados Unidos y quedar impresionado ante la oferta, la calidad y la accesibilidad de los productos plant based en tiendas y restaurantes. La bombilla que pretende reinventar la manera de consumir helados se encendió entonces. “Si pones estos productos a alcance de la gente con una buena oferta y a un precio lógico, el cambio llega de manera natural”, explica Saldanha a Innovaspain. “Hay muchas razones para optar por una dieta plant based. Por ejemplo, la ONU afirma que los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible se ven impactados por nuestra forma de alimentarnos”.
Cada vez que volvía a España de vacaciones, Luke Saldanha constataba que la oferta de productos veganos apenas crecía, mientras que la demanda no cesaba de incrementarse. “Era una demanda latente. Existía un espacio muy claro en el mercado”. Biaggio y Saldanha pasaron meses analizando la competencia y las opciones de éxito para un helado diferencial. En diciembre de 2018 Pink Albatross era una realidad. “El objetivo principal pasaba por crear un producto saludable y de calidad que pudiera ser consumido por cualquiera. Esta intención está por encima de su carácter vegano”, detalla Luke Saldanha.
Lograr desmarcarse del resto de helados plant based no fue tarea fácil. En la intensidad del sabor o en la textura cremosa de la marca está implicada una cuidada selección de ingredientes y no escatimar con los proveedores. El I+D de Pink Albatros arranca en la cocina neoyorkina de Saldanha. “Estudié decenas de libros sobre ciencia de la alimentación. Son pocos los protagonizados por los helados plant based, así que tuvimos que entender la función de cada uno de los ingredientes de un helado común sustituyendo la versión animal por la vegetal”.
Después de cientos de pruebas a pequeña escala lograron algo más que razonable. A la hora de escalar la producción, se aliaron con una universidad canadiense al resultar infructuosa la búsqueda en España de un socio técnico. “Pink Albatross empieza en casa y es mejorado y optimizado en el laboratorio”, resume Saldanha. “Hay mucha materia gris detrás: estudios, análisis de alérgenos y posibles bacterias, de materia prima, cambios de envase, etc”.
La decisión del nombre, alejado de la moda actual que opta por la brevedad, es resultado de tres días de encierro. “El albatros es testarudo y rebelde como nosotros. Pink encierra connotaciones de felicidad en la expresión inglesa ‘as in pink cheeks’, para referirse a alguien con aspecto alegre y saludable. Queríamos un nombre que fuera recordado con facilidad”, añade Luke Saldanha.
Pink Albatross ha abierto una ronda de financiación por 1,2 millones de euros. El plan es llegar a otros mercados, desarrollar nuevos productos (sabores y formatos) y ampliar el equipo. El cierre de la ronda, de la que ya está comprometido el 50 % del importe, tendrá lugar a finales de septiembre. A los inversores actuales se han sumado algunos referentes del sector agroalimentario. Es el caso del fondo de capital riesgo Transfer Agrifood y su apuesta por el food tech español, como ya demostrara apoyando a la startup de carne vegetal Heura.
“Nuestra visión y misión de empresa es generar impacto, y es imposible conseguirlo con un equipo reducido u operando solo en España. La ambición es ir más lejos y facilitarle la vida al consumidor con un producto bueno para su salud y la del planeta desde miles de puntos de venta”. Además de la venta online en Madrid capital, Pink Albatross está disponible en supermercados como Casa Atmeller, Sánchez Romero (cadena adquirida recientemente por El Corte Inglés) o Spar en Santa Cruz de Tenerife. Ahora quieren multiplicar ese alcance.
“El mejor feed back en todos ellos es la constante demanda de stock. También es posible encontrar los helados de Pink Albatross en tiendas bio y especializadas, donde hablamos directamente con los propietarios, quienes estiman que de cada 10 helados que venden, entre 5 y 9 son de nuestra marca”, asegura Saldanha. “En este canal, sólo el mes pasado facturamos lo mismo que en todo 2020”.
Aún escasea información sobre el conjunto del mercado plant based, pero en Pink Albatross consideran algunos indicadores significativos. Uno de ellos atiende al consumo de leches vegetales, un sector que crece a un ritmo imparable, y que en España alcanza cuotas del 15-20 % del total de leche vendida. “Para despertar al consumidor ha tenido que llegar una buena oferta, igual que sucede con las hamburguesas vegetales. Recuerdo que los primeros “veggie packies” que compraba sabían a cartón. Hoy, la carne vegetal es rechaza por algunos vegetarianos, por su excesivo parecido a la carne animal”.
Además del potencial de España, Pink Albatros confía en la madurez y la facilidad logística de otros mercados como Alemania, Holanda o Reino Unido. “Un 10 % de los británicos son vegetarianos. Su tradición se remota a los años 70, cuando empezaron a sufrir el problema de las vacas locas”. En otros países, como Portugal, los cambios estructurales tendrán un efecto tractor. “Todos los restaurantes ubicados en dependencias gubernamentales han de incorporar una opción vegana”, explica Luke Saldanha.
Más adelante, prevén dar el salto fuera de la UE. “Preferimos ir paso a paso. Pensar bien qué hacer y la manera más rentable de llevarlo a cabo. El mercado de los helados plant based crece y queremos que Pink Albatross sea de los primeros en marcar el estándar de lo que debe ser un buen helado vegano. El recorrido previo nos da ventaja”.
Tampoco descartan abrir un local propio que funcione como laboratorio urbano en el que testear in situ las reacciones del consumidor ante nuevos sabores y productos. “Es el camino habitual en Estados Unidos. Nosotros hemos preferido empezar a la inversa, pero sería un buen escaparate para acortar tiempos a la hora de lanzar nuevos helados. Cuando lo hagamos, será de la mano de un partner solvente que conozca el terreno y los timing”, concluye Saldanha