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Las 12 pioneras españolas "de la ciencia y de la vida" que vuelven para reivindicar su legado

En “Tras las huellas de científicas españolas del XX” (Next Door Publishers) las profesoras e investigadoras del Grupo Genciana, Isabel Delgado, María José Barral y Carmen Magallón, relatan la contribución profesional y social de 12 pioneras de la ciencia en el primer tercio del siglo XX
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De izquierda a derecha Carmen Magallón, Isabel Delgado y María José Barral. (Imagen: Fundación Telefónica)

“Hemos seleccionado 12, pero fueron muchas más”. En “Tras las huellas de científicas españolas del XX” (Next Door Publishers) las profesoras e investigadoras del Grupo Genciana (Universidad de Zaragoza) Isabel Delgado, María José Barral y Carmen Magallón cruzan ciencia y vida para acercarnos a las pioneras españolas de la medicina, la física, la pedagogía, la química o la psicología. Mujeres importantes en el arranque del siglo XX, pero que después cayeron en el olvido.  

Trinidad Arroyo, Elisa Soriano, Elisa Fernández de la Vega, Jimena Fernández de la Vega, Felisa Martín, Margarita Comas, Jenara Vicenta Arnal, Josefa Barba Gosé, Concepción Aleixandre, Dolores Cebrián, Regina Lago, María Soriano. Nacidas entre 1862 y 1904, estas investigadoras vivieron monarquías, repúblicas, dictaduras y una guerra. Siete se quedaron en España y cuatro se marcharon rumbo al exilio tras la Guerra Civil. Elisa Fernández de la Vega murió en 1933.

“En Genciana hacemos una persecución detectivesca de las huellas de estas científicas, pero teníamos pendiente ir más allá de los congresos y las publicaciones especializadas”. Bióloga y doctora en Medicina, profesora de Secundaria (1985-2000), Isabel Delgado recordaba hace unos días en un acto de presentación organizado en el Espacio Fundación Telefónica que la semilla del libro fue sembrada hace seis años. “En esta selección atendemos a la trayectoria profesional de las 12 mujeres, pero también a su diversidad geográfica o social, incluso familiar”.

La importancia (y los déficit) de la transmisión

La investigadora remarcaba que han querido dejar claro que la ciencia es una empresa colectiva. “Su avance no se debe a individualidades. Otra cosa son los cargos o reconocimientos. Que solo destaquen algunos nombres depende más de otros factores que del trabajo científico: quiénes y en qué orden firman las publicaciones o cómo son las jerarquías de los grupos de investigación”.

Delgado añadía que las mujeres aparecen poco en los libros de ciencia y en los de historia de la ciencia. “Últimamente su presencia es mayor en la divulgación científica. Lo importante es cómo transmitimos el conocimiento; quién habla, quién puede hacerlo, desde dónde y qué narrativas construimos sobre la ciencia”.

Las autoras han pretendido “tomar la palabra” para dar a conocer investigaciones que aún hoy son citadas, una vigencia que demuestra su valía entonces y ahora.  “Hemos recorrido hacia atrás el camino de la transmisión, en algún momento interrumpido. Así llegamos a los manuscritos o publicaciones originales”.

Para todos los públicos

De este modo, Delgado y sus compañeras de Genciana en la obra reconstruyen las 12 aportaciones resumidas. Las indagaciones en fisiología vegetal de Dolores Cebrián, en genética de Jimena Fernández de la Vega o en pedagogía terapéutica de María Soriano son expuestas en un lenguaje para todos los públicos y sin desligarlas del contexto en el que se desarrollaron.

“Fueron mujeres comprometidas con la realidad social de la época”, detallaba Delgado sobre un momento convulso en lo político, importante para la consecución del voto femenino, tejer redes nacionales e internacionales y sembrar la semilla del asociacionismo científico promovido por mujeres. Adicionalmente, el libro ha reflejado la voz de las 12 seleccionadas en textos en primera persona -cartas, instancias, entrevistas en prensa- y proporcionar así un retrato más claro de lo que fueron sus vidas y las condiciones en las que trabajaron.

La integrante del Grupo Genciana confía en que el libro llegue a los espacios de transmisión para que las nuevas generaciones sepan que siempre hubo mujeres científicas. “Nos gustaría que la publicación estuviera presente en los Institutos de Secundaria, en las facultades de Educación, donde se forman los futuros maestros, y en las facultades de Ciencia. Urge cambiar el discurso de la historia de la ciencia”.

Inquietudes comunes

Doctora en Medicina y profesora jubilada de Anatomía y Embriología en la Facultad de Medicina de Zaragoza, María José Barral apuntaba que estas pioneras tuvieron otras cosas en común. “Todas llevaron a cabo estancias en el extranjero. Dominaban varias lenguas y guardaban el deseo de desarrollar una vida profesional que las convirtiera en autónomas e independientes. Estaban comprometidas con el avance de la mujer”.

Barral remarcaba el papel reivindicativo del libro. “La historiografía convencional ha omitido el comportamiento, actividades e ideas de la mitad de la población. Consideraba irrelevantes las aportaciones de las mujeres a la sociedad. En general, tenemos que hablar de mujeres silenciadas. Queremos poner de relieve su trabajo y crear genealogía, ayudar a introducir en la docencia el conocimiento de estas mujeres”.

Mirar con otros ojos

Carmen Magallón alude a estas pioneras como madres simbólicas. “Abrieron espacios a las que llegamos más tarde y aportan modelos a las más jóvenes. Necesitamos modelos más allá de Marie Curie”. Catedrática de instituto, doctora en Historia de la Ciencia, licenciada en Física y postgrado en Filosofía, Magallón lleva más de 30 años rastreando el legado de estas mujeres.

“La mayor satisfacción fue conocer a algunas de ellas personalmente, como la química Dorotea Barnés, en su casa de Madrid. Ya nonagenaria me preguntó de dónde había sacado tanta información sobre ella. ¿Por qué nadie lo había visto antes? Para encontrar estos escritos en los archivos hay que mirar con otros ojos, desde otro paradigma. Contemplar que no solo existen hombres en el mundo”.

Según Magallón, en el libro, las investigadoras de Genciana han querido alejarse de la imagen de estas mujeres como víctimas. “Pese a las barreras que se encontraron, tuvieron la voluntad de salir adelante y estudiar. Las representamos como protagonistas. Lo singular del libro es que cruza trayectorias vitales y aportaciones científicas. Está latente el reto de la transmisión a las nuevas generaciones. La ciencia es el mejor conocimiento que tenemos, nos permite ver un horizonte más lejano y amplio”.   

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