El proyecto Biogás3 ha promovido una serie de reuniones donde han participado más de 300 industrias agroalimentarias. En total, se han realizado 149 informes para la implantación de plantas de biogás a pequeña escala, a partir del biogás agroindustrial obtenido de las materias orgánicas sobrantes de la industria agrícola, alimentaria y de bebidas. Concretamente, en España se han desarrollado 32 análisis de sostenibilidad de pequeñas instalaciones de biogás, gracias a los que las empresas agroalimentarias han tenido la oportunidad de evaluar su potencial de autoconsumo energético.
La iniciativa, que empezó a tomar forma hace dos años con el objetivo de fomentar el desarrollo de plantas de biogás a pequeña escala en las industrias agroalimentarias europeas, ha presentado sus conclusiones, al igual que nuevos desarrollos como la herramienta informática smallBIOGÁS, que permite evaluar la viabilidad técnica, económica y ambiental de la instalación de plantas de producción de biogás a pequeña escala de manera personalizada. Otro de los avances en este periodo ha sido el impulso de acciones formativas en distintos países europeos, para promover la implantación de este tipo de energía renovable para autoconsumo energético, en las propias instalaciones agroalimentarias.
El hecho de que el sector agroalimentario genere una considerable cantidad de residuos (pieles de frutas, hortalizas y cereales, los deshechos de productos cárnicos, estiércol de granjas o lactosuero de lecherías) ha puesto sobre la mesa líneas de investigación donde el biogás degrada la materia orgánica y la transforman en un gas rico en metano. Como ha avanzado AINIA Centro Tecnológico, coordinador español del proyecto Biogás3, el aprovechamiento de este combustible generaría ventajas como la producción de calor, o calor y electricidad (cogeneracion), de gran demanda en las propias industrias alimentarias y granjas, así como biofertilizantes sin consumo de combustibles fósiles.
En el terreno económico, la implantación de plantas de biogás a pequeña escala supone importantes beneficios económicos para las pymes agroalimentarias, como por ejemplo la disponibilidad energética de 24 horas al día, la reducción de las emisiones de metano al medioambiente, su capacidad para garantizar el autoconsumo con pequeñas instalaciones y la generación de empleo indirecto.