Plataforma de ciencia ciudadana con vídeos que advierten de la contaminación en el Amazonas

Un estudio demuestra que los indígenas consumen animales que se alimentan en zonas contaminadas por vertidos petroleros
ICTA-UAB contaminación en el Amazonas

La fauna salvaje que caza las poblaciones indígenas del Amazonas ingiere agua y tierras contaminadas por la industria petrolera. Así lo indica una investigación del Institut de Ciència i Tecnologia Ambientals de la Universitat Autònoma de Barcelona (ICTA-UAB), el Departamento de Sanitat i Anatomia Animals de la UAB, el Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal) y el International Institute of Social Studies (ISS-EUR).

El estudio, que muestra por primera vez imágenes de cómo los animales acuden a beber agua e ingerir tierras (geofagia) contaminada por vertidos, o directamente a los pozos petroleros, alerta del riesgo que este hecho supone para la salud de las poblaciones que dependen de la caza para su subsistencia.

En el marco de este trabajo, el ICTA-UAB y el Departamento de Sanidad y Anatomía Animales de la universidad, han puesto en marcha un proyecto de participación ciudadana que pretende, respaldándose en el conocimiento colaborativo, identificar otras especies que puedan aparecer en las más de 8.000 grabaciones de vídeo trampas que se llevaron a cabo en la zona de Loreto (Perú) durante 500 días.

Mediante la creación de una plataforma digital interactiva en inglés y español, se quieren identificar todas las especies amazónicas que aparecen ingiriendo aguas y tierras contaminadas con contaminantes petrógenicos, así como analizar su conducta. La plataforma ‘AmazonOil’, implementada con una subvención de la Fundación BBVA, cuenta con el apoyo de las asociaciones indígenas de la zona FEDIQUEP, FECONACOR, OPIKAFPE y ACODECOSPAT. La versión definitiva de la plataforma de ciencia ciudadana podrá consultarse a partir del próximo 28 de marzo.

ICTA-UAB contaminación en el Amazonas

40 años de contaminación
Tanto la investigación como la plataforma forma parte de un amplio proyecto científico desarrollado por el ICTA-UAB y liderado por el doctor Martí Orta-Martínez desde hace más de una década que analiza los preocupantes niveles de contaminación por petróleo existentes en una zona remota de la Amazonía peruana próxima a la frontera con Ecuador.

Los científicos habían demostrado previamente cómo la actividad petrolera lleva cuatro décadas contaminando de manera generalizada las tierras y las cabeceras de los ríos, no sólo a través de los vertidos accidentales de petróleo sino, en mayor medida, por el habitual vertido de las aguas de producción, extraídas de los yacimientos junto con el petróleo.

La instalación de cámaras trampa permitió registrar principalmente imágenes de cuatro especies de fauna salvaje (tapires, pacas, pecaríes y venados rojos), las más importantes en la dieta de las comunidades indígenas de la región ya que suponen entre el 47 y el 67 por ciento del total de la carne que consumen.

Estos mamíferos, residentes en ecosistemas pobres en sales como los amazónicos, suelen compensar esta carencia dietética acudiendo a afloramientos minerales naturales para ingerir tierra (colpas o salitrales). Sin embargo, los animales visitan ahora los vertidos de petróleo atraídos por la elevada salinidad de las aguas de producción petroleras. Además, otras especies de fauna salvaje que se encuentran en peligro de extinción han sido observadas realizando el mismo comportamiento.

El hallazgo podría tener relación con los elevados niveles de plomo y cadmio detectados en la sangre de los 45.000 habitantes de las cinco etnias indígenas de la zona. Según el Ministerio de Salud del Perú, el 98,6 y el 66,2 por ciento de los niños indígenas del área excedieron los límites aceptables para el cadmio y el plomo en sangre, así como el 99,2 y el 79,2 por ciento de los adultos.

Esta área de selva amazónica fue declarara por el gobierno peruano en emergencia ambiental en 2013 y en emergencia sanitaria en 2014, pero todavía no existen registros locales de morbilidad ni mortalidad. Sin embargo, los científicos recuerdan que “estos compuestos son neurotóxicos y cancerígenos”.

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