Más allá de la educación robótica también hay vida. Eso es lo que intenta demostrar el programa de televisión Poder Canijo, un proyecto de Televisión Española y la Fundación Telefónica que busca mostrar las iniciativas educativas más innovadoras de España. Para ello, recorren todo el país en busca de aquellos docentes que quieren transformar el proceso educativo actual.
No es un concurso ni un talent show. En Poder Canijo solo pretenden que las innovaciones educativas sean replicadas por otros profesores para mejorar el aprendizaje de sus alumnos. Comandado por Juan Imedio, Flipy, Elena Furiase, Berta Collado y Mario Picazo, el programa, ahora mismo, es uno de los pocos escaparates de la innovación en los canales generalistas de España.
Tras dos programas en emisión, dos han sido los proyectos más destacados. En primer lugar, el Proyecto Interdisciplinar Súper-G, de Pilar López del Castillo. Según la profesora, “los alumnos deben vivir el programa de la asignatura como protagonistas de una historia de ficción inventada, en la que los problemas son retos, como agentes Súper-G”. Los “agentes” formarían parte de una organización secreta cuyos personajes tienen superpoderes y una habilidad especial para el cálculo. Dirigida a alumnos de 2º de la ESO, los resultados obtenidos son bastante buenos: un 95% de los alumnos mostraron más motivación, aumento del 15-20% del número de aprobados en Matemáticas y el resto de asignaturas involucradas en el proyecto interdisciplinar, y mejora de las relaciones entre los alumnos y el equipo docente involucrado.
No solo en Finlandia se educan las emociones. Violeta Jiménez López, de Cambrils, también lo hace. “El proyecto responde al aumento de demandas psicopedagógicas de alumnos con capacidad intelectual pero con resultados académicos no adecuados; a la necesidad de dar respuesta a los alumnos que mostraban dificultades de autocontrol en su conducta; y a la necesidad de enseñar herramientas y habilidades a los alumnos para que poco a poco aprendieran a gestionar y solucionar ellos mismos sus conflictos”, explica. El resultado final muestra que los alumnos no solo son más felices, sino que su rendimiento académico mejora de forma exponencial al ser más conscientes de las capacidades (psicológicas, morales e incluso corporales) de sí mismos.
Otros profesores buscan el aprendizaje mediante el juego, enseñar física con cohetes o realizar tertulias dialógicas para que sus alumnos puedan comprender mejor el mundo que les rodea y que, más tarde o más temprano, les tocará liderar. Así, nadie será mejor que nadie (como Fundación Telefónica se encarga de subrayar), pero sí que “ganarán todos”.