España se encuentra en una situación crítica en lo que a incendios forestales se refiere. De acuerdo con las estimaciones por satélite del Sistema de Información Europeo de Incendios Forestales (EFFIS), en lo que llevamos de año se han quemado más de 300.000 hectáreas en todo el país, con 450 fuegos identificados. Estamos ante el año más duro desde que se tienen registros.
De todos es sabido que el principal problema de los incendios se basa en el abandono de la actividad agrícola, así como la pérdida de los usos tradicionales del monte y el éxodo de la población de las áreas rurales. Todo ello ha provocado que nuestros montes se encuentren en una situación delicada y requieran mayores cuidados.
Al hacer balance de estos casi 365 días, podemos ver cómo el cambio climático también ha impactado de lleno en la situación. La temperatura media ha aumentado, y las lluvias han disminuido. Este año tan seco y caluroso se ha puesto especialmente de manifiesto durante el verano, en el que hemos visto decenas de incendios y conatos activos al mismo tiempo.
Si bien es cierto que una parte de los incendios forestales se han identificado como intencionados o se han producido por accidentes, la realidad es que los causados por las inclemencias meteorológicas han sido mayores, y mucho más letales. De hecho, incendios como los vividos en la Sierra de la Culebra o en Zamora se sitúan como algunos de los más grandes en el país en su historia.
Ante esta situación, creo que queda más que patente que la prevención y la actuación contra los incendios forestales es crítica para salvar nuestros bosques y nuestra biodiversidad. El futuro del territorio depende de que las actividades que se hagan en este sentido funcionen y, para ello, la tecnología geoespacial es crucial.
Proteger nuestra flora y fauna empieza hoy: el valor de los datos geográficos
Tanto en prevención como en extinción resulta imprescindible contar con información precisa para que las labores sean óptimas. Los datos geográficos y los sistemas de información geográfica (GIS, según siglas en inglés) dotan a los distintos organismos implicados de insights de valor para tomar mejores decisiones, además de ser activos esenciales para estudiar el comportamiento del fuego y hacer evaluaciones del riesgo.
A través de la cartografía y la tecnología geoespacial, se puede, entre otros casos de uso, parametrizar el riesgo por cada uno de los incendios o conatos activos, realizar simulaciones de fuegos forestales teniendo en cuenta todo tipo de variables, o evaluar los elementos más vulnerables (especies invasoras o fauna protegida). Todo ello tiene como objetivo una mejor planificación de la defensa y de los planes de prevención.
En España ya estamos viendo proyectos que utilizan datos geográficos y sistemas GIS para monitorizar incendios. Por ejemplo, el Cabildo de Gran Canaria ha implantado un simulador 3D de incendios forestales pionero para analizar datos en tiempo real. Con ello busca prever cómo se va a comportar el fuego, a qué zonas va a alcanzar o en qué momento impactará en determinada área para mejorar la gestión.
Otro ejemplo es el de la Diputaciò de Barcelona, que ya lleva varios veranos poniendo en marcha un dispositivo de casi 100 unidades móviles para realizar tareas de información preventiva, detección de puntos de riesgo y revisión de infraestructuras de prevención de incendios. Todos estos datos los analiza a través de tecnología geoespacial y los publica en un geoportal público para que la población esté informada.
Tecnología para poner freno al fuego
Estos ejemplos son solo la punta del iceberg de la transformación digital del sector, pero aún hay mucho camino por delante que recorrer de la mano de los GIS y los datos geográficos.
Las herramientas digitales para el conocimiento de la situación y la coordinación de equipos son ya indispensables para cualquier cuerpo de intervención en términos de incendios. Si antes los agentes tenían planes de operaciones en papel que se desactualizaban en poco tiempo, ahora con la tecnología se puede hacer una mejor coordinación. Las administraciones, por gestión y por seguridad, dan cada vez más importancia al seguimiento de medios a tiempo real. Así mismo, las imágenes georreferenciadas tomadas por drones, e incluidas en la operativa, son una herramienta esencial.
También estamos viendo cómo las simulaciones están dando un salto cualitativo a las acciones por parte de los equipos de emergencia, que ahora pueden tomar decisiones proactivas en tiempo real en función de predicciones cada vez más exactas.
De esta manera, a corto y largo plazo podremos empezar a dar respuestas a preguntas críticas para poner freno al fuego. ¿Cómo va a afectar el viento al incendio? En función de la temperatura y de la humedad del terreno, ¿qué zonas debemos monitorizar con más detalle? ¿Debo empezar las labores de evacuación y, si es así, cuándo?
La tecnología geoespacial juega un papel protagonista en la prevención y gestión de los incendios actuales y futuros. Y, como tal, todos los organismos implicados deben apoyarse en ella para mejorar las labores de actuación. Cada vez es más importante que dispongamos de soluciones que permitan la coordinación entre dispositivos y administraciones con el fin de poder compartir información y ser más eficientes. El planeta está en riesgo; todo recurso es poco para minimizar las consecuencias del cambio climático y del fuego.