Heura y sus productos se han convertido en una referencia del sector de la proteína alternativa en España. Imagen: Heura.

Proteínas alternativas: el ejemplo de Madrid y la ruta para que España se convierta en una potencia global del sector

Hablamos con José Luis Fernández, responsable de la Unidad de Vigilancia Estratégica de Fundación General CSIC y autor del informe “Tendencias y claves en la innovación de nuevos alimentos basados en proteínas alternativas”

La Unidad de Vigilancia Estratégica de la Fundación General CSIC (FGCSIC) publicó recientemente el informe “Tendencias y claves en la innovación de nuevos alimentos basados en proteínas alternativas”. El documento (disponible aquí) analiza el estado de la I+D+i y de los mercados de estos alimentos en la Comunidad de Madrid, además del posicionamiento de la región en un entorno global. 

El informe aborda cuatro categorías principales: nuevos alimentos basados en plantas, en fermentación, en carne cultivada y en insectos; además de aportar datos sobre publicaciones, patentes, empresas y niveles de inversión. Esta radiografía del sector identifica oportunidades y desafíos con información útil para empresas, investigadores e inversores. 

Madrid, región tractora

Como explica a Innovaspain José Luis Fernández, responsable de la Unidad de Vigilancia Estratégica de FGCSIC y autor del informe, Madrid se ha situado como un referente en el desarrollo de alimentos basados en proteínas alternativas, gracias a una “combinación única” de capacidades científicas, empresariales y estratégicas. 

“La región cuenta con una sólida infraestructura científica, liderada por instituciones como el CSIC que, junto al ecosistema universitario y de innovación, ha permitido avances significativos en áreas como la biotecnología, las ciencias de la alimentación y la microbiología”. Fernández opina que este contexto ha favorecido la exploración de soluciones innovadoras como las proteínas vegetales, el cultivo celular, la fermentación de precisión y las proteínas basadas en insectos. Madrid se ha posicionado como un hub destacado en este ámbito”. 

El experto se detiene en el crecimiento sostenido que desde 2018 ha experimentado la producción científica en estas áreas. “Además, Madrid cuenta con ventajas específicas, como una población urbana diversa y cosmopolita, receptiva a productos innovadores. También goza de una rica tradición gastronómica que fomenta la experimentación culinaria. El entorno es el propicio para la adopción y el desarrollo de nuevos alimentos”. 

Otra clave es, a su juicio, una menor dependencia de la región del sector ganadero tradicional. “De este modo, se reducen posibles resistencias al crecimiento de esta industria emergente”. Fernández suma la relevancia de industrias tecnológicas y farmacéuticas que facilitan la transferencia de conocimiento y la adopción de tecnologías disruptivas.

El informe expone que Madrid está combinando “con éxito” fortalezas científicas, empresariales y políticas. La región busca liderar la transición hacia sistemas alimentarios más sostenibles y competitivos a nivel internacional. José Luis Fernández menciona varios casos de éxito que así lo demuestran: Zyrcular Foods, Hello Plant Foods, iLike Leggie (spin-off del CSIC), RevoluGreen, Baïa Food y Mimic Seafood. 

Un nuevo consumidor

Entre los actores involucrados en el estudio, el informe identifica que el nivel de madurez y margen de mejora es variable. “Pese al potencial de las proteínas alternativas, su consolidación depende de un esfuerzo coordinado”. En el caso de los consumidores, el representante de FGCSIC explica que han observado un interés creciente por productos más sostenibles y éticos. “Sin embargo, la adopción de alimentos basados en proteínas alternativas todavía depende de mejoras significativas en sabor, textura y precio, que deben equipararse a las proteínas tradicionales”. 

Una de las llaves para cambiar el paso está en la educación. “Es importante difundir los beneficios de estos alimentos para la salud y el medio ambiente. Será clave a la hora de consolidar su aceptación, especialmente en productos emergentes como la carne cultivada o las proteínas derivadas de insectos, que se enfrentan a barreras culturales adicionales”. 

Impulso público y privado

En cuanto a la gran industria, “las proteínas vegetales muestran un alto grado de madurez tecnológica y comercial”. No ocurre lo mismo con las disrupciones en fermentación de precisión y carne cultivada. “Aún requieren de de importantes avances en escalabilidad y reducción de costes. Son innovaciones capaces de transformar la industria alimentaria, pero han de superar retos como la paridad sensorial y económica con las opciones tradicionales para ganar tracción en el mercado”. 

Con el foco en el emprendimiento, José Luis Fernández recuerda que España alberga un ecosistema de startups innovadoras, como Heura Foods o BioTech Foods, “que lideran proyectos de alto impacto”. El experto detalla que las barreras de entrada para este tipo de empresas son aún significativas. “Los costes iniciales son altos y es difícil acceder a financiación suficiente para escalar los modelos de negocio”, En el lado positivo, menciona señales “prometedoras” en las tendencias inversoras.

Cierran el círculo las administraciones públicas. El responsable de la Unidad de Vigilancia Estratégica de FGSIC, afirma que, si bien el apoyo público a la innovación está en aumento, “es esencial una regulación más ágil y políticas de incentivos que promuevan la inversión en tecnologías emergentes”. Un déficit “especialmente relevante” para sectores como la carne cultivada y la fermentación de precisión, donde las barreras regulatorias pueden retrasar su desarrollo. “Las iniciativas de Cataluña, País Vasco y Comunidad de Madrid, son ejemplos positivos de cómo se puede dinamizar este ecosistema”.

Trabajo por hacer

Y es que Fernández opina que España está en disposición de consolidarse como una potencia europea en el sector de las proteínas alternativas, e incluso como un exportador global de tecnología, productos y conocimiento. La base está hecha de una rica tradición agroalimentaria, a la que ahora compaña un ecosistema de innovación de rápido crecimiento. Pero “queda mucho por hacer” para que España alcance su pleno potencial en este sector.

“Es necesario ampliar y fortalecer las infraestructuras de I+D y promover una mayor colaboración entre empresas, universidades y centros de investigación”, añade. “Precisamos de una red más robusta y descentralizada, que permita extender estas capacidades a todo el territorio”.  

Otra asignatura pendiente pasa por el fomento de políticas públicas “más decididas” que impulsen la inversión en tecnologías emergentes ligadas a las proteínas alternativas. “Esto incluye  incentivos fiscales, apoyo a proyectos piloto, inversión en centros tecnológicos que favorezcan el escalado pre-comercial y una regulación más ágil encaminada a acelerar la llegada al mercado de los productos”.

Fernández insiste: “No podemos ignorar la dimensión cultural”. La aceptación de productos innovadores requiere un esfuerzo educativo y comunicativo. Al destacar los beneficios de estas alternativas tanto para la sostenibilidad como para la salud, “será más fácil su integración natural en la rica tradición culinaria española”. 

2030 en el horizonte

Pedimos a José Luis Fernández que dibuje un escenario a futuro, con 2030 cada vez más cerca. “Si el sector continúa su trayectoria actual, es probable que veamos una mayor diversificación en los tipos de proteínas alternativas disponibles. Se producirán avances significativos en la paridad de costos y características sensoriales respecto a las proteínas tradicionales.

En términos de mercado, avanza que las proteínas alternativas representarán una parte significativa del consumo de proteínas en España, impulsadas por un cambio cultural hacia dietas más sostenibles y saludables. “La aceptación de innovaciones como los insectos comestibles, aunque actualmente limitada, podría ganar terreno gracias a campañas educativas y a su integración en productos híbridos que faciliten su adopción”. Un ejemplo reciente que ilustra este avance es la iniciativa de Tebrio, que ha comenzado la construcción en Salamanca de la granja de insectos más grande del mundo con una inversión de 110 millones de euros.

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