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Luchar contra la despoblación. Una iniciativa lleva a a más de 600 familias a la España rural

Pamela Subizar

Proyecto Arraigo trabaja desde hace ocho años en repoblar la ‘España vacía’. Con más de 600 historias de éxito, está ahora en plena expansión. Se trata de un intermediario, al estilo aplicación de citas, entre los quieren dejar la ciudad y los pequeños municipios

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Más de 600 familias han comenzado una nueva vida en un centenar de pueblos españoles en los últimos años gracias a Proyecto Arraigo: una empresa social creada en 2017 para contrarrestar la despoblación o la llamada ‘España vacía’. “Llevamos emprendedores al mundo rural en 11 provincias de España”, definió su director y fundador, Enrique Martínez Pomar, en una reciente charla informativa en Madrid. “Y ahora nos estamos expandiendo aún más”, remarcó. 

A partir de nuevas alianzas, la empresa está sumando este año decenas de municipios de Castilla y León y Castilla-La Mancha, mientras impulsa un novedoso programa que trae nuevos habitantes desde el otro lado del océano, desde Cuba, a la España rural. Con ocho años de trayectoria, se establece así como una de las de mayor alcance de su tipo. 

Su estrategia distintiva, entre otras iniciativas con una misión similar, ha sido ser un puente o intermediario entre lo urbano y lo rural, conectando a personas que desean dejar la vida de la ciudad con un pueblo que necesita nuevos habitantes. 

Lo que hay detrás de un ‘match’ exitoso 

Raquel y José encontraron el mes pasado, por ejemplo, el entorno natural tranquilo que buscaban para criar a su hija de 6 años en Cardenete, un municipio de unos 700 habitantes en Cuenca. Mientras tanto, en Cañaveras, unos 100 kilómetros al norte, Enrique comenzaba un nuevo trabajo en una bio-refinería, dejando atrás la ajetreada Madrid. Y del otro lado del país, el venezolano José Chacoa, quien solía trabajar técnico de televisores, se aventuraba a abrir una heladería en Carrión de los Condes, provincia de Palencia.

“Es muy bonito cuando llega una familia y se arraiga: ves que están felices en el pueblo, que tienen una acogida maravillosa. Pero hay mucho trabajo detrás, de mis compañeros, de las familias. Es un proceso largo y complejo”, cuenta a Innovaspain Yolanda Fernández, directora de proyectos y responsable de relaciones con organizaciones de Proyecto Arraigo. 

Lograr un ‘match’ entre las familias y los pueblos, al estilo aplicación de citas, implica entonces una compleja estructura sobre terreno y un ajuste continuo, “a prueba y error”, de la metodología. “No es una ciencia cierta. Aprendemos y ajustamos continuamente”, define Fernández. En los últimos años incorporaron, por ejemplo, nuevos requisitos para las familias interesadas como un certificado de antecedentes penales y un “colchón” económico.

De ocho meses a un año 

Por un lado, la empresa tiene una extensa lista de pueblos que buscan nuevos habitantes, llamados “territorios”, que surgen a partir de alianzas y licitaciones de fondos públicos con diputaciones y ayuntamientos, como así también entidades y asociaciones de áreas rurales. 

En paralelo, convoca a las familias o personas interesadas en hacer el cambio a una vida rural, los “urbanitas”. El primer paso es simple: llenar un formulario con sus preferencias. Luego, vendrá el complejo proceso de “ver cómo cada perfil puede encajar en las diferentes oportunidades” con múltiples entrevistas, dice Fernández. Proyecto Arraigo tiene una red de técnicos sobre terreno -locales que conocen en detalle los lugares- que ayudan a ubicar viviendas y empleos, u opciones para emprender, para los interesados y gestionan al menos una visita al pueblo. Y tras la mudanza, siguen acompañando la integración social. 

Aunque algunos casos se resuelvan rápido, un “arraigo exitoso”, con empadronamiento y que perdura en el tiempo, suele tomar de ocho meses hasta un año. Entre tanto, se dan un sinfín de situaciones, desde nacimientos y defunciones, a cambios de pareja y carrera, cuenta, por lo que cada caso se trabaja casi a medida. 

Para las familias, los hijos suelen impulsar la adaptación. “Cuando un niño se siente contento, se siente querido como parte de una sociedad, cuando le gusta su colegio y tiene sus amiguitos que juegan en la plaza, eso impulsa a los padres”, cuenta Fernández. 

Desde las Tierras Altas de Soria 

En España, tres de cada cuatro municipios han perdido población en España la última década, siendo los más afectados los que tienen menos de 5000 habitantes, según datos del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico. Martínez Pomar cuenta que decidió crear Proyecto Arraigo al ver en un viaje familiar el avance de estos “pueblos fantasmas” en las Tierras Altas de Soria, donde había vivido y trabajado durante décadas. 

Su iniciativa creció desde allí a diversos municipios de entre 200 y 2500 habitantes en Aragón, Castilla-La Mancha, Castilla y León y Madrid. Una lista que está creciendo ahora gracias a una alianza, por ejemplo, con alcaldes de 19 pueblos y 14 pedaníasde Salamanca y a otra con la agrupación de municipios Albajaén, para impulsar el turismo en las sierras del Segura y Alcaraz, en Albacete. 

Nuevos pobladores del otro lado del mundo

La empresa también está diversificando aún más este año el origen de los nuevos pobladores rurales, con programas que ayudan en el arraigo de extranjeros –profesionales con perfiles demandados por áreas rurales y familias con niños– que tienen documentación europea o permiso de trabajo en España. Un impulso es la reciente ‘Ley de nietos’, por la que descendientes de españoles hispanoamericanos pueden optar a la nacionalidad española.  

La oficina internacional lanzó un programa con La Habana, Cuba, que ya ha permitido traer familias desde allí a Belmonte y Beteta, en Cuenca, Medina de Rioseco, Valladolid y Lerma, en Burgos. De este modo, se impulsa la España rural y las familias migrantes tienen una oportunidad única para salir adelante. 

“Para nosotros ha sido una experiencia muy bonita llegar a un país que nos va a acoger, y nos permite buscar un futuro para la familia”, ha contado por ejemplo Osmanis Olivera, quien dejó con su esposa e hijos Cuba para empezar de nuevo en el pueblo de apenas 700 habitantes de Trespaderne, al norte de Burgos.