Diversas especies de chanchitos blancos, escamas y polillas; especies pertenecientes a la familia de los curculiónidos; varios pulgones como el de la papa, el del melón, el negro de la alfalfa, o el verde del duraznero, entre otros. Son solo algunas de las plagas que sufren las hortalizas y frutales de la isla de Pascua o Rapa Nui y a las que se quiere poner fin con un proyecto del Instituto de Investigaciones Agropecuarias (INIA) La Cruz a través del Ministerio de Agricultura de Chile.
“Tenemos el gran desafío de implementar prácticas de manejo proactivo para reducir la presencia de plagas en los cultivos hortofrutícolas más relevantes en Rapa Nui”, afirma la investigadora especialista en entomología Natalia Olivares Pacheco. Ella lidera un equipo en el que también se encuentran Aart Osman, Fernando Rodríguez, Alejandra Guzmán, José Montenegro y Antonieta Cardemil.
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El proyecto se denomina Programa de Manejo Integrado de Plagas Biointensivo con productores familiares hortofrutícolas de Rapa Nui, y cuenta con la financiación de la Fundación para la Innovación Agraria (FIA) y el apoyo del Instituto de Desarrollo Agropecuario (INDAP).
El desafío, en palabras de la entomóloga, “es que los agricultores avancen hacia la generación de una producción de alimentos limpia y con un valor diferencial de exclusividad y calidad fundada en procesos naturales y biológicos, disminuyendo agroquímicos contaminantes, preservando la diversidad biológica de la Isla y cuidando los recursos suelo y agua”.
Parcelas demostrativas
El taro, camote y piña son los cultivos más importantes de Isla de Pascua con que trabajará el equipo técnico en este territorio. “Vamos a diagnosticar la presencia de plagas en los cultivos relevantes de Rapa Nui y luego diseñar una propuesta de intervención técnica sobre la base del Manejo Integrado de Plagas Biointensivo (MIPB), según las condiciones de la isla”, precisa la especialista del INIA La Cruz.
El programa, asegura la entomóloga, “contempla el uso de herramientas biológicas, el uso de coberturas atrayentes y repelentes para enemigos naturales, uso de plaguicidas de bajo impacto ambiental, priorizando la utilización de feromonas, jabón potásico, aceites minerales, detergentes agrícolas, plaguicidas microbiológicos y biológicos como hongos entomopatógenos”.
Durante la ejecución del proyecto, se instalarán parcelas demostrativas en diferentes sectores de la isla donde se implementará un conjunto validado de prácticas y herramientas tales como control cultural (biológica, física y química), utilización de biocontroladores y plaguicidas biológicos.
En cada parcela se realizará un trabajo para identificar las prácticas de manejo del agricultor y luego determinar la densidad, abundancia y distribución de las plagas y enemigos naturales. “Estas prácticas serán implementadas de acuerdo a la realidad y prácticas habituales de cada productor respecto de la forma cómo gestiona sus cultivos”, afirma Natalia Olivares.
El proyecto incluye una fase de transferencia hacia los agricultores de las herramientas del MIPB a través de la realización de días de campo, talleres, utilizando la técnica del “aprender haciendo”, junto con los beneficiarios, profesionales del INDAP y Aldea Educativa.