La Fundación Ramón Areces ha reunido a tres expertos en psicología para tratar tres de los temas más representativos de los que impiden llegar a un pleno desarrollo sostenible: crisis medioambiental, problemas de salud y la necesidad de un trabajo digno. Los tres han puesto sobre la mesa los principales síntomas y cómo la psicología ayudará a superarlos.
El primero de los temas a tratar ha sido el de la crisis medioambiental, que ha sido llevado a cabo por José Antonio Corraliza, catedrático de Psicología Social y Ambiental en la Universidad Autónoma de Madrid. “Es importante saber que el problema de la crisis ambiental es una cuestión puramente ambiental. Pero, hablando en propiedad, la cuestión medioambiental es en realidad una cuestión del comportamiento humano”, ha explicado.
Para él, si hay que centrarse en el análisis de la dimensión y de la gravedad de los problemas ambientales la realidad se encuentra “un poco confundida por la percepción de la pandemia y por la incidencia de la emergencia sanitaria entre las preocupaciones sociales”. Pero hay algo claro: si nos retrotraemos a febrero de 2020, el CIS hablaba de que el 84% de la población estaba preocupada por el cambio climático.
“La cuestión no es solo técnica. Requiere cambios en el comportamiento humano. Hay que ver que la crisis ambiental no solo es un problema de bichitos y plantitas, sino que está relacionado con las realidades cotidianas que vivimos. La misma pandemia ha sido analizada en vinculación con estos problemas. Y la psicología se ha planteado la intervención sobre los problemas ambientales desde hace mucho tiempo”, ha indicado Corraliza.
De hecho, en el American Psychologist, en 1973, había un estudio de psicología que hablaba ya de la ecología con conductas mal adaptadas. Las conclusiones que los expertos suelen sacar sobre este tema es que, teniendo en cuenta que la gravedad de los problemas ambientales, el desarrollo sostenible y el hecho de que no hay soluciones meramente técnicas, se necesita promover soluciones basadas en el cambio del comportamiento humano: graves problemas ambientales, imperiosos cambios en el estilo de vida y el comportamiento de las personas.
Casos “claros" para el nuevo desarrollo sostenible
Por otro lado, ha reiterado Corraliza, hace cosa de año y medio, la revista Science publicaba una carta en la que científicos ambientales “gritaban, clamaban asistencia psicológica. Reconocían la existencia de un trauma emocional, de una angustia vinculada al ver la evolución de los datos ambientales”.
Según el experto, muchos psicólogos ambientales, como Susan Clayton llevan tiempo hablando de que el cambio climático tiene incidencia en tres grandes dimensiones: un impacto muy claro en la salud física, afectando al nivel de bienestar. En segundo lugar, en la salud mental. Y en tercer lugar, en la incidencia de la cohesión de las comunidades. “El cambio climático es algo más que una cuestión de dinámica autónoma de la naturaleza. Está vinculada a la cultura, a la civilización, al modo de vida”, ha asegurado.
El caso del hurácan Sandie, en EEUU en 2012, es “claro”: las indemnizaciones que se estaban pagando por los daños ocasionados, según los peritos, se estimaban en que un 13% estaba vinculado con problemas ambientales y de psicología. “8.000 millones de dólares destinados a poder diagnosticar e intervenir en cambios efectivos en el comportamiento humano”.
Por un trabajo decente
Asimismo, José María Peiró, catedrático emérito de la Universidad de Valencia, se ha encargado de hablar sobre la psicología en el empleo digno. O decente. "Se llama decente porque hay mucho trabajo indecente. El objetivo es a nivel mundial y en muchos ámbitos, en muchos países, es que hay zonas y áreas de trabajo que están en el nivel de la informalidad, con niveles precarios que no ofrecen respeto por las personas. A veces hay explotación”.
Y es que, según él, “hay situaciones en las que se estima que el 60% del trabajo de todo el mundo es informal, fuera de la normalidad y la legislación, y por lo tanto, sin protección social, y uno se da cuenta cuando se miran datos, y programas que plantean en cada país con los objetivos de trabajo decente”.
Además, ha subrayado que, en el caso de España, ha muchos males endémicos y otros que han aparecido tras la pandemia. “Tenemos unas tasas elevadas de desempleo juvenil, por lo que esa dificultad para acceder al mercado es ya el primer obstáculo para lograr un trabajo digno. Nos encontramos aquí también con las tasas más altas de sobrecualificación en el empleo. Como posibles soluciones, ya hay observatorios en las universidades para adecuar la formación a lo que requiere la empresa. También la Psicología del trabajo está aportando mucho en el tratamiento y prevención de riesgos psicosociales de acoso en entornos laborales”.
Por otro lado, Peiró ha señalado el importante papel de las empresas para el desarrollo sostenible: “Las compañías quieren que sus trabajadores se involucren con los objetivos y con la misión de la empresa, deben ofrecerles un proyecto ilusionante. Es muy importante considerar el bienestar de los trabajadores y entenderlo en ese contexto como la ilusión por hacer su realidad personal. Las empresas contribuyen en ese sentido a que las personas crezcan también ayudando a realizarse como tales”.
Jubilaciones voluntarias
Por su parte, Rocío Fernández-Ballesteros, profesora emérita de la Universidad Autónoma de Madrid, que además se ha encargado de actuar como moderadora, ha sido la responsable de hablar sobre la salud. Según ella, “hay que repensar el envejecimiento para abandonar el considerado edadismo condenado por la OMS” y pasar a un envejecimiento activo y saludable.
“El éxito de la humanidad, así como de nuestra organización social, nos ha llevado a un incremento inusitado de la esperanza de vida, la supervivencia y la longevidad. Se estima que los nacidos en la década de 2000 tendrán una probabilidad del 50% de llegar a cien años y, además, los bio-emógrafos ponen de relieve que cada vez más individuos llegan a edades avanzadas con mejor salud”, ha expresado.
Por último, se ha felicitado por el hecho de que la humanidad “haya superado tantas dificultades para lograr que tantas personas alcancen una elevada edad con tan buena salud”.
Y ha aportado algunas previsiones sobre esta evolución para invitar a la reflexión: “En el año 2050, la población mundial de personas mayores de 60 años será más del doble (unos 2.100 millones) que de niños menores de cinco años. También en ese mismo año, el 80% de las personas mayores de todo el mundo vivirá en los países menos desarrollados. El ritmo de envejecimiento de la población se está acelerando de una forma extraordinaria y este fenómeno es universal. El objetivo pasa por seguir promoviendo el envejecimiento saludable”, ha advertido.
Entre otras posibles soluciones, ha sugerido que la jubilación debe pasar a ser voluntaria.