Jesús Alcoba, director de la International Graduate School of Business

Jesus Alcoba director International Graduate School of Business

Jesús Alcoba, director de la International Graduate School of Business, la escuela de negocios de La Salle en Madrid –desde donde ha impulsado el primer, y hasta el momento único, máster puro en experiencia de cliente–, se considera una persona que siempre está en evolución. De carácter curioso e inquieto, Alcoba ha participado y dirigido diversos proyectos de formación e investigación a nivel internacional, en acciones financiadas por entidades como la Unión Europea o el Banco Mundial.

Además de conferenciante en charlas TEDx –y uno de los TOP 10 Conferenciantes de España–, ha escrito cinco libros (Conquista tu Sueño, Sobre las personas y la vida, La brújula de Shackleton, Ultraconciencia: la última frontera del éxito personal e Inspiración: la llama que enciende el alma), todos ellos basados en los tres temas en los que es experto: éxito, liderazgo y, sobre todo, “génesis de las Ideas”.

1. A lo largo de su trayectoria profesional ¿qué decisión ha tomado que haya tenido como consecuencia un mayor grado de innovación?

Como autor, sin duda la decisión de escribir La Brújula de Shackleton, mi libro más leído. Recuerdo que, al comienzo, cuando aún no lo tenía del todo decidido, sin darme cuenta iba tomando pequeñas decisiones por si al final el asunto iba adelante. Cuando reservé el dominio ernestshackleton.es, que finalmente alojaría el relato del diario de Shackleton, comprendí que, aunque yo no me hubiera dado cuenta, en el fondo ya había tomado la decisión. Me pregunto si quienes han innovado alguna vez se han dado cuenta de que lo han decidido mucho antes de hacerlo consciente. El diseño de La Brújula fue muy complejo, y me ayudó a comprender que se puede innovar en algo aparentemente estandarizado, como es un libro y, sobre todo, en la constelación de contenidos que giran en torno a él y en la manera de interactuar con los lectores. Creo que una de las facetas que más destacan quienes lo han leído es su originalidad.

Como directivo, cuando hace cuatro años en La Salle nos lanzamos a la aventura de crear el primer (y hasta el momento único) máster puro en experiencia de cliente. Esta decisión ha acabado por revolucionar completamente el proceso de diseño de otros programas, la manera en la que comunicamos y, sobre todo, la forma en que nos relacionamos con nuestros clientes y alumnos.

2. ¿Cuáles son las claves para culminar con éxito un proceso innovador?

Esto parecerá un tópico, pero creo que una clave fundamental es no rendirse nunca. A lo largo de un proceso de innovación las dudas y los desánimos son frecuentes. De hecho, no es exactamente que sean frecuentes, sino que son necesarios. Si durante un proceso de innovación lo vemos todo absolutamente claro es que no estamos innovando. Tal vez podría tratarse de innovación incremental, pero nunca de innovación disruptiva, que es la que realmente cambia las cosas.

Por tanto, creo que seguir siempre adelante es una clave ineludible. Tanto como escuchar, que sería casi el otro extremo. A veces estamos tan convencidos de nuestra idea que avanzamos con una rigidez tan extrema que puede hacernos fracasar en nuestro objetivo. Escuchar y obrar en consecuencia es tan importante como idear, y también tanto como seguir siempre adelante.

3. Tres consejos para quienes estén dispuestos a abordar cambios, acciones o procesos innovadores en su empresa o entorno.

Hace tiempo conocí a un director de teatro que me dijo que el primer paso para entrar en un escenario es querer hacerlo. No tiene sentido innovar porque lo hacen otros y, en el fondo, ni siquiera tiene sentido hacerlo porque el mercado parece exigirlo. La innovación es territorio de la pasión y de los valientes. Puede sonar muy literario, pero la mayoría de las personas que han hecho cosas realmente grandes se alimentaron del deseo genuino de cambiar algún aspecto del mundo. Querían hacerlo. Deseaban hacerlo.

La segunda sería rodearse de un buen equipo. Yo suelo decir que cuando el último farero desaparezca, si es que aún existen, se habrá acabado la última profesión individual. Hoy día en todos los sectores y ámbitos, desde el deporte hasta la empresa pasando por el arte, necesitamos un equipo. Y en ese equipo es importante alentar el pensamiento disruptivo y hacerlo dialogar con la estrategia. Si un ave quiere volar alto lo que hay que hacer es impulsar el viento bajo sus alas, no intentar frenarla para que planee a ras de tierra.

Y la tercera es, sin duda, la comunicación. Yo suelo decir que el mejor innovador del mundo se murió de hambre porque nadie lo sabía. A menudo ponemos mucho esfuerzo y recursos en crear cosas y muy poco en comunicarlas. Hoy día la comunicación es un territorio altamente sofisticado y competitivo que resulta complejo dominar. El gran problema hoy no es llamar a la audiencia. El gran problema es que la audiencia conteste.

4. ¿Cuál es, a su juicio, la mayor innovación que ha tenido lugar en los últimos 50 años en todos los ámbitos?

Además de Internet, sin ningún género de dudas el iPhone. Por varios motivos: primero por la increíble visión de descubrir que, a partir de 2007, y ya nunca, un teléfono serviría fundamentalmente para hacer llamadas. En segundo lugar, por el talento que supone comprender de verdad las necesidades del cliente. El diseño de un teléfono que no muestra las notificaciones completas hasta que su propietario lo mira, o que no suena con el mismo volumen cuando su dueño está cerca que cuando está lejos, denota una enorme sensibilidad hacia el cliente. Y, en tercer lugar, y para mí el motivo más importante, por la generosidad de la idea. Es increíble la cantidad de empresas y personas que han disfrutado, y siguen haciéndolo, del valor generado por el iPhone. Para empezar, otras marcas de telefonía móvil, pero también empresas de accesorios, desarrolladores, establecimientos comerciales de toda índole, editoriales, medios de comunicación y así una larga lista de ellos más, hasta los fabricantes de simples carcasas. Cuando una idea es disruptiva de verdad, su generosidad es capaz de conmover un sector productivo entero. El iPhone no solo hizo eso, sino que ha revolucionado prácticamente todos los sectores.

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