Más de dos millones de personas en Latinoamérica y el Caribe se dedican al reciclaje de base, según los datos de la organización Latitud R. Se trata de una actividad muy precaria e, incluso, no reconocida en muchos países. Ecuador vive en un limbo: si bien reconoce el trabajo de quienes se dedican a separar los residuos reciclables, esta profesión sigue siendo informal. En este escenario opera ReciVeci, una startup fundada por tres mujeres quiteñas que fomenta la recuperación de material para los recicladores de base con herramientas tecnológicas. Claudia Andrade, gerente de operaciones de la empresa cuenta en una videollamada que todo empezó como un voluntariado. Hoy, la compañía está probando una nueva plataforma y planeando su expansión hacia Perú.
En 2015, la ingeniera geógrafa y sus dos socias, Paula Guerra y Lorena Gallardo, ambas ingenieras en áreas similares, se decidieron, junto con un grupo de voluntarios, a buscar una solución tecnológica para los problemas de la capital ecuatoriana. La propuesta fue encontrar la manera de facilitar la vida y el trabajo de los recicladores de base, responsables de la mayor parte de la gestión de estos desechos y con ingresos menores a los 300 euros mensuales.
«Para nosotras es muy importante que sean reconocidos como parte de la gestión formal del tratamiento de los residuos”, asegura la gerente de 41 años. El trabajo continuó bajo ese formato varios años, pero empezaba a ser insostenible. “El voluntariado no puede ser para siempre, había gente que entraba y salía de ReciVeci constantemente”, explica Andrade.
A lo largo del camino tuvieron la opción de convertirse en muchas cosas y las intentaron todas: ser una asociación, pero también era insostenible; ser una fundación, pero en Ecuador —aunque siguen trabajando en esa posibilidad— es muy difícil crear una. Finalmente, decidieron convertirse en una empresa y se dieron cuenta de que si comenzaban por adoptar el formato startup podrían acceder a muchas posibilidades para acelerar su iniciativa. «Hemos logrado tener oportunidades para seguir creciendo», asegura Andrade. Ante todo, tenían claro su objetivo: trabajar con recicladoras de base y conectarlas con la ciudadanía y las autoridades. «Es una ventaja. Siempre tuvimos clara la visión de ReciVeci».
ReciVeci conecta a los vecinos de cualquier ciudad de Ecuador con los recicladores de base a través de una aplicación llamada ReciApp (descargar aquí). Cada usuario entrega los desechos directamente y luego lo registra en su móvil. “Eso nos permite tener los datos de cuánto material se recupera en el reciclaje de base“, explica Andrade. La empresa emergente diseñó un modelo de negocio alejado de la basura. «Para poder ganarnos la confianza de los recicladores no tenía que haber dinero de por medio», asegura la gerente de operaciones. En todos los casos, el material se entrega directamente a los trabajadores que además reciben una compensación por cada tarea, algo que no sucedía antes. Ninguna institución reconoce la actividad formalmente y esto los obliga a vivir en precariedad, pese a que el servicio de recolección diferenciada es responsabilidad de cada Municipio (Ayuntamientos).
ReciVeci se lucra de los datos. La información sobre los materiales y cantidades que se recolectan cada día en las ciudades de Ecuador son atractivas para Municipios o empresas interesadas en recuperar sus envases o en reciclar. Para aclararlo, Andrade usa un ejemplo de la vida real: «Si tenemos un punto de recolección y enviamos a doña Elvia a retirar el material, nosotras le pagamos la hora de trabajo». A cambio, doña Elvia entrega información sobre la carga.
Otra de las ramas en las que ReciVeci actúa, para garantizar su supervivencia, es la educación sobre la separación de desechos. «Es un trabajo muy complejo porque es un cambio de hábito, para las personas que están separando sus residuos, para los recicladores e incluso para los Municipios o empresas y grandes generadores», asegura Andrade y ahonda: «Me atrevo a decir que significa un cambio hasta en las políticas públicas de los Gobiernos nacionales».
Ahora la empresa tiene dos principales retos: implementar su plataforma Recircular de trazabilidad de residuos y ampliar su iniciativa a Perú. El segundo ha probado ser un desafío más grande. «Básicamente, hay que empezar de cero», cuenta la gerente. Los recicladores de base no están reconocidos en ese país y en Lima están forzados a hacer su recolección en la noche, lo que haría la conexión con los vecinos mucho más compleja. La empresa obtuvo un fondo para expandirse hacia el sur, pero Andrade sabe que tomará tiempo. Sus operaciones en Quito siguen en permanente desarrollo. Pero ni ella, ni sus compañeras, piensan abandonar: “Tenemos los mismos ideales y criterios técnicos”, cuenta, «durante estos 10 años hemos sido colegas, amigas y socias”.