El preludio de REDIT Mobility encarna la filosofía de la propia Red de Institutos Tecnológicos de la Comunitat Valenciana, formada por 11 centros que ofrecen una amplia gama de servicios de innovación: la colaboración. Porque, si precisamente hay algo que marca el futuro de la movilidad es la asociación de un triángulo virtuoso formado por la capacidad de creación de las empresas, la gestión de las administraciones públicas y el conocimiento y savoir faire de los centros tecnológicos.
REDIT Mobility lleva pocos meses en marcha, pero como explica Javier Sánchez, su coordinador y director gerente del Instituto de Biomecánica (IBV) –ente que coordina la iniciativa–, “no es algo tan nuevo”. La colaboración entre los institutos en el área de automoción nació en 2007. Y ya por aquel entonces, cuando la Unión Europea no tenía un compromiso tan evidente como el mostrado en los últimos tiempos con el cambio climático, las energías renovables y la descarbonización del transporte, REDIT era consciente de la importancia de avanzar hacia una movilidad sostenible para lograr las esperadas Smart Cities.
“La movilidad urbana ha emergido con mucha fuerza en los últimos años”, afirma Sánchez. Y es que en un entorno inteligente al servicio de las personas es cuando aparece la innovación y la disrupción. O dicho de otra forma: la verdadera función de REDIT Mobility. Sus proyectos más recientes pudieron apreciarse el pasado marzo en la feria internacional Eco Mobility World Congress. Allí presentó una decena de prototipos centrados en las tendencias y experiencias del sector del transporte y la movilidad inteligente y sostenible.
También puso de relieve los desarrollos en materia de nueva movilidad, sostenibilidad, almacenamiento energético, descarbonización y nuevos transportes, entre otros. Un recorrido que comenzó por una experiencia de realidad virtual donde se pudo probar, en un entorno simulado, la carga de un vehículo eléctrico, qué forma tiene el cargador, a qué altura está la pantalla del cargador y si la aplicación es usable. “Parece un futuro de ciencia ficción, pero está más cerca de lo que pensamos”, considera Sánchez.
Javier Sánchez, coordinador de REDIT Mobility.
Aunque para ello las personas deben estar en el centro. “Creemos que lo que proponemos resulta útil a la sociedad. Si no partimos de esta base nos arriesgamos a tener un menú infinito de opciones de movilidad basadas en la tecnología, pero muy dispersas. Esto no sería eficiente y crearía brechas en la población”, explica Sánchez. En este relanzamiento de la movilidad, “la tecnología tiene que ser lo más personalizada posible pero accesible a todo el mundo”. En este sentido, REDIT Mobility se ha convertido en un actor fundamental para la evolución del sector de la movilidad, ya que une más de 20 años de experiencia y cuenta con más de 2.000 profesionales, pero sobre todo una visión 360 de la movilidad.
“La movilidad reúne una gran actividad empresarial y una preocupación por los ciudadanos. En REDIT tenemos la capacidad individual de cada centro y las sinergias que conseguimos entre todos. Este potencial no existe en ninguna otra red de España”. Esto se materializa, por ejemplo, en la capacidad de REDIT Mobility para implantar instalaciones versátiles y laboratorios como iMoLab, contando con la financiación del Instituto Valenciano de Competitividad Empresarial (IVACE). Este último es la joya de la corona. Su objetivo es la puesta en marcha de un laboratorio de movilidad inteligente que permita desarrollar soluciones innovadoras y evaluar su viabilidad.
En iMoLab están involucrados seis centros tecnológicos de REDIT – AIDIMME, AIMPLAS, IBV, ITE, ITENE e ITI–, pero Sánchez corrobora que tiene vocación de expandirse más en los próximos meses. En concreto, iMoLab busca implementar un laboratorio distribuido de movilidad inteligente con competencias en el ámbito de las infraestructuras para la movilidad, las necesidades y expectativas de las personas, la energía y las comunicaciones. El proyecto está pensado para dar soporte a la actividad investigadora de los centros y las empresas en fases tempranas del desarrollo de nuevas soluciones y productos en el ámbito de la movilidad. Sus capacidades se validarán mediante actividades de demostración que permitan a las empresas conocer y utilizar las instalaciones para su I+D.
El laboratorio Virtual iMolab, ubicado en las instalaciones de IBV, permitirá que los demás centros tecnológicos y empresas del sector puedan probar prototipos sobre soluciones para Smart Cities o vehículos eléctricos y conectados mediante tecnología de VR, AR y Cave. “Tenemos una mentalidad ambiciosa dentro de iMoLab. Hemos firmado un acuerdo con el Ayuntamiento de Paterna, donde vamos a disponer de espacios monitorizados en la ciudad, Living iMolab, gestionados por los institutos involucrados en el proyecto para hacer pruebas en condiciones realistas y reales”, anticipa Sánchez. En paralelo, en este 2023, y en el marco del propio iMoLab, REDIT Mobility está trabajando en tecnologías como la realidad aumentada y el metaverso.
España, por el buen camino (pero hace falta más)
“Desde Europa, a España se le reconocen fortalezas. Estamos trabajando bien en energías renovables, hidrogeno verde… Pero tenemos que ser exigentes”, valora Javier Sánchez. Para ello considera imprescindible “conectar la capacidad industrial con la tecnológica que tenemos en los centros”.
Es pronto todavía para valorar los esfuerzos que el país está destinando a la movilidad sostenible. Aunque Sánchez sostiene que el éxito de alcanzar los objetivos marcados por Europa en cuanto a movilidad dependerá, en gran medida, de la aportación de los centros tecnológicos. “Se nos tiene que dar mayores oportunidades de desplegar nuestra labor. Somos entidades privadas sin ánimo de lucro, diseñadas para hacer I+D+i y transferencia; de manera natural colaboramos en la generación de conocimiento y lo trasladamos rápidamente y eficientemente a las empresas; esta labor es esencial y nuestro papel no está suficientemente reconocido por algunas Administraciones Públicas”, lamenta.
El reto de alcanzar la movilidad inteligente, en donde se abracen tecnología, sostenibilidad y eficiencia, dependerá también de que la sociedad entienda los cambios que se están abordando. “De nada nos servirá hacer un esfuerzo tremendo en movilidad sostenible si luego no se sabe utilizar. La sociedad demanda tecnologías fáciles de aprender y de utilizar que estén a nuestro alcance. Al ciudadano no se le puede someter a formaciones tecnológicas constantes”, apunta.
De ahí la importancia, a su juicio, de las que denomina como “tecnologías visibles”. Si las invisibles son aquellas pensadas a nivel de construcción y fabricación de los elementos que conforman la movilidad (por ejemplo, combustibles y motores), las visibles abarcan la complejidad de la digitalización y toda la inteligencia distribuida en un vehículo y su entorno. “Estamos en un momento en que el vehículo es mucho más que un medio de transporte. Es la conexión entre lo que sucede dentro y fuera de él. Por eso debemos aportarle al ciudadano tecnologías atractivas para su uso cotidiano”.