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ReFISH-Food: entender mejor al sector pesquero en favor de una transición alimentaria más sostenible

El proyecto que la investigadora Marta Albo desarrolla en el Centro Oceanográfico de Baleares, es uno de los seleccionados en la segunda edición de las ayudas postdoctorales Daniel Carasso Fellowship
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La investigadora Marta Albo Puigserver.

Cuando era niña, pasaba el verano en una playa al sur de Mallorca. Tenía tres meses por delante para, “mañana y tarde”, jugar y explorar el mar con su máscara de snorkel. “Siempre fui mi curiosa, no paraba de hacer preguntas y el mundo marino me fascinaba”, recuerda Marta Albo Puigserver. La investigadora, experta en ecología marina y especializada en el estudio de la trofodinámica, sigue saciando su curiosidad cada día gracias a la ciencia. “Aprendo constantemente. Siento que puedo aportar mi granito de arena para mejorar la sociedad. Lo logro mediante los avances en el conocimiento y la conservación de los ecosistemas marinos que tanto pude disfrutar de pequeña”.

Albo busca diseñar y aplicar planes de adaptación climática específicos para la pesca a pequeña escala en las Islas Baleares. “Una de las medidas claves de adaptación al cambio climático, y que contribuye a reducir la huella de carbono, es incrementar el consumo de productos alimentarios locales con cadenas de distribución cortas. Pero implementar estas medidas requiere de una buena planificación para mantener un equilibrio a nivel ambiental, social y económico”.

ReFISH-Food

La investigadora está detrás del proyecto ReFISH-Food, cuyo desarrollo se llevará a cabo en el Centro Oceanográfico de Baleares. La iniciativa cuenta con el respaldo de la Fundación Daniel y Nina Carasso después de que Marta Albo haya sido reconocida como una de las ganadoras en la segunda edición de la Daniel Carasso Fellowship. Estas ayudas postdoctorales, dotadas con 160.000 euros, también han recaído en los proyectos de los investigadores Ujué Fresán Salvo y Adrián González.

El objetivo principal de ReFISH-Food es evaluar la resiliencia al cambio climático de la pesca de artes menores y determinar la seguridad alimentaria local que estas proporcionan. En primer lugar, se realizará una evaluación de las características ecológicas, socio-económicas y de gobernanza que aportan resiliencia a la pesca, con el foco en las Islas Baleares. “Este análisis permitirá determinar aquellos aspectos a reforzar”, apunta Albo. “Involucraremos tanto al sector pesquero como a los consumidores, evaluando la capacidad de producción que tiene el sector actualmente y que podría tener en el futuro para abastecer la demanda local y garantizar una mayor soberanía alimentaria”.

Junto a diferentes actores importantes en la cadena de valor de los productos pesqueros, ReFISH-Food propondrá, de forma consensuada, medidas locales de adaptación que contribuyan a mejorar la resiliencia al cambio climático de la actividad pesquera. “La idea es proporcionar una alimentación local sostenible que, a su vez, salvaguarde los ecosistemas marinos. Trataremos de garantizar así la viabilidad ecológica, social y económica de la pesca”.

Maximizar la utilidad del proyecto

A modo de colofón, el proyecto propone el diseño de metodologías que puedan ser implementadas a escala local en el resto de regiones costeras. “Ya existen algunas guías de adaptación al cambio climático para el sector pesquero. El problema es que son de carácter muy general, de difícil aplicación a casuísticas y realidades particulares”. Marta Albo señala que, actualmente, España carece de ningún plan de estas características específico para el sector pesquero. “La pesca suele ser un campo infra-representado en las estrategias dirigidas a lograr sistemas alimentarios sostenibles”.   

Entre las dificultades a las que se enfrentarán en los próximos meses, la investigadora destaca la obtención de datos relacionados con los hábitos de consumo de productos pesqueros. “En muchas ocasiones, el consumidor desconoce el origen e incluso la especie que adquiere. Tampoco será sencillo seleccionar los indicadores correctos para una buena evaluación de la resiliencia del sector”.

En el terreno de la colaboración, Albo percibe como un reto orquestar a las distintas partes para la consecución de los objetivos. “Cada agente, incluyendo al científico, ha tendido a trabajar de manera individual. Por fortuna, crece la voluntad de hacerlo en conexión con los demás”.

Más estabilidad, menos burocracia

Dentro de ReFISH-Food, la investigadora podrá aunar la investigación que ha protagonizado su carrera científica en los últimos años con el “compromiso personal” de contribuir a la transición alimentaria. El proyecto comparte con la Fundación Daniel y Nina Carasso una misma visión alrededor de la alimentación sostenible. “La ayuda económica de la Fundación es imprescindible para sacar adelante la investigación. Pero, sobre todo, su apoyo me permitirá conocer personas con un objetivo común y crear una red de trabajo. Estoy segura de que esto contribuirá a enriquecer los resultados de nuestras investigaciones y a tener mayor impacto”.

Aunque admite que los fondos de recuperación europeos han supuesto un espaldarazo para la ciencia, Marta Albo sabe que, “posiblemente”, no estarán disponibles para siempre. “Urge buscar formas de financiación a largo plazo. De este modo será más sencillo garantizar el compromiso público y privado continuo y alcanzar una inversión en I+D+I del 3 % del PIB. Ahora mismo, estamos lejos de ese objetivo”.

Considera que otros puntos que conviene mejorar cuanto antes quedan “muy bien recogidos” en el Nuevo Pacto por la Ciencia, impulsado recientemente por distintas organizaciones. La investigadora destaca que hay que trabajar en la estabilidad laboral del personal investigador, tanto técnico como científico, y habla de la necesidad de simplificar los procesos administrativos, una situación que está “llevando al colapso burocrático” a algunos centros de investigación y que resta a los científicos un tiempo precioso para el desempeño efectivo de su trabajo.