Ocho semanas, con dos sesiones semanales de 60 minutos cada una. Éste es el tiempo récord en el que un programa de rehabilitación diseñado por investigadores de la Universidad de Granada (UGR) ha logrado mejorar la movilidad de los brazos de enfermos con esclerosis múltiple o la destreza manual en el miembro superior más afectado.
En el estudio han participado pacientes de la Asociación de Esclerosis Múltiple de Granada y fueron divididos, de forma aleatoria en dos grupos: uno de control y otro de intervención. Todos ellos recibieron el tratamiento de la asociación pero sólo el segundo conjunto recibió también 16 sesiones de 60 minutos de la rehabilitación domiciliaria diseñada por investigadores de la UGR.
Cada sesión incluía ejercicios de destreza manual con masilla terapéutica, pequeños objetos como botones, canicas… y ejercicios de fortalecimiento con bandas elásticas, así como ejercicios de estiramientos. Por su parte, el grupo control recibió información sobre ejercicios que debía de realizar en su domicilio.
Como resultado, los pacientes han mejorado la función motora del brazo más afectado por la enfermedad, así como la destreza manual, la fuerza de prensión de la mano y la fuerza de la pinza.
La esclerosis múltiple es una enfermedad autoinmune caracterizada por presentar una degeneración progresiva, y representa la segunda causa de deterioro funcional más prevalente en adultos jóvenes. Araceli Ortiz, investigadora de la UGR, ha explicado que “esta patología causa síntomas motores y cognitivos-conductuales, una disminución de la capacidad motora y una reducción de diferentes aspectos funcionales de estas personas”.
El 75%, afectado en los brazos
Según los investigadores, 3 de cada 4 pacientes que sufren esclerosis múltiple ven cómo esta enfermedad afecta a los brazos y les impide realizar multitud de acciones cotidianas. Unas secuelas en los brazos que, según ha indicado Ortiz, se muestran “con la disminución de la fuerza de la mano, la fuerza de la pinza, una disminución de la coordinación, destreza y rango de movimiento causando dificultad en la ejecución de actividades como abotonarse una camisa o desenroscar el tapón de una botella”.
Como consecuencia de estas limitaciones, los pacientes ven reducida su calidad de vida y su capacidad de independencia funcional. Además, “al tratarse de una enfermedad progresiva, un tratamiento de rehabilitación domiciliario sería una buena alternativa al tratamiento proporcionado por un hospital o centro de rehabilitación”, ha finalizado Ortiz.