Cuando se habla de “todos los estratos de la sociedad” que deben unirse a favor de la lucha por cuidar el medioambiente se suele olvidar a las religiones mayoritarias. En eventos como el de la COP25 no lo han hecho. Con la colaboración de la Universidad Pontificia de Comillas, han organizado una mesa redonda con representantes del cristianismo, el judaísmo, el islamismo y el hinduismo para comprender qué relación tienen estas religiones con el medioambiente y cómo puedan unirse a la causa ecológica.
Cristianismo
El representante del cristianismo en la mesa redonda, Jaime Tatai, teólogo y profesor de la Universidad Pontificia de Comillas, ha investigado sobre el papel de las religiones con el medioambiente. Ha considerado que la representación de estas en la COP25 es relativamente exótico. “Que en una conferencia tan técnica y tan política que vengan cuatro personas a hablar de religión parece algo ajeno a este foro. Sin embargo, yo creo que no lo es y voy a tratar de demostrar el porqué”.
Aunque representante del cristianismo, Tatai ha hablado, en gran medida, de forma general sobre las cuatro religiones presentes. “Desde el punto de vista creyente, el tema del cambio climático, el calentamiento global, ciertamente plantea una cuestión de justicia. Lo que le va a suceder a las siguientes generaciones. y lo que ya le está sucediendo a la gente más vulnerable, con menos recursos, con menos salud, con poca capacidad para desplazarse, es una cuestión de justicia; una cuestión que afecta a los derechos humanos y es una cuestión que, como creyentes, nos preocupa a todos”.
Para el cristianismo, según Tatai, hay un elemento fundamental: la percepción de la realidad como regalo, el regalo de la creación. “No estamos simplemente ante materia de átomos que podemos usar y transformar y medir, sino ante un regalo que se nos ha dado. Para los que creemos en alguien que nos dio la vida, que nos trajo aquí, en un creador, eso es algo que tenemos que cuidar. Y esa actitud de cuidado, de reverencia, es fundamental para todo creyente”.
Y, por otro lado, hay una tercera dimensión que es la cuestión ascética. Todas las religiones, de una manera o de otra, invitan a vivir de un modo sobrio, sencillo, a rechazar la avaricia, la acumulación y muchas de estas problemáticas ambientales se deben en parte a ese instinto de acumulación humana y de desorden interior, se llamen pecado o de otra forma. Tatai ha expuesto que, frente a eso, “lo que la religión nos propone es una vida sobria y sencilla, que comparte y que piensa en los demás y en los que vendrán después. Y aquí de nuevo nos encontramos con algo compartido por todos”.
Asimismo, el profesor de la Universidad Pontificia de Comillas considera que hay siete grandes contribuciones religiosas al medioamiente. La primera, “un problema fundamental”, es que se piensa en función de los intereses nacionales, uno de los grandes escollos en negociaciones como la de la COP. Sin embargo, para un creyente hay una concepción del mundo, de la historia, de la comunidad humana, que va más allá de las fronteras nacionales. “Somos comuniones globales y eso nos hace ver el mundo de otra manera. Y nos hace ir más allá del interés nacional de ‘mi’ partido, ‘mi’ región, ‘mi’ ciudad o ‘mi’ país. Creo que esta es una contribución relevante en un mundo donde todo el mundo trata de defender sus intereses nacionales”.
En segundo lugar, otra gran fortaleza de las religiones según Tatai, es que pueden poner al servicio de esta cuestión su red institucional. “Allá donde vayas, hay una sinagoga, hay una mezquita, hay una iglesia o hay un templo. En todas partes. No hay ninguna otra institución que tenga esa capilaridad, esa presencia allá donde uno vaya”.
“Hay partes del mundo donde más de la mitad de las instituciones educativas están llevadas por organizaciones religiosas. La religión tiene una presencia institucional como pocas otras organizaciones que, bien empleada, podría procurar cambios sociales y transformaciones”, ha considerado.
Además, está el aspecto económico. “Y aquí se está hablando mucho de dinero. Las religiones manejan mucho dinero, en el buen sentido de la palabra. Se estima que un 12 % de todos los capitales están gestionados de alguna manera o de otra por instituciones religiosas o de inspiración religiosa. Hay una capacidad de influir a nivel financiero y las religiones se lo pueden tomar en serio, como han hecho en otras ocasiones. Es otra palanca posible de transformación que las religiones pueden y deben utilizar”.
El influjo moral también es para Tatai otra gran fortaleza. Se habla de capital humano, de capital tecnológico, de capital financiero, pero hay un capital moral en la humanidad y, en gran medida, a pesar de sus incoherencias, las religiones poseen ese capital moral. “Cuando una comunidad religiosa se pronuncia –ha explicado–, y lo hace alto y claro y se dirige a sus seguidores y a todo ciudadano de buena voluntad, sea de la religión que sea. Se escucha ese mensaje. Y muchas veces tiene más autenticidad y más peso que el del líder político o del líder empresarial. Ese capital moral de la religión es relevante”.
Otro elemento compartido por todas las religiones es la capacidad que tienen para generar tejido social o capital humano. “Las religiones son grandes aglutinadoras, generadoras de identidad, y bien empleado puede ser un factor de cambio si una sinagoga, una mezquita, un templo, una iglesia, con la autoridad moral de sus líderes y con la comunidad que tiene detrás decide dar un cambio, una transición hacia las energías renovables, tomarse más en serio el reciclaje, el modo de invertir su dinero o sus ahorros tiene un efecto agregado que es significativo. En este sentido, la religión de nuevo puede liderar –y en parte lo está haciendo ya– cambios sociales que son relevantes para los temas que nos traen a la COP25”.
Por último, para Tatai las religiones son capaces de establecer puentes culturales y puentes entre instituciones. El último Objetivo de Desarrollo Sostenible, el 17, habla de las alianzas, de su importancia. “Naciones Unidas se esfuerza por establecerlas y, en un mundo muy polarizado ideológicamente, dividido culturalmente, enfrentado en muchas ocasiones, las religiones, por ser comuniones globales y por tener esa presencia en distintos estratos de la sociedad y en distintos países, pueden y deberían ser puentes culturales, tienen esa capacidad de convocar, de establecer diálogos con otros creyentes y establecer una alianza interreligiosa”.
Judaísmo
Rafael Benatar, secretario del Centro de Estudios Judeocristianos en España, se ha centrado más en su religión, explicando el concepto de Tikún Olam, un concepto judío muy importante que aparece reflejado en la Cábala, el texto místico judío donde se dice que, cuando se creó el universo, Dios concentró toda su esencia en un recipiente. “Ese recipiente se resquebrajó en millones de pedazos y el mundo se rompió. Nuestra misión en el mundo, la de cada uno de nosotros, es reparar el mundo. Es el primer concepto que aporta el judaísmo casi de manera fundacional al medioambiente”.
Por otro lado, en el Génesis –en el capítulo 2, versículo 5– también aparece un concepto medioambiental, cuando Dios le dice a Adán “trabaja la tierra y cuídala”. “No es algo en vano –ha aseverado Benatar–, claramente le dio instrucciones de cuidar la tierra y, siendo el mundo una creación divina, unas instrucciones claras de no poder ir contra la tierra puesto que es una creación divina".
Se encuentran también en la Torá diferentes alusiones al cuidado de la tierra y al medioambiente. En el Deuteronomio –capítulo 20, versículo 19– se habla de “no poder destruir”. No solo “no poder destruir” sino la obligación de impedir que algo sea destruido. “Es un concepto fundamental que, incluso en el Talmud, ya mucho más adelante, sí se especifica ‘no puedes talar árboles, no puedes destruir árboles frutales’ y el concepto de no poder ir contra nada que dé beneficios a medio o largo plazo, algo que ya te incita a pensar en el bienestar”, ha interpretado Benatar.
Existen conceptos del Levítico, como el año sabático –en el capítulo 25, versículos 3-4– que ya dicen que la tierra tiene que descansar una vez cada siete años. “No se puede arar la tierra, se pueden recoger los frutos, pero dejando descansar, y eso es lo que unimos con el concepto del sabbat, del sábado judío, en el que se dice que Dios creó el mundo en seis días y el séptimo descansó, Nos sirve también para la tierra. A la tierra hay que darle un descanso exactamente igual que a todas las creaciones divinas. Incluso una máquina tiene que descansar porque si no lo hace estalla”.
“Y entro del Halajá –ha proseguido–, el conjunto de normas judías, encontramos desde normas de reducción de la basura, en esa época sobre todo cristales; también temas de contaminación; o la obligación de crear cinturones verdes alrededor de las ciudades. Son cosas que hoy, con el maltrato que hemos hecho a la tierra, se quedan excesivamente cortas pero que para la época ya era un avance hablar de urbanismo sostenible, de cinturones verdes, de retranqueos entre las ciudades y las agriculturas, de preservación de biodiversidad. No hay que olvidar que el mundo es una creación divina a imagen y semejanza de Dios, igual que todos nosotros. Puedes ser más creyente o menos, más religioso o menos, el judaísmo no se mete en eso. Pero siempre pide que no se destruya, que se repare el mundo”, ha indicado.
Asimismo, yendo a la etapa más moderna, con la vinculación del Estado de Israel con los judíos, Benatar ha hablado del Keren Kayemet, el Fondo Nacional Judío, una organización que ha plantado más de 240 millones de árboles en las últimas décadas. Una organización que presume de convertir a Israel en un país en el que crece la superficie neta de árboles cada año, que ha conseguido que más del 87 % de los hogares caliente su agua con energía solar, que ha conseguido más de un 80 % de reciclaje de toda su agua.
Islamismo
Por el lado del islamismo, el representante ha sido Abdelaziz Hammaoui, miembro de la Junta Islámica de Melilla. Según él, está claro que ante el reto medioambiental la religión puede tener un papel fundamental "porque trabaja desde el interior de la persona”. Hammaoui ha subrayado que el papel de la religión es sobre todo educativo y transformador. “En el caso del Islam, este tema ocupa un espacio enorme en las fuentes islámicas: hay más de 2.000 versos en el Corán que hablan de la naturaleza, el medioambiente; hay más de 200 referencias en la Sunna y hay miles y miles de normas en la jurisprudencia islámica que tiene que ver con esto”.
Ha mencionado algunas, como que la relación con el medioambiente tiene que ver con la fe en el Islam. Para los islámicos, Dios es el dueño y creador del universo y todo lo creado está hecho con mucha sabiduría, con perfección, con belleza, con equilibrio. “Por lo tanto, entendemos que cualquier tergiversación a ese orden es una forma de corrupción. Como que el ser humano es un miembro de la creación, ni es superior, ni es inferior. Por último, todo esto se transforma en formas de relacionarse con el entorno”.
¿Y cómo se debe relacionar el musulmán con este entorno? “Primero, mantener un vínculo afectivo, de fraternidad. Porque nosotros, como el resto de la creación, somos criaturas de Dios y, por lo tanto, hermanos en la creación. El Corán dice ‘todo cuanto hay en los cielos y en la tierra son siervos del misericordioso’. Otro vínculo es el espiritual porque entendemos que la creación es un templo que nos ayuda a conocer a Dios y a comunicarnos con él. Y, además de eso, compartimos con el resto de la creación la labor de servir y adorar a Dios”, ha explicado Hammaoui.
“El Corán dice ‘a Dios le adoran los siete cielos y la tierra y todo cuanto hay en ellos. No hay nada en la creación que no glorifique a Dios, solo que vosotros no entendéis su forma de oración’. Entendemos que el universo, la naturaleza, es una fuente de sabiduría para nosotros, es un libro abierto. El Corán invita a reflexionar, a tomar lecciones de la naturaleza. En la creación del cielo y la tierra y la sucesión del día y de la noche hay lecciones para quienes reflexionan. Debemos mantener una posición de responsabilidad, de cuidar los recursos naturales que Dios ha puesto bajo nuestra disposición”, ha interpretado. “Nos dice el Corán ‘adorad a Dios, no existe otra divinidad excepto Él. Él os creó de la tierra y os asignó la labor de habitarla para su desarrollo’”.
Además, según él, hay una labor de beneficio mutuo entre los islámicos y los seres creados. Y hay algunas normas más allá de las prácticas, relacionadas con el mundo animal. Por ejemplo: el profeta Mohammed dice que quien no tenga compasión con las criaturas Dios no tendrá compasión con él. O que se verá privado de la compasión del cielo. Dice también que la limosna no es algo solo para las personas, sino también para los animales y para el resto de las criaturas. El mismo profeta informa que una persona se mereció el paraíso por salvar a un perro y otra persona se mereció el infierno por castigar una gata.
“Nos dice ‘no toméis los animales como asientos’; nos dice ‘no insultéis ni maldigáis a los animales’. Y habla a sus seguidores: ‘Cortad vuestras uñas para no causar dolor a vuestras ovejas cuando las ordeñéis’, así como ’Dios ha escrito la caridad en todo , así que, a la hora de degollar o sacrificar un animal hacerlo también con caridad’. El profeta Mohammed prohibió también la caza y la tortura de animales por placer, por diversión”, ha explicado.
Por otro lado, en el mundo de la vegetación, el profeta Mohammed dice que si llega el fin del y mundo y uno de sus fieles tiene un arbusto en su mano y lo puede plantar antes de que acabe todo que lo haga. “No tiene sentido plantar un árbol cuando estamos en el fin del mundo, nadie se beneficia de ello. Pero es un ejercicio, una actitud de gratitud, de educación. Siempre sembrar, independientemente de si nos beneficiamos o no de los frutos”.
Con el tema del agua, el profeta Mohammed también dejó enseñanzas. “Vio a uno de sus seguidores haciendo la ablución [lavado ritual antes de rezar] y le dijo que no malgastara el agua, ‘no derroches’. El hombre le contestó que estaba haciendo un ritual para rezar a Dios. Y Mohammed dijo ‘no derroches el agua aunque estés haciendo la ablución en un río con abundante agua’. Es una cuestión de educación, de consumo responsable. El Corán dice ‘comed y bebed, pero no derrochéis. Dios no ama a los derrochadores’. En la jurisprudencia islámica, contaminar un río o una fuente de agua potable es de los pecados mayores”, ha asegurado Hammaoui.
El miembro de la Junta Islámica de Melilla ha resumido con un dicho del mismo profeta la relación del islamismo con el medioambiente. “‘No os hagáis daño a vosotros ni daño a nada ni nadie de vuestro entorno’. Y dice también: ‘La persona más amada para Dios es la más útil para la creación”’. Y, por último, ha dejado una frase de un teólogo musulman: “‘La mejor forma de adorar a Dios es atender las necesidades más urgentes de sus criaturas’ y, en nuestros tiempos, una de las necesidades más urgentes es el reto ambiental. Por lo tanto, hoy más que nunca, las religiones aquí presentes y otras podemos y debemos tener una labor positiva en ese sentido”, ha finalizado.
Hinduismo
“He nacido en la más oscura ignorancia y mi maestro espiritual me ha abierto los ojos con la antorcha del conocimiento. Llévame de lo irreal a lo real. Llévame de la oscuridad a la luz. Llévame de la muerte a la inmortalidad”. Con esta oración ha comenzado su intervención Juan Carlos Ramchandani (Krishna Kripa Dasa), presidente de la Federación Hindú en España, que ha indicado que el hinduismo, y quizá sea por su antigüedad –“que se pierde en la noche de los tiempos”–, es una religión o una forma de vida muy ecológica.
Ramchandani ha explicado que en el hinduismo no piensan que el ser humano, por ser más inteligente, o por tener el poder, tiene el derecho de someter al resto de la creación de Dios. "El hombre no tiene más poder que los animales, ni tiene derecho a explotarlos, ni tiene derecho a explotar la tierra. De hecho, en el hinduismo, a la tierra la llamamos Bhumi, y está considerada como una diosa. El hindú ortodoxo, cuando se levanta por la mañana, antes de poner los pies en la tierra, le ora pidiéndole perdón porque le va a pisar. Hay un concepto de que los seres humanos formamos parte de esa gran creación de ese macrocosmos al cual no tenemos que explotar, sino que tenemos que proteger”.
En los textos más antiguos, los Vedas, y en el más antiguo, el Rig Veda, considerado uno de los textos más antiguos de la humanidad, hay ya oraciones, mantras, donde se invoca la protección de la madre tierra. Sobre esto ha subrayado que “hay uno que muestra que la tierra es nuestra madre y nosotros somos sus hijos. Y hay mantras que dicen que no matarás los árboles porque esto nos protege de la contaminación. Desde hace miles de años se habla de contaminación. Se habla de cómo los ríos son personalidades, como el Ganges, son divinidades, son personalidades que debemos de cuidar y de proteger”.
Del mismo modo, el hinduismo no fuerza, recomienda, sugiere que una dieta ecológica, saludable y, al mismo tiempo, solidaria, es la dieta vegetariana. Los expertos dicen que buena parte de la contaminación que hoy tenemos en el mundo se debe a la industria cárnica. Ramchandani lo ha relacionado con que el hinduismo, desde hace varios miles de años, promueve que el vegetarianismo puede ser un gran valor “como motivo de que la persona esté calmada, en paz y, al mismo tiempo, sin que se contribuya a la contaminación de los recursos”.
“Vemos que las acciones que nosotros hacemos tienen una reacción, lo que conocemos con la palabra karma. Hoy en día vemos cómo en la India, la tierra donde nace el hinduismo, tiene el número más alto del mundo de ciudades más contaminadas y esta influencia se debe al afán por el progreso industrial. Que sí, creemos que es necesario, pero se han descuidado los valores morales y espirituales del hinduismo, que están haciendo que la India, cuna de la civilización y de la ecología, tenga un gran número de ciudades con un alto índice de contaminación”.
Y ha puesto varios ejemplos: “Tenemos ríos sagrados como el Ganges o el Yamuna. Las escrituras dicen que si te bañas en el río sagrado te purificas del karma negativo, de los pecados. Cuando le explicas a una persona que no tire una botella de plástico al río, o las cenizas de alguien que acaban de incinerar, te dicen que no se puede contaminar el río, porque está hecho para purificar. Lo que nos muestra que hay un problema de educación. Desde el hinduismo creemos que hay que enseñar en las escuelas lo más elemental: cómo cuidar el medio ambiente, cómo somos parte integral de todo lo que nos rodea, cómo podemos ayudar a preservar esa creación divina. Y comienza todo con uno mismo, teniendo una vida más ecológica, más acorde con los tiempos que vivimos. Hay que tratar de influir en las familias, en la comunidad”.
Por último, Ramchandani ha querido dar reunir a todas las religiones a través de sus propias creencias. Según él, todas las religiones tienen la responsabilidad de influir en sus comunidades leyendo las escrituras, las enseñanzas de los maestros, a cómo cuidar el ambiente… “Y, por supuesto, Sanatana Dharma: el hinduismo respeta y reconoce a otras formas de espiritualidad. Entre todos tenemos que aportar nuestro grano de arena y educar para cuidar de nuestro planeta, que es la madre de todos nosotros. Le llamemos Khrisna, Dios, Alá o Yahvé. Estamos hablando de un único Dios y un planeta en el que vivimos todos”.