De entre los 9.500 metros cuadrados de zonas verdes con los que cuenta el recién inaugurado Campus de Juan XXIII de ESIC Business & Marketing School en Pozuelo de Alarcón, una minúscula parte corresponde a un árbol centenario. Estaba ahí antes de que la institución eligiese este lugar para comenzar una nueva etapa. Y sigue ahí. Se alza entre uno de los huecos de la ‘E’ que tiene el edificio si se mira a vista de pájaro. Crece hasta llegar a lo alto de las cuatro plantas de altura donde casi 1.000 estudiantes podrán pararse a admirarlo.
Por dentro, también hay madera. Mucha. Y cristal. Mucho. Donde las salas conforman un puzle transparente. Una forma de entender la educación que la escuela de negocios ha patentado con un modelo propio: Transformative Learning. Dos palabras que son sinónimo de crecimiento personal a través de una enseñanza “holística” en conocimientos, habilidades y valores. Este concepto, clave para entender los valores de ESIC, lo pronuncia Felipe Llano, Director de Desarrollo Corporativo y Director Ejecutivo de la Business School de Pozuelo, en su entrevista con Innovaspain. Pero también lo ancló en su discurso del pasado 21 de septiembre Eduardo Gómez Martín, director general de ESIC Business & Marketing School.
Nada más cruzar las puertas automáticas, el estudiante se encuentra con otro de los elementos fundamentales para entender la esencia del nuevo campus de Juan XXIII. Una escalera que alcanza, a semejanza del árbol centenario que permanece fuera, todos los niveles del edificio. Que conecta. Porque no hay que olvidar los elementos que pasan desapercibidos pero permiten que la institución pueda desarrollar una educación híbrida. Alrededor de 150 pantallas repartidas por 40 aulas de diferentes tipologías con capacidad para entre 25 y 30 personas, un auditorio para 300 personas, 16 salas de trabajo o cinco meeting points.
Mente, cuerpo y alma
Para que el estudiante interiorice los valores, en el nuevo campus de ESIC en Madrid hay espacios para evadirse de lo meramente académico. “Dedicados a trabajar tres partes esenciales”, apunta Llano. Sobre la primera, la referida a la mente, un lugar para “descansar, parar y enfrentar los desafíos desde otro punto de vista” es la sala mindfulness, donde reina el silencio y escasea la tecnología. En caso de no necesitar tanta introspección, otras dos opciones son la terraza, las salas de encuentro o el Ágora. Esta última, un pequeño auditorio acomodado con cojines y que invita a socializar.
El gimnasio y la cafetería se encargan de mantener en armonía el cuerpo, y acorde con la creencia de cada uno. “Tiene opciones saludables de alimentación, que respetan además las opciones de cada persona (desde el veganismo a cuestiones religiosas o sanitarias)”.
Aunque destaca que una institución fundada por la congregación de Sacerdotes del Sagrado Corazón de Jesús – Padres Reparadores haya habilitado la que denominan “capilla aconfesional”. Aquí se disponen bancos de madera en las paredes de una pequeña estancia que presiden un atril y un saliente central donde cae un torrente de luz natural. Detrás de ellos, un cajón integrado en la pared guarda los diferentes símbolos religiosos para que el alumnado, compuesto por 80 nacionalidades procedentes de los cinco continentes, se recoja en su fe.
Una forma de entender la experiencia ESIC que no se ha dejado al azar. “Nuestro objetivo es que el alumno pueda convertirse en un mejor profesional y en una mejor persona. Ayudándole a desarrollar esas competencias imprescindibles que le permitan fomentar su empleabilidad y potenciar su capacidad de adaptación tanto a los desafíos del presente como los que están por llegar”, continúa Llano.
La casa de cal sensibilizada con el medioambiente
Aunque el blanco que predomina en el exterior del edificio de Juan XXIII es “un color habitual en todos nuestros campus”, reconoce Llano, en este esconde otro motivo más. “Tiene una función clara, que es ayudar a mantener la temperatura del edificio, evitando la atracción de calor y por tanto, ayudando a un consumo energético más sostenible”.
La azotea está colonizada por paneles solares que generan un máximo de 60 KW, que generan un 10% del total de potencia contratada (600KW). Los LED que se esconden por todo el edificio, o las pantallas, están alimentadas por el sol… o la geotermia, otra de las fuentes de energía de que se nutre la infraestructura.
Un equipamiento, el de los paneles y las pantallas, fruto del acuerdo entre ESIC y LG. La institución ha apostado por la multinacional surcoreana por su “compromiso con la sostenibilidad muy en la línea de la que tenemos”.
De primeras, todo el complejo académico ya cuenta con una certificación energética A, la más alta que hay en la normativa. Pero la institución anhela anunciar pronto la noticia de que ya posee la certificación LEED Oro, una de las más importantes a nivel internacional. “En nuestro caso, durante la obra los certificadores han hecho el seguimiento oportuno, así que no tendremos problemas en conseguir nuestro objetivo”, se muestra tranquilo Llano.
Y las intenciones ya se aprecian en el campus: la gran extensión de zonas verdes cuenta con un pinar recién plantado. Al otro lado, las 300 plazas de aparcamiento cuentan con una parte importante destinada a vehículos ECO, para vehículos compartidos. Y, aparte, hay 60 puestos para dejar la bicicleta.
En Pozuelo, pero interconectado con el mundo
Si bien los más de 23.600 metros cuadrados construidos gracias a una inversión de más de 35 millones de euros han materializado “parte de un sueño” iniciado hace más de 55 años “en las aulas de un colegio de Madrid”, confesó Gómez, este nuevo campus de ESIC trasciende la barrera física. Condición sine qua non de esta era, Llano agrega que los límites físicos “se suprimen” para dar fruto a una universidad “global e hiperconectada”.
“Todo parece indicar que los modelos relacionales entre empresas y trabajadores van a cambiar. Y queremos preparar a nuestro alumnado para trabajar en equipo tanto de manera presencial como en remoto”. Refrenda así la internacionalización que se corrobora con los 140 acuerdos con universidades de los cinco continentes y los dos campus, uno en Curitiba (Brasil) y el recién nacido en Medellín (Colombia).
A la entrada de cada aula hay una pequeña pantalla que ofrece información sobre lo que ocurre dentro. Desde la capacidad que tiene, a la ocupación, a la clase que se da en ese momento o quién ha reservado la sala. Llano, que ha seguido el proyecto del nuevo campus desde su concepción, apunta que la tecnología es un canal para facilitar la relación con “los diferentes stakeholders” de ESIC.
La declaración de intenciones ya la hizo Gómez durante la inauguración. “Queremos construir en Madrid un hub de educación superior con una oferta competitiva, actualizada, modular y flexible que responda a los retos de las empresas”.
De tal manera que también todo el campus está pensado para cubrir las necesidades de toda la oferta académica. Desde los programas de postgrado de ESIC Business School a las necesidades de ESIC Centro de Formación Profesional, de Corporate Education y de ICEMD – Insituto de Innovación de ESIC.
“Una gran noticia” para la Comunidad de Madrid
Ubicado en la localidad madrileña, este complejo de estudios fue recorrido en su inauguración por Isabel Díaz Ayuso, presidenta de la Comunidad de Madrid, y la alcaldesa de Pozuelo de Alarcón, Susana Pérez Quislant. La primera calificó de “gran noticia” que ESIC amplíe sus instalaciones en la Comunidad: “queremos ser la mejor región universitaria en español”.
Para la presidenta, “es el momento de formar bien, de consolidar centros de educación superior como epicentro de excelencia”. Porque, agregó, es ahí donde nace la “igualdad de oportunidades, de estímulo del mérito y el esfuerzo, de mejora social y de libertad”.
El pasado martes se completó “un hito”, en palabras del director general de ESIC Business & Marketing School.
Que tiene como valor supremo “transformar el mundo en un lugar mejor” desde su esencia de escuela de negocios. “Para nosotros, ‘hacer negocios’ no es solo enseñar a que una empresa gane dinero. Es aportar valor a todos los stakeholders de la empresa, a la sociedad en la que opera y al mundo”, desgrana Llano.
En los espacios verdes, las aulas, el equipamiento o las salas de trabajo en equipo. O en el propio silencio de la habitación mindfulness “el edificio quiere hablar por sí mismo”, avisó Gómez sobre este paradigma de la educación superior que, ya, no es del futuro.