MÁLAGA. Por los pasillos del Palacio de Ferias y Congresos de Málaga, el FYCMA, durante en el Foro Transfiere, un robot va siguiendo a unos extremeños, ajeno a todos los problemas. Es Shadow, un aparato robótico con una bandeja desarrollado para uso social y acompañamiento para personas mayores o en hospitales. Todos lo miran, pero Shadow sólo sigue a sus creadores.
Entre ellos está Alejandro Torrejón, investigador de Robolab, el departamento de robótica de la Universidad de Extremadura, que cuenta que es un robot «coherente» y «cómodo» al comportamiento humano, como todos los que desarrollan en su laboratorio. De hecho, no es el único, pues han viajado a Málaga con dos de los tres con los que cuentan.
El pequeño es Evo, que se centra sobre todo en la terapia ocupacional para personas de edad avanzada, ya sea dándoles conversación, o también mediante juegos que estimulan la memoria, el pensamiento, el razonamiento. Tiene una parte de storytelling, donde cuenta historias con diferentes opciones, como una evolución de la historia de la propia persona que está en tratamiento. También cuenta con juegos como Simón Dice o Pasapalabra, juegos de memoria.
«Se utiliza además para entornos educativos, con niños que quieren aprender programación, con un programa parecido a Scratch, la llamada programación en bloque, que sirve para hacer una introducción para los más pequeños», amplía Torrejón. Pero la estrella sigue siendo Shadow, el robot que se pasea por los pasillos del Transfiere.
Impresión 3D
Shadow es un robot que está orientado a entornos hospitalarios. Sus primeros pasos, diseñados por Robolab, fueron para traer y llevar medicinas, así como seguimiento de personas. Por ejemplo, si se deja en su bandeja la comida o la medicina y el robot va siguiendo al paciente hasta que se le indique lo contrario. En un futuro, también se quiere idear que, teniendo ya un mapa creado, decirle que vaya de la cocina a la habitación del hospital con lo que se quiera llevar, «siempre respetando el espacio de las personas, evitando atropellos y siendo medianamente educado», matiza el investigador.
Según él, la ventaja que tiene este proyecto es que los dos robots están creados por ellos en impresoras 3D, así que saben lo que quieren, lo que se puede ofrecer y se puede cambiar en cualquier momento. «Si no queremos la bandeja que tiene ahora integrada el robot Shadow y la necesitamos más grande o más pequeña, podemos modificarlo con LiDAR y ya está», razona.
Así, en principio este proyecto era una prueba de concepto para llevar un producto casi terminado a un producto funcional, que sería perfectamente comercial. Aunque, actualmente, no están pensando tanto en vender el producto, que también, sino que los modelos, planos eléctricos y demás los elementos de estos robots sean «OpenSoft», para que cualquiera se pueda fabricar uno y editarlo a sus necesidades, como por ejemplo tener brazos.
«Nuestro tercer robot, de hecho, que se llama Pívot, tiene brazos, es un robot de manipulación —apunta—. Sus brazos son industriales, no los hemos fabricado nosotros, pero sirve para manipulación en mesas, abrir puertas… es más funcional, pero también es más complejo. Tiene ciertas ventajas, como abrir cajones o coger elementos. Es más autónomo. Al final, Shadow necesita que alguien le guíe, aunque tiene cierta autonomía pues te va siguiendo como si fuera tu acompañante».