Casi 80 millones de toneladas de vegetales son desperdiciadas anualmente en la producción primaria en Europa. De ellas, 30 millones de toneladas son frutas que no llegan a comercializarse. Gran parte de este desperdicio es fruta que se cae al suelo y no es recolectada, algo a lo que AINIA quiere poner solución desde España –concretamente desde Valencia– con la creación de un robot móvil capaz de dar una segunda al alimento. «Se desechan demasiadas toneladas de fruta que son aptas para el consumo o usos alimentarios», se queja Jordi Cirujeda, responsable de Tecnologías de Visión Avanzada del centro tecnológico.
Este robot móvil está enmarcado en el proyecto FoodCollect, que incorpora tres principales innovaciones: navegación autónoma, gracias a una plataforma robótica móvil, un brazo para la recolección y un sistema avanzado de visión para la detección y localización de la fruta. «Hemos elegidos las naranjas y los caquis», explica Gabriele Kubiliute, técnico de la línea de Tecnologías de visión avanzada de la Unidad de Transformación Digital de AINIA. La elección se debe a que ambas frutas son las más abundantes en Valencia. «En un futuro, se pretende que esta tecnología se extienda a cualquier fruta susceptible de ser recolectada del suelo agrícola», anticipa Kubiliute.
AINIA está desarrollando un software capaz de generar trayectorias óptimas para mover la plataforma móvil entre las plantaciones de los árboles frutales y que, durante el proceso, sea capaz de pararse, detectar y localizar la fruta del suelo. Además, incluye un módulo de evasión de obstáculos, lo cual añade un grado de seguridad y confianza al usuario sabiendo que no podrá chocarse con los objetos ni con las personas. También incorpora un GPS para poder geolocalizarlo en cualquier momento y saber su posición exacta en la plantación.
Para la recolección de la fruta se ha incorporado a la plataforma, un brazo robótico colaborativo que permitirá coger la fruta del suelo y depositarla en el cesto incorporado. Además, se está realizando un diseño a medida de una garra que va a permitir una adaptabilidad perfecta a la fruta, haciendo que la recolección sea eficiente y segura. En cuanto al módulo de visión del equipo, está compuesto por una cámara 2D y una cámara 3D. Por un lado, con la cámara 2D es posible identificar la fruta, analizar su color, su textura y su estado. Por otro lado, con la cámara 3D es posible analizar la forma, tamaño y la ubicación en el suelo.
El robot móvil, que aún está siendo validado, supone una ventaja competitiva para el tejido agrícola valenciano en la explotación de los cultivos que permite crecer a las empresas valencianas de los sectores de la fabricación de maquinaria y bienes de equipo en el desarrollo de aplicaciones tecnológicas punteras, con gran potencial para la exportación nacional e internacional.
«La situación a día de hoy en torno al desperdicio de frutas es muy crítica y se ha convertido en uno de los principales retos de los Objetivos de Desarrollo Sostenible», avisa Jordi Cirujeda, aunque valora que se están dando los pasos adecuados durante este primer año de proyecto –financiado por el Instituto Valenciano de Competitividad Empresarial (IVACE)–. Será el año que viene, fecha en la que finaliza el proyecto, cuando se comprueben los resultados y se valore el trabajo de un robot móvil que podría ser empleado en otras ramas del sector hortofrutícola.