La atrofia muscular espinal (AME) es una enfermedad muy grave, neurodegenerativa y de origen genético. Afecta a 2 de cada 100.000 habitantes. Antes de la aparición de los tratamientos era la primera causa de mortalidad infantil en menores de dos años por enfermedad de origen genético.
La AME afecta a personas de distintas edades y se caracteriza por una debilidad muscular grave. Puede provocar desde dificultades para ponerse en pie y caminar hasta impedir llevar a cabo funciones vitales básicas como tragar, sostener la cabeza o respirar.
La Dra. Rocío Calvo, especialista en neuropediatría del Hospital Universitario de Málaga, explica a Innovaspain que los pacientes de atrofia muscular espinal carecen del gen SMN1. “Es el encargado de producir la proteína SMN. Sin ella, las motoneuronas (neuronas responsables del movimiento) se deterioran y mueren. De ahí que la AME provoque un debilitamiento muscular progresivo y generalizado”.
Señales de alarma
La doctora Calvo apunta que el diagnóstico temprano es uno de los grandes retos a los que se enfrentan los profesionales. ¿Qué señales deben preocuparnos? “Los bebés que padecen AME nacen normales, pero, poco a poco, se mueven menos. Por ejemplo, cada vez nos costaría menos cambiarle el pañal al bebé. Deja de patalear. A más edad, los signos son más sutiles, no siempre fáciles de detectar por los padres. Niños con 8-9 meses que se sientan, pero no empiezan a caminar. Esos meses de retraso en el diagnóstico conllevan una pérdida irreparable de motoneuronas”.
De ahí que profesionales como Rocío Calvo y otros colegas incidan en la importancia de campañas que recuerden y actualicen las pautas que los médicos deben seguir en las revisiones rutinarias de sus pacientes infantiles. En esta línea, la Vuelta Ciclista a España 2022 y FundAME han puesto en marcha la iniciativa “Recorta tiempo a la AME” para visibilizar la importancia del diagnóstico precoz en sus dos etapas contrarreloj. “Por ejemplo, si diagnosticamos a un niño con 2 años le evitaremos la silla de ruedas mientras que si lo hacemos cuando tiene 6 años será casi imposible”, señala Calvo.
La AME en el cribado neonatal
“Intentamos refrescar la memoria para que no se escape ningún signo de alarma. A veces la AME se diagnostica a partir de una prueba habitual de reflejos. Conviene forzar un poco el estado del tono muscular; hacer que el niño se levante o suba escalones… son cosas que no siempre con consideradas en la consulta”, detalla Calvo. La doctora añade a la ecuación la llegada de métodos más eficientes de diagnóstico, incluso presintomáticos, como el cribado neonatal de la AME, una realidad en Bélgica, Alemania, Taiwán y varios estados de EEUU.
En España, un proyecto del que forma parte del Hospital Universitario de Málaga, considera este cribado en Andalucía oriental. “Está dentro de la que todos conocemos como prueba del talón. La hacemos a los 3-5 días de vida del recién nacido y es capaz de alertarnos sobre la presencia de enfermedades genéticas graves. Hasta el momento, la AME no estaba incluida porque no existían tratamientos efectivos con los que curarla. Padecerla suponía una muerte segura”.
La llave maestra de la medicina genética
Por fortuna, el panorama ha mejorado sustancialmente. Todo cambia con la incorporación de la medicina genética a su tratamiento. “Es de las primeras enfermedades donde no actuamos sobre los síntomas, sino que el foco está en modificar y corregir la lectura del gen para que produzca la proteína correcta”.
Los primeros ensayos clínicos con fármacos eficientes datan de 2011. “Poco a poco hemos sido capaces de determinar qué pacientes eran los más indicados para estos tratamientos, acumulamos experiencia y evidencias de la vida real”, apunta Rocío Calvo.
La experta recuerda que, de los tres tratamientos génicos efectivos disponibles en el mundo, dos (en 2018 y 2021) han sido autorizados en España. “No son curativos, pero sí implican un antes y un después respecto a lo que vivíamos hace apenas 10 años. El problema es que son muy caros. Existen unas pautas sobre quienes lo deben recibir de forma prioritaria que convendría revisar cada poco tiempo”.
Dos tratamientos eficaces
El tratamiento aprobado en 2018 modifica la lectura del gen SMN1 anómalo. “Le damos lo que le falta, empieza a producir la proteína SMN y por tanto protege las mononeuronas. La complejidad es que debe ser suministrado cada 4 meses directamente en la médula. El paciente no se desvincula del hospital, aunque ellos y nosotros cogemos ritmo rápidamente”.
Respecto a la segunda terapia génica, aprobada en diciembre de 2021, Calvo detalla que hablamos de una úica dosis intravenosa. “Mediante un vector viral, introducimos en el organismo el gen que falta. Este tratamiento puede crear una reacción inmune. No es válido para personas que hayan padecido una infección (por adenovirus) que produzca el virus introducido. Limita el número de beneficiarios porque es una infección muy habitual”.
Además del precio, la doctora cree que hay otros obstáculos que superar. “Necesitamos más rodaje con estos tratamientos. Desconocemos parte de los posibles efectos adversos y el recorrido a largo plazo del tratamiento. Nos hacen falta unos cuantos años más”.
Pese a todo, añade que no debemos caer en el error de desmerecer estos avances por estar ligados a una enfermedad rara. “Acumulamos conocimiento que será válido en el tratamiento de enfermedades tanto raras como comunes: fibrosis quística, cáncer de mama, melanoma, diabetes o determinados tipos de epilepsia”.
“¡Quién me iba a decir a mí que iba a formar parte de una revolución médica como la actual!”
Aunque las terapias génicas están en el centro del progreso en la lucha contra la enfermedad, Rocío Calvo asegura que alrededor de la AME actúan otros agentes imprescindibles. “Es una enfermedad que requiere interdisciplinariedad. Rehabilitación, fisioterapia, terapias respiratorias, adaptaciones sociales y escolares, accesibilidad urbana… La implicación de los padres y unos servicios de salud eficientes también son imprescindibles”.
En el debe, la Dra. Rocío Calvo lamenta que el sistema sanitario español no otorgue a la medicina genética la importancia que merece. “Los clínicos curamos, pero más recursos en los diagnósticos genéticos favorecería el diagnóstico temprano de muchas enfermedades. Por muy rápidos que seamos los médicos, esto es un engranaje en el que todo está conectado: no sirve de nada descubrir signos precozmente si el análisis genético tarda dos meses en llegar. De ahí que los servicios de genética, microbiología o bioquímica deban tomar posiciones en la primera línea del entramado sanitario”.
La doctora añade que “de poco servirá tener hospitales bonitos” si todo se ‘cocina’ de puertas para adentro. “Cada paso adelante debe ser parte de un diálogo constante con los investigadores, con las universidades y con los tecnólogos. Cuando progresamos, el mérito es de muchos. ¡Quién me iba a decir a mí que iba a formar parte de una revolución médica como la actual! Al cumplir los 40 pensé en bajar el ritmo, pero es imposible. Me puede la pasión por lo que hago, aunque no estemos libres de sinsabores”.