En un momento en el que cada vez se habla más de la salud mental, Sperantia.App sigue creciendo. Esta aplicación móvil nacida en el seno de un equipo multidisciplinar (hay psicólogas, un ingeniero informático y una fisioterapeuta) se centra en el apoyo psicológico. Actualmente, según datos de principios de marzo, eran unos 2.550 usuarios los que se habían descargado la app y la habían utilizado. Con una adherencia enorme: más del 86% había contestado a las preguntas que se les formularon.
Ahora el reto se centra en la parte educativa. Por eso, dos centros escolares, uno en Gijón y el otro en Alicante, han implantado este curso el uso de Sperantia en su comunidad educativa. Y parece, según confiesa Rocío Rodríguez Rey, profesora de Psicología de la Universidad Pontificia Comillas y una de las investigadoras del proyecto Sperantia.App, que lo han recibido “muy bien”.
“La participación en la sesión que hicimos fue muy importante, lo cual indica que a las familias todo el tema del cuidado mental les importa”, recuerda. Además, sirve de herramienta para los orientadores de los centros educativos. La aplicación permite la autoevaluación, conocer cómo se encuentra el usuario y ofrece soluciones o, en los peores casos, deriva a profesionales. Y era importante llegar a los niños y adolescentes.
“Porque lo que no trabajamos antes, difícilmente se va a resolver por sí solo. Ellos están en un periodo muy sensible y crítico en el cual las experiencias que vivan les pueden marcar en su vida adulta. Además, el sufrimiento psicológico cuando existe inhabilita mucho”, argumenta la psicóloga.
Por el momento, esta experiencia piloto en centros educativos culminará al acabar este curso. Servirá para conocer cómo se adaptan los alumnos a Sperantia y, además, descubrir qué necesidades tienen las familias. Con los docentes, explica Rodríguez, se busca que tengan la máxima información disponible. Es más, solo para los orientadores hay posibilidad de descargar los informes psicológicos que se generan en base a las respuestas en la app.
“Es hora de darse ese permiso de empezar a cuidarse”
Rodríguez no tiene duda alguna: Sperantia sirve para cualquier persona que quiera “darse ese permiso de empezar a cuidarse”. La app es gratuita, apunta, y aunque ahora están centrando sus esfuerzos en potenciar su uso entre las primeras etapas de la vida, la mayor parte de usuarios son adultos.
Rodríguez adelanta que seguramente el curso que viene se siga utilizando en estos centros. Y quizá en otros nuevos, con los que ya están “en comunicación”. En los dos centros donde se lleva a cabo el piloto, Sperantia está disponible para alumnos hasta Bachillerato. Si bien “es pronto” para sacar conclusiones, la psicóloga sí que hace referencia a otros estudios. En algunos de ellos se señala cómo esperan (“puntualizando mucho”, advierte) que hayan aumentado los niveles de tristeza, irritabilidad, incluso los problemas de conducta.
Eso sí, en adultos tiene la certeza de que se han disparado los niveles de ansiedad y depresión. Una sensación que llevaban mascando desde el primer estado de alarma, cuando surgió la idea de desarrollar esta aplicación.
“Los organismos oficiales estaban dando recomendaciones sobre cómo cuidar la salud mental”, rememora. Y explica que “para ofrecer ayuda a la gente, surge esta idea de ofrecer orientaciones que sean personalizadas al perfil de la persona que contesta. Hicimos un piloto y tuvo muy buenos resultados. Más del 90% de la gente lo recomendaría. Vimos que podía ayudar”.
Como parte de Comillas, Sperantia.App ya se llevaba utilizando antes en este contexto. Reconoce que incluso los alumnos de la Facultad de Psicología ayudaron a pulir la app en sus inicios. Además, Rodríguez señala cómo desde las empresas han mostrado mucho interés en su app: “estamos recibiendo peticiones diarias por parte de empresas”. En el camino de ampliar los servicios, Sperantia ya ofrece una parte específica para sanitarios.
La profesora recuerda, en último lugar, que aún hoy sigue habiendo un estigma a la hora de ir al psicólogo. “Eso hace que muchas veces se dificulte pedir esta ayuda”, lamenta. De ahí que ella, como parte del equipo investigador, hayan buscado dar esperanza mediante la “reducción de barreras” al acceso a una consulta psicológica. Sperantia, en esencia, busca eso, “que los jóvenes se animen”.
“Si lo pueden hacer de manera próxima, accesible, se pueden disminuir estas barreras. Y es que suele pasar al principio que no saben ni por dónde empezar”, concluye.