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Rosa Molina: "No podemos curar la depresión clínica solo con optimismo"

La psiquiatra, doctora por la UCM y máster en Neurociencias, ha participado en la VIII edición de Eduemoción, el encuentro organizado por la Fundación Zola. “En salud mental, el foco debe estar situado sobre la prevención”
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La doctora Rosa Molina. Imagen: Sergio Enriquez-Nistal.

Cuidarnos nos permite gozar de un cerebro saludable y por tanto fortalecer nuestras relaciones a todos los niveles. Esta fue una de las conclusiones de la VIII edición de Eduemoción, el encuentro organizado en Madrid por la Fundación Zola de la mano de los Colegios Zola. En una equilibrada mezcla de humor y rigor científico, Rosa Molina -psiquiatra, doctora por la UCM y máster en Neurociencias- expuso su visión sobre la importancia de aprender a cuidarse emocionalmente y aplicar ese conocimiento en beneficio de quienes nos rodean.

Durante una conversación con Innovaspain, Molina explica que su devoción por la salud mental es tardía. “Sabía que me dedicaría a una carrera relacionada con la ciencia (es hija de paleontólogo y bióloga). Me gustaban la física, la estadística, las matemáticas… fue estudiando medicina cuando la neurociencia y la psicología empezaron a fascinarme. Aún hoy aprendo cosas nuevas todos los días. Queda mucho por descubrir”.

La psiquiatra también es docente universitaria y coordina la sección de Neurociencia Clínica de la AEN (Asociación Española de Neuropsiquiatría). La conversación arranca con una situación en la que todos nos podemos ver involucrados: ¿Cómo sabemos si ha llegado el momento de pedir ayuda a un profesional de la salud mental? “Hay que tener en cuenta tres variables: síntomas, intensidad y disfunción. Si nos limitamos a hablar de niños y adolescentes, prestemos atención a si están más irritables o desanimados; si se aíslan o comen peor. También si dejan de salir o se muestran indiferentes a las actividades de ocio. Normalmente, cuando existe un problema, coincidirán varios síntomas en paralelo, con un nivel de intensidad importante que provocará disfunciones en su salud, en las relaciones personales y familiares o en los estudios”.

Prevención

Y es que Rosa Molina no tiene dudas cuando asegura que padres y profesores son los primeros influencers de los más jóvenes. “Es una gran responsabilidad. Nos convertimos en su primer laboratorio social y no todos tenemos la suerte de nacer en una familia funcional y estable”. De forma más concreta, indica que la familia es el núcleo principal para un desarrollo emocional sano. “Los primeros seis años son cruciales para el desempeño posterior de nuestros hijos. Parte del esfuerzo que no hayamos ‘invertido’ hasta entonces es difícil que sea recuperado. Por supuesto, existen sinergias muy claras y útiles con la función de los docentes. Los psiquiatras decimos que cuando alguien llega a consulta, de algún modo ya vamos tarde. Muchas otras cosas han fallado por el camino. La buena noticia es que los problemas se pueden revertir. Esa búsqueda de soluciones es una de las esencias de nuestro trabajo, pero el foco principal debe estar situado sobre la prevención; es lo más importante en medicina, también en salud mental”.

En este sentido, Rosa Molina detecta que son varias las vías a explorar. “Es obvio que necesitamos más recursos y aumentar el número de profesionales. A nivel de políticas públicas hay que incrementar la inversión para que la salud mental se extienda con garantías al conjunto de la sociedad. Los propios psiquiatras estamos estresados, y eso no es bueno”. Por otro lado, la divulgadora opina que parte de esas listas de espera inasumibles están causadas por una estrategia de prevención fallida.

Asignaturas pendientes

Rosa Molina admite coincidir con los argumentos del psicólogo experto en psicología clínica Arun Mansukhani (también ponente en Eduemoción). “Fomentar la psicoeducación es una de las grandes tareas que tenemos por delante como sociedad”, añade. “Pongamos un ejemplo. Mansukhani afirma que quizá el estilo profesor-colega cariñoso funcionaba hace unos años porque la estructura de autoridad era piramidal. Los roles han cambiado y hay que replantear modelos. El contexto varía exponencialmente y nos enfrenta a un reto continuo. Es importante celebrar actividades como este congreso, donde la gente conecta y los mensajes calan con más intensidad. La divulgación se ve reforzada cuando es transmitida en un escenario grupal”.

La psiquiatra señala que esta tarea enriquecedora que no cesa es factible llevarla a cabo en los hogares. “La consecuencia es que los padres adquieren una mejor compresión del cerebro de sus hijos y del suyo propio. ¿Cómo? Suprimiendo todo rastro de pereza por conocer, educarse, leer, formarse… Otro ejemplo. Mucha gente comete el error de decir cosas como: “Mis padres no sabían nada de emociones y mira qué bien estoy”.

Nuevos tiempos

En muchos de estos libros, firmados por profesionales (admira la obra de Daniel Goleman, ‘padre’ de la inteligencia emocional) y revestidos de evidencia científica (Molina es autora de Una mente con mucho cuerpo y Tus microtraumas) encontramos respuestas aplicables a la vida diaria. “A todos nos interesa gestionar mejor determinadas situaciones cotidianas. No olvidemos que de los pequeños problemas nacen otros más grandes. Cuanto antes manejemos un conflicto, por pequeño que sea, y con las herramientas adecuadas, mejor. Evitaremos males mayores. Ha llegado el momento de ir un paso más allá. Presumimos de saber mucho sobre salud física, hagamos lo mismo con la salud mental”.

El propio Goleman rompió barreras al hablar de la importancia de anclarse al presente, sin arrepentirse del pasado ni anhelando un futuro prometedor. También puso en valor la concentración o la importancia de saber meditar para optimizar el rendimiento y reforzar habilidades. “Hace 40 años, en la época del “estudia, trabaja y esfuérzate”, estos mensajes no eran del todo entendidos. Su interés actual refleja cómo hemos cambiado. Hoy, con más gente formada y las necesidades principales bien cubiertas, la tendencia es casi la opuesta. En ningún argumento encontraremos la respuesta definitiva. La clave está en el equilibrio. Creo que cada uno de nosotros debe adaptar estas filosofías de vida a sus carencias, virtudes y prioridades. Tan malo es vivir solo en el presente como pasarse de perfeccionista. Otro error es el exceso de buenismo, marcado por una mala interpretación de la psicología positiva, llevada al extremo. Si algo sé es que no podemos curar la depresión clínica solo con optimismo”.

Tecnología y pandemia

En plena revolución digital, crecen las voces que promueven una revisión del uso de las tecnologías en las aulas. “La evidencia científica está ahí para reforzar estas posturas. Tener un móvil cerca, aunque sea bocabajo, pero a la vista, reduce el rendimiento y la concentración. Tendemos a pensar que somos muy ágiles, que podemos vivir en modo multitarea. No es así. Lo que sucede es que no somos capaces de percibir el gasto que supone el cúmulo de esas decisiones ‘hormiga’ que tan bien se llevan con las redes sociales, donde de nuevo vamos de una a cosa a otra hasta acabar atolondrados”.

La psiquiatra durante su ponencia en Eduemoción. Imagen: Colegios Zola.

Rosa Molina participó recientemente en la elaboración de un estudio donde midieron la relación entre el tiempo de uso de Instagram, el tipo de contenido visitado y la imagen corporal. Concluyeron que las personas que pasan más tiempo en la red social se comparan más, tiene menos autoestima y son más autocríticas. “Es una herramienta que puede aportar muchos beneficios -su perfil en Instagram acumula decenas de miles de seguidores- pero en cerebros no del todo maduros, sin bastante capacidad para discernir, esos referentes de cuerpo perfecto van a impactar. Es un bombardeo de imágenes ante el que el trabajo científico ha posado la mirada para replantear el uso de las redes e incluso retroceder algunos pasos”.

La pandemia nos llevó a estrechar lazos con la tecnología de una manera nueva y continuada. “Algunos pudimos reflexionar y reevaluar nuestra escala de valores. Los hay que vivieron verdaderos dramas, pero entre aquellos a los que el virus no tocó muy de cerca, la repercusión no ha sido tanto psicológica como de intentar echar el freno. Eso sí, proliferaron los canales divulgativos de personas que, con escasa formación, difundieron informaciones y teorías sin ninguna base científica. Muchos se han quedado y levantan grandes sumas de dinero”. No es el caso de Rosa Molina y su hermana Ana, dermatóloga. Juntas emiten el podcast De Piel a Cabeza.

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