Ona Therapeutics es una spin-off del IRB Barcelona e ICREA fundada en 2019. Centrada en el desarrollo de un nuevo medicamento para el tratamiento de cáncer metastásico, la compañía acaba de cerrar una ronda de financiación Serie A de 30 millones de euros. Con esta inyección de capital, la biotecnológica podrá completar el desarrollo preclínico y realizar los primeros estudios clínicos con su medicamento para el tratamiento de pacientes, previstos para el año 2023.
Detrás de la empresa están los investigadores Salvador Aznar-Benitah y Valerie Vanhooren. “Ha sido un año de mucho esfuerzo, pero también de aprendizaje y de demostrarnos a nosotros mismos que era posible cumplir e incluso superar nuestras expectativas”, explica a Innovaspain Aznar-Benitah. Mientras que Valerie Venhooven capitanea la parte empresarial, él es el alma científica del proyecto.
Confianza
La ronda ha sido liderada por Asabys Partners desde su vehículo Sabadell Asabys, y cuenta con la participación de Alta Life Sciences, Ysios Capital, FundPlus (Bélgica) y BPI France (Francia). Se ha convertido en la primera ronda de financiación privada más grande cerrada por una startup en España. A lo largo de los últimos meses, la compañía ha sentado sus bases con la solidez suficiente como para multiplicar la confianza de los inversores.
“Pusimos en marcha el laboratorio, contratamos al personal y, quizás lo más importante, ya tenemos un primer candidato terapeútico para ser probado con pacientes en los ensayos clínicos de 2023”, explica Aznar-Benitah. “La empresa funciona en lo corporativo y lo científico. Las cuentas van bien, no vendemos humo y cumplimos objetivos. 30 millones es una apuesta grande, pero nos da la posibilidad de centrarnos en el trabajo sin tener que tocar más puertas buscando financiación”.
El medicamento en desarrollo parte de los resultados publicados en 2017 en la revista Nature por Aznar-Benitah. El investigador demostró que el bloqueo de las rutas que permiten el metabolismo de las grasas previene la formación de metástasis y es potencialmente capaz de eliminar las ya existentes.
Un avance inédito
¿Será el de Ona un paso histórico en la lucha contra el cáncer? Como no puede ser de otro modo, el investigador se muestra optimista y prudente. También desborda ilusión. “Espero que así sea, si no, no me habría embarcado en el proyecto. Desde los tiempos del doctorado por mis ojos han pasado infinidad de posibles dianas terapéuticas y esta es la primera a la que me lanzo. Lo hago con la máxima objetividad y frialdad”.
Aznar-Benitah recuerda que, “por desgracia”, a día de hoy no existen terapias específicamente dirigidas a la metástasis, responsable de más del 90 % de las muertes por cáncer. “Es una enfermedad muy compleja, heterogénea en la capacidad de mutación de las células. Lo que un día tiene efecto en un paciente, al siguiente deja de hacerlo. Creo que nuestro medicamento va a funcionar bien y, si lo hace, será un paso muy importante. Ojalá surjan muchas más propuestas sólidas”.
El investigador asegura que ahora tienen la vista puesta en llegar robustos a unos ensayos clínicos cuya complejidad será enorme. Prevén testar la terapia en cientos de pacientes con tumores muy distintos (oral, mama, melanoma, vejiga, próstata, pulmón…). “Sin una cantidad considerable de dinero es imposible que salga bien”, apunta Áznar-Benitah, que admite que una empresa como Ona no tiene el músculo suficiente para completar esta fase en solitario. “Llegado el momento, tendremos que hablar con las grandes farmacéuticas para licenciar o venderles el medicamento. Ese el espíritu del IRB Barcelona: llevar a la ciencia hasta el paso previo al mercado”.
“Somos una fábrica de ideas en un punto de ebullición muy interesante” (Aznar-Benitah)
La aventura de Ona Therapeutics no ha impedido que Salvador Aznar siga trabajando en su laboratorio. Group Leader del Stem Cells and Cancer Laboratory del IRB Barcelona, su trabajo ha estado focalizado en entender cómo se regeneran los tejidos humanos. Cómo las células madre lidian con el daño; con heridas, quemaduras o infecciones.
“Somos una fábrica de ideas en un punto de ebullición muy interesante”, afirma el investigador. “Estamos inmersos en comprender cómo se coordinan los distintos tejidos en órganos diferentes para acompasar sus funciones cuando les toca y en constante comunicación. Es algo fascinante, que conecta con el envejecimiento, otra de las áreas del laboratorio, y con cómo paulatinamente, a medida que envejecemos, perdemos la coordinación entre tejidos, o si es precisamente ese deterioro es el que provoca el envejecimiento”.
El grupo de investigación no descansa en su empeño por entender los mecanismos de la metástasis. Un campo de acción para el que las aportaciones de Ona han supuesto un verdadero boom. “Queremos saber por qué las grasas son tan pro metastásicas, pero no cualquier grasa, sino unas muy concretas que modifican la célula de modo que le confieren potencial suficiente como para colonizar un órgano distante. La grasa actúa así al margen de su función energética. La célula que ingiere esa grasa adquiere la capacidad para modificar su entorno, lo convierte en propicio para la ‘invasión’. Estas colonizaciones son procesos naturales en el organismo -cuando nos hacemos una herida, por ejemplo, para su curación- el problema es que en el caso de las células tumorales se llevan a cabo de manera exagerada y anárquica”.
“Si en un momento como este el apoyo a la ciencia mengua más, será incomprensible”
Aznar-Benitah asiste con pesar a un momento que ha evidenciado que los recortes “salvajes” en sanidad y ciencia de la última década tendrían graves consecuencias. “Esto ya estaba claro antes del coronavirus. Ir a urgencias con niños cualquier noche y encontrarlas colapsadas. O las UCI, al borde de la saturación con cada brote de gripe. Que una pandemia reventaría el sistema se sabía, pero nadie hizo caso a las advertencias”.
El investigador lamenta que el inusitado protagonismo mediático y social de la ciencia no vaya a traducirse en un cambio estratégico como país que apuesta decididamente por la investigación para desarrollarse. “Las inversiones en la lucha contra el SARS-CoV-2 no implican más recursos, sino que lo que les dan a unos se lo quitan a otros”. En el propio IRB Barcelona ya saben que a nivel nacional sufrirán importantes recortes. “Si en un momento como este el apoyo a la ciencia mengua más, será incomprensible. El cáncer, los infartos o las enfermedades neurodegenerativas siguen ahí. En pocos años nos acordaremos de esta falta de apoyos”.
Consciente de que las arcas púbicas no viven su mejor momento, Aznar-Benitah propone soluciones intermedias, que no necesariamente implican grandes desembolsos. “Casi toda la ciencia se hace a base de prestamos que en su mayoría se quedan sin utilizar porque no tenemos un tejido empresarial potente derivado de la investigación. Habría que transferir ese dinero en forma de subvenciones. La administración debe invertir en ciencia”.