La experta en neuropsicología Sara Barbeito (1981, Vitoria-Gasteiz) ha visto de cerca, en su trabajo con pacientes, los efectos que tuvo la pandemia, y el confinamiento, en nuestra salud mental. Y es que ahora, cuando poco a poco estamos volviendo a esta nueva normalidad, es cuando se están manifestando en muchas personas síntomas de depresión, ansiedad, problemas de sueño o un aumento de consumo de sustancias.
“Es lógico, hemos vivido una situación inesperada, con mucho miedo a la enfermedad, a la muerte”, señala la profesora del Máster en Psicoterapia de la Universidad Internacional de La Rioja. Dos de los factores que más afectaron al bienestar físico y psicológico fueron la pérdida de hábitos y rutinas y el estrés psicosocial, según una investigación en la que participaron varias universidades españolas.
“Somos mamíferos, tenemos una tendencia al grupo, a estar con otras personas. La falta de conexión social, la inseguridad sobre lo que vendrá, sobre el futuro, se ha visto que precipitan estos trastornos”, explica Barbeito, doctora en neurociencias por la Facultad de Medicina de la Universidad del País Vasco, experta en neuropsicología y en terapia de pareja.
Barbeito ha notado una mayor demanda de servicios de asistencia psicológica. A finales de marzo, el Ministerio de Sanidad y el Consejo General de Colegios Oficiales de Psicólogos (COP) de España pusieron en marcha un teléfono de atención psicológica para prestar apoyo asistencial a las personas con dificultades derivadas del COVID-19.
Ante el miedo a otro posible confinamiento, luego de que España registrara cerca de 250 nuevos contagios en las últimas 24 horas, la especialista advierte que “es importante centrarnos en el ahora y recuperar el control sobre nuestras vidas”. Aunque señala que hay que seguir respetando las medidas de seguridad para evitar un contagio, asegura que es importante “no centrarnos en futuros confinamientos”.
Ahora que la situación se ha estabilizado un poco más es cuando las personas tienen necesidad de buscar ayuda. En opinión de Barbeito, pese a que la sanidad pública ofrece servicios de salud mental, “es necesario que haya un mayor número de psicólogos especializados para atender a las personas que lo necesitan”.
El personal de salud, que ha estado en la primera línea de la batalla contra la enfermedad, trabajando en muchas ocasiones en centros saturados y con escasez de equipo médico, se ha visto particularmente afectado. “Ahora que han podido digerir un poco la situación es cuando están manifestando [estos síntomas]. Toda la sociedad tenemos que devolverles esa ayuda que nos han dado poniendo en juego sus vidas”, opina.
A la pregunta de quiénes se han visto más afectados, si hombres o mujeres, Barbeito asegura que no ha notado una gran diferencia. “Más que de hombres y mujeres estamos hablando de personas. Al final cada persona es un mundo”, asegura.
Para ella, son los niños y los adolescentes los grandes afectados. “Es una población vulnerable, que ha sufrido un confinamiento muy duro, sin ir al colegio, sin estar con compañeros de su misma edad, mucho tiempo en casa. Es una situación que ha desbordado a muchas familias y, por tanto, también a los niños”, afirma.
“Ellos son esponjas y van a manifestar aquello que ven en su entorno”, advierte. En todo caso, para cualquiera que lo necesita la experta señala que lo primordial es “ponerse en manos de especialistas lo antes posible”.
De acuerdo con Barbeito, la salud mental ha ido adquiriendo mayor relevancia en los últimos años. “Cada vez es más común oír a personas que comentan que van al psiquiatra, al psicólogo, o oirlas hablar de sus síntomas de ansiedad y depresión. Cada vez esto está más aceptado por la sociedad y yo creo que es un avance muy importante”, subraya.