"Soy Scott Kelly y he vivido 340 días en el espacio". Una frase que bien podría recordar a alguna escena de película de ciencia ficción (o servir para alguna próxima) pero que para el astronauta es la pura realidad. Fue un 27 de marzo de 2015 cuando llegó a la Estación Espacial Internacional con la misión de pasar todo un año en el espacio. Los 340 días que iba a vivir sometido a la ingravidez, a la radiación y a los niveles elevados de CO2 habrían de servir para que las agencias espaciales determinaran si el cuerpo humano podría soportar un viaje a Marte. El resultado es afirmativo.
"Uno de los ejemplares de nuestra especie que más lejos ha llevado ese instinto por viajar", así le presentaba ayer en el Espacio Fundación Telefónica Jorge Alcalde, periodista científico con más de 20 años de experiencia en el sector. El astronauta –además de piloto de aviación militar, ingeniero y marine de Estados Unidos–, reconoce que "en el espacio el cuerpo y la mente se unen como no lo hacen en la Tierra y eso es lo que hace fuerte al ser humano en condiciones difíciles de expresar".
Fruto de su experiencia, Kelly ha decidido escribir sus particulares 'memorias espaciales' en un libro titulado Resistencia. Un año en el espacio, donde narra los devastadores efectos corporales, la tristeza y la soledad que conlleva estar separado de los seres queridos, el absoluto aislamiento de todas las comodidades terrestres, los catastróficos riesgos de chocar contra la basura espacial y la amenaza angustiante de ser incapaz de ayudar si algo malo ocurre en casa. "Cuando vuelves a casa te das cuenta de que algo tan cotidiano como es un plato de comida ya no lo es tanto y aprendes a apreciarlo de otra forma", confiesa.
De hecho, su libro, más allá de sus logros en tierras extraterrestres, es una fuente de inspiración para generaciones futuras, donde la humanidad, la compasión, el sentido del humor, el entusiasmo y la determinación son los protagonistas de cada capítulo. "He aprendido que subir a un cohete que puede matarme es a la vez un enfrentamiento con la muerte y una aventura que me hace sentir más vivo que ninguna otra cosa que haya experimentado", asegura Kelly, que define a los astronautas del siglo XXI como "aquellos capaces de llevar a cabo numerosas tareas de distinto tipo y llevarse bien con los demás, sobre todo en circunstancias estresantes y en espacios reducidos durante largos periodos de tiempo".