fertilizantes sea2land

Crean nuevos fertilizantes a partir de desechos de pescado

El proyecto Sea2Land, coordinado por Neiker, utiliza residuos pesqueros para producir biofertilizantes y aumentar la sostenibilidad del sector

Los fertilizantes más comunes que se utilizan en el campo (cerca del 80%) suelen venir de la roca fosfórica o de procesos industriales. ¿Y si pudieran crearse a partir de, por ejemplo, desechos de pescado? Se impulsaría la bioeconomía sostenible, se aprovecharían los residuos de la industria pesquera y, además, se contribuiría a la mejora de terrenos. Así que eso es lo que hace el proyecto europeo Sea2Land, coordinado por el centro tecnológico Neiker.

Marta Aranguren, investigadora del departamento de Conservación de Recursos Naturales de Neiker, explica a Innovaspain que, por un lado, la iniciativa de este proyecto nace por la dependencia que la Unión Europea tiene de fuentes externas para el suministro de los principales fertilizantes utilizados en la agricultura. Al fin y al cabo, como se ha indicado anteriormente, los fertilizantes que salen de rocas y de la industria necesitan grandes cantidades de energía para producirse.

“Por otro lado, existe una problemática con los subproductos derivados de la industria pesquera que se descartan por considerarse ‘residuos’ pero que son ricos en diferentes elementos como nitrógeno, fósforo, potasio, calcio, o micronutrientes como cobre, zinc o molibdeno, y otros compuestos relevantes como aminoácidos o vitaminas”, apunta.

En ese contexto nace Sea2Land, que producirá fertilizantes de base biológica mediante la bioeconomía. Que, básicamente, es “la producción y utilización de recursos biológicos para generar los productos y servicios que necesitan todos los sectores económicos. Siempre con la finalidad de avanzar hacia una sostenibilidad”, subraya Aranguren.

Del lodo del salmón a las vísceras del atún

Según la investigadora, en la Unión Europea los descartes provenientes de la pesca marina y los residuos de la industria pesquera y acuicultura suponen 5,2 millones de toneladas de subproductos al año. Estos productos, en general, son desechados y mal utilizados olvidando que su composición puede superar el 9% de nitrógeno, el 2% de fósforo y el 0,6% de potasio. “Estos subproductos también contienen hierro, cobre, zinc, vitaminas y aceites; esto es, nutrientes aprovechables, que los convierten en alternativas de interés para la producción de fertilizantes de base biológica”, reitera.

A su vez, cabe destacar que se consideran subproductos del entorno basados en materia prima local procedente del sector pesquero y, mediante la implantación de diferentes tecnologías innovadoras, se recuperan los nutrientes y se generan estos fertilizantes.

fertilizantes sea2land

“Las tecnologías utilizadas contemplan procesos basados en digestión aerobia o anaerobia (como compost o bokashi), procesos más sofisticados como compostadores avanzados con reactores verticales y microorganismos adaptados, hidrólisis enzimática o termo-mecánica así como producción de microalgas”, declara.

Así, estas tecnologías se han aplicado a diferentes subproductos como lodos de acuicultura de salmón en el Mar del Norte, agua de cocción de atún y vísceras de fileteado en la zona del Cantábrico, subproductos de marisqueo en la zona del Adriático o lodos de una acuicultura mediterránea y atlántica.

La mayoría de estos biofertilizantes están enfocados, en principio, para el uso local, es decir, valorando las necesidades nutricionales de cultivos locales y las condiciones agroclimáticas locales. Finalmente, se producirán para exportar aquellos bioestimulantes con alto valor y alta eficacia que asegure una sostenibilidad económica y ambiental.

¿Más sostenibles?

La investigadora del proyecto Sea2Land incide en que, básicamente, se trata de recuperar nutrientes que, de otro modo, serían desechados y que son perfectamente válidos como fertilizantes.

“De esta forma, por una parte, evitamos la contaminación derivada de la mala gestión de estos subproductos (vertedero, incineraciones…); mientras que, por otra, conseguimos producir fertilizantes de origen biológico más sostenibles, ya que sus nutrientes ni proceden ni utilizan recursos no renovables”.

También destaca que los fertilizantes de base biológica mantienen la fertilidad del suelo, promueven el reciclaje de nutrientes disponibles a nivel local y promueven los principios de una agricultura sostenible. Además, son una fuente de materia orgánica, que mejora la estructura del suelo y la estabilidad de los agregados, aumenta la porosidad y reduce la densidad aparente, así como la infiltración del agua. Su aplicación puede estimular la actividad de los microorganismos del suelo, su biomasa y la composición y diversidad de las comunidades microbianas del suelo.

“De forma general -subraya-, su efecto no es tan predecible como el de los fertilizantes minerales, por lo que es necesario realizar analíticas previas de su composición y realizar ensayos agronómicos para medir la capacidad fertilizante que disponen”. Y adelanta: “En el ensayo de campo llevado a cabo en NEIKER se han obtenido rendimientos similares entre los tratamientos fertilizantes de base biológica y el tratamiento con fertilizante convencional”.

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