La americano-italiana Sharon Cittone fundó en 2021 Edible Planet Ventures, con sede en Milán, una plataforma que reúne a visionarios y expertos para innovar en torno a los desafíos del sistema alimentario. Reconocida por Food Tank como una de las 14 mujeres que van a dar forma al futuro de la alimentación, es también mentora de Rockstart Agrifood, Open Food Chain, 4Ward VC de Climate Tech y FoodTech Accelerator y asesora de fondos. Desde su puesto de Presidenta Global de Innovación Alimentaria del G100, promueve la igualdad de género a nivel mundial.
Plantea una interesante visión intermedia entre ese sector agrícola que recibe un tercio del presupuesto de la Unión Europea y las fórmulas innovadoras que pretenden transformar el sector de la mano de la tecnología. Necesitan complementarse, a juicio de Sharon Cittone.
Pregunta: En el último mes has participado en eventos sobre innovación alimentaria en Helsinki, Roma, Valencia y Ginebra. ¿Cuáles es la conclusión que extraes sobre las grandes tendencias actuales?
Respuesta: Estamos viendo diferentes cambios, pero obviamente tendía que citar la comida como medicina y la agricultura regenerativa. El espacio de las proteínas alternativas está subiendo y bajando, sobre todo debido a la política, de modo que las inversiones han disminuido. En toda la parte de la bioeconomía, los biocombustibles, la circularidad y el desperdicio de alimentos son tendencias muy relevantes.
Diferencias entre Norte y Sur
En digitalización, obviamente, en inteligencia artificial, robótica y automatización, las inversiones son bastantes fuertes. Lo que he visto es que las tendencias en el Norte global son un poco diferentes de las del Sur global, donde se habla mucho más de herramientas agrícolas o plataformas inclusivas, y se tiene una visión más sistémica del problema. Siempre me pregunto por qué no tenemos eso también en el Norte global.
Pregunta: ¿Emerge algo nuevo?
Respuesta: En cuanto a las soluciones, hicimos un concurso de pitch en Helsinki y una empresa brasileña de circularidad planteó la creación de fertilizantes a partir de residuos mineros, todo natural. No es algo que veas habitualmente. Otra empresa sueca, Ironic Biotech, básicamente ofrece personalización con ingredientes para la salud de las mujeres. A través de la fermentación de precisión, agrega hierro para la anemia, por ejemplo. Estamos viendo cada vez más ese tipo de propuestas personalizadas para abordar los problemas de salud.
Las tecnologías de la industria 4.0 están aterrizando en la industria alimentaria, más allá de la parte más obvia, la de la agricultura, llegan cada vez más cerca del consumidor.
Tal vez no los consumidores per se, porque tenemos una gran parte de la población envejecida. La robótica se está volviendo muy fuerte en algunos de sectores B2B, como la agricultura, y puede ser significativamente útil también en la logística y en los entornos donde la automatización realmente está aumentando. Muchas empresas están utilizando la IA y los gemelos digitales para crear productos, además de para el análisis predictivo.
En el reciente Aspen Ideas Festival se dedicó una mesa de debate al concepto de comida como medicina. El sector público debería estar muy interesado en fomentar este tipo de soluciones alternativas a los problemas de la salud.
Sí, definitivamente. Es muy tema muy amplio y conviene reconocerlo. Además de la personalización de los ingredientes, están los superalimentos y esa especie de sabiduría antigua de las comunidades indígenas, que podrían ser tratados. Por otro lado, hay consumidores que buscan mejores alimentos. Hemos visto en los últimos 50 años un gran cambio en la forma en que comemos. En Italia o España, había una buena agricultura y los productos eran más limpios.
«El mejor uso de la tecnología consiste en diversificar el sistema alimentario»
Luego llegaron los alimentos procesados, y se dispararon la obesidad y las enfermedades relacionadas con la nutrición, como celiaquía o enfermedades inmunitarias. Hay muchísimas soluciones diferentes cuando hablas de la comida como medicina, tanto en el plano tecnológico como en el puramente alimentario. En el ámbito político, hemos visto cómo Dinamarca introduce un impuesto climático para la carne y a Reino Unido crear impuestos al azúcar.
Si piensas en cuánto gastamos en atención médica debido a la mala nutrición estas medidas tienen todo el sentido. Solo tenemos que encontrar la clave para escalarlo bien y que realmente las corporaciones creen mejores alimentos. Nestlé y Danone están creando productos con GLP, como Ozempic, eso me parece una locura.
No te convence el boom en torno a Ozempic.
Estás alimentando a una persona con comida realmente mala, la estás haciendo obesa y luego le das la pastilla para perder peso. Es una gran tendencia y, obviamente, las grandes corporaciones se están subiendo a ella. Me pregunto dónde está el chiste. El sistema está roto. Debemos proporcionar alimentos más saludables y prevenir, no tratar el problema con más ingeniería de alimentos.
Cuando Jerome Adams dejó de ser cirujano general de Estados Unidos eligió como destino la Universidad de Purdue, que no tiene facultad de Medicina, pero sí la segunda facultad de veterinaria del país. “Literalmente estamos diseñando tu comida”, suele decir.
Estoy a favor de la ciencia y la tecnología hasta cierto punto. Están haciéndose muchas pruebas genéticas, tal vez para ahorrar en eficiencia, y eso para mí no es solucionar el problema, sino sólo ganar más dinero. En mi opinión, el mejor uso de la tecnología consiste en diversificar el sistema alimentario. Podemos tener vacas pastando y tal vez carne cultivada para equilibrar. Recientemente se ha producido un escándalo enorme en la Unión Europea y en el Parlamento Europeo a causa de los lobbies. Mostraron con cámaras secretas que básicamente estaban promoviendo vacas genéticamente modificadas y cerdos con seis patas en lugar de cuatro. Debemos tener cuidado, entre la ciencia para el bien y la ciencia para el beneficio.
«Justo después del COVID, el foodtech se convirtió en una completa burbuja«
En 2023 la inversión en innovación alimentaria cayó un 50%. ¿Los inversores no entienden los beneficios potenciales de los nuevos alimentos o estamos creando productos que realmente no mejoran nuestras vidas?
Suceden varias cosas. Justo después del COVID, el foodtech se convirtió en una completa burbuja. Los inversores tiraban dinero sin ninguna razón y podías ver startups muy jóvenes con una valoración loca. Eso no es saludable. La burbuja estaba lista para explotar. Por otro lado, hemos empezado a politizar la comida, por ejemplo, la carne cultivada, con la prohibición italiana y los problemas de etiquetado.
En cierto modo se trata de puros lobbies, pero tanto antagonismo y tantas noticias falsas asustan a los inversores. No se puede resolver el problema del clima sin resolver el de la comida, es matemáticamente imposible. Pero hay una polarización, también internamente en el sector, que está cobrando vida propia. También es la forma en que se cuenta la historia. A muchas de las empresas de proteínas alternativas les decían: “no eres vegano, eres un asesino en masa”.
No es la forma correcta de hablar, porque la agricultura es un tercio del presupuesto de la UE. Pero si la historia cambiara y fueras a los granjeros y les dijeras: “mira, en Italia se está importando el 40% de la carne y la UE está proponiendo ciertas restricciones, ¿por qué no diversificas y en un extremo tienes tus pollos y en el otro tienes un biorreactor?”. Si esa conversación sucede, no creo que haya ningún problema, pero si vas al agricultor y le dices que en 10 años va a estar obsoleto y no tendrá trabajo porque la nueva industria de carne cultivada se hará cargo…
Cuando la ideología aterriza en el sector, el diálogo entre expertos se complica.
Totalmente.
«Tenemos que encontrar la forma de que la comida sea simplemente buena»
Las exigencias de sostenibilidad están en el origen de un conflicto en el ámbito europeo con pocos precedentes, que ha llevado al campo a la calle.
Hemos visto lo que ha pasado con todas las protestas. Al final del día, hicimos concesiones, que nos han llevado de vuelta. Estamos en un mundo al revés. Los pequeños agricultores a los que realmente les va bien son los que nunca reciben subsidios. El sector tiene uno de los porcentajes más altos de suicidios, es muy difícil. Los lobbies dan dinero a las grandes granjas. No es un problema tanto de la transición sostenible, sino de que estamos pidiendo a los agricultores mucho, pero no asignando incentivos y subsidios a los que realmente lo merecen.
La gente no quiere no quiere comer experimentos, decía hace poco Joseph Puglisi, de Stanford. El sector foodtech tiene que convencer todavía al consumidor de su valor para la nutrición.
En Italia la asociación de agricultores estaba en contra de la carne cultivada, y empezó a decir muchas noticias falsas, como que tiene antibióticos y hormonas. Crearon una narrativa que daba miedo. La llamaron sintética, lo cual no es cierto. Creo en la importancia de una historia, de cómo la cuentas. Si te digo que estás comiendo carne de Frankenstein, eso es lo que vas a hacer.
Pero el 52% de los italianos está realmente interesado en probar la carne cultivada, especialmente la gente más joven. La comida es una parte muy importante de nuestra cultura. El mensaje que debería transmitirse es que nosotros, como personas, merecemos comer mejor. Y lo que comemos hoy en día son alimentos ultraprocesados. Tenemos que encontrar la forma de que la comida sea simplemente buena.