Escuchar el arcoíris: un ciclo para entender el arte y la ciencia tras la sinestesia

María Santoyo y Miguel Ángel Delgado son los comisarios de la exposición ‘Color. El conocimiento de lo invisible’, y los moderadores de los encuentros sobre esta unión sensorial en el Espacio Fundación Telefónica
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Imagen de la exposición que acompaña al ciclo de encuentros. (Imagen: Fundación Telefónica).

María Santoyo constató que la relación entre la música y las imágenes no es azarosa gracias a la naturalidad de unos niños. Cuando tenía unos 19 años era voluntaria en la Fundación Juan March, donde experimentaban con talleres para pequeños de tres a cinco años. “Queríamos hacer un recorrido por los cuadros, de estilo abstracto”, recuerda. Uno de ellos era de Eusebio Sempere, “Las cuatro estaciones”, inspirado en los conciertos homónimos de Antonio Vivaldi. El juego consistía en escuchar fragmentos de los movimientos y que identificaran en el cuadro la estación. “Ellos nos miraban con cara de ‘qué pregunta más tonta’, y sin ningún titubeo, todos al unísono, acertaban”, sentencia.

Se puede escuchar una melodía y que te lleve a un color, o contemplar un cuadro e imaginar un sonido. Lo defienden la propia Santoyo y Miguel Ángel Delgado, comisarios de la exposición ‘Color. El conocimiento de lo invisible’ y moderadores del ciclo 'Sinestesia', ambos en el Espacio Fundación Telefónica. Han emprendido estas iniciativas con la colaboración de Curiosa, empresa de innovación educativa especializada en el diseño de narrativas, herramientas y experiencias digitales “que renuevan la divulgación de la cultura y el conocimiento”.

La creación, que busca cambiar la manera de entender la radio en directo, comenzaba el viernes con el primero de cinco episodios. Centrado en el oído, pudo disfrutarse de manera presencial, aunque también estará disponible en la mediateca del Espacio y en las principales plataformas de podcast. Algunos de los perfiles que pasarán por los micrófonos son artistas que pintan música, perfumistas que asocian aromas con ritmos, científicos que ven brillar ecuaciones, reposteros que descubren sabores de un color inesperado o psicólogos que investigan las intensas percepciones cromáticas que puede inducir el tacto.

En esta ocasión, asistieron al auditorio la divulgadora científica Almudena Martín Castro, la poeta Esther Ramón, la fotógrafa Laura San Segundo, el pintor Shui Mao y el dj Javier Truchado. Cada punto de vista aportaba un enfoque diferente. Por ejemplo, Martín hizo a los asistentes plantearse cuántos colores se podían ver en un arcoíris. “Forman un continuo, se suele decir que son 7, pero es en un invento de Isaac Newton. Ese número coincidía con los tonos que tenía una escala musical, él la utilizó como referencia a la hora de estudiar la luz”, expone. “Los colores de Newton sonaban”, añadía el presentador.

Esther Ramón aludió a un poema de Arthur Rimbaud, “Vocales”. “A negro, E blanco, I rojo, U verde, O azul”, recitó ante un público expectante. O el caso del pintor Wassily Kandinsky. “Con el naranja escuchaba una campana. También oía una flauta y veía una línea recta; o un tambor, y percibía círculos”, comentaba.

Otro de los citados fue Jimi Hendrix, quien pertenecía al grupo de personas capaces de distinguir uniones sensoriales, lo que le inspiró para inventar un acorde. “Lo llamó the purple chord, el acorde púrpura. Está en ‘Purple Haze’; mientras componía percibía ese color, cambiante”, comentó la autora.

La canción sonó junto a otras muchas, ya que el dj Javier Truchado propuso un ejercicio para concluir el evento: pensar en un color y vincularlo a un tema. Para el amarillo citó a la canción homónima de Shakira, a “Yellow”, de Coldplay, o “Yellow Submarine”, de Los Beatles; para el verde, el grupo Greenday; y para el rosa, melodías como “La vie en rose”.

“¿Son los niños sinestésicos? ¿Lo somos todos en cierta medida?”, se preguntaba María Santoyo. Ella misma responde: “Esta característica es la plasticidad, la capacidad creativa del cerebro, que está muy desarrollada en algunos casos, pero que de forma pura solo está presente en un 3 % de las personas”.

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