Hasta la fecha, para reconocer los movimientos y la posición de las manos, un ordenador necesita cámaras especializadas o dispositivos que grabaran desde varios ángulos. Sin embargo, con el objetivo de simplificar este proceso, la Universidad Rey Juan Carlos (URJC) ha colaborado en el desarrollo de un algoritmo que detecta la posición tridimensional en tiempo real de todos los dedos y articulaciones de una mano a partir de vídeos. El resultado es que por primera vez se ha podido detectar de forma inmediata, por ejemplo, dónde están todos los dedos de una mano en movimiento a partir de vídeos grabados con móvil, webcam o procedentes de YouTube.
Dan Casas, investigador de la URJC, ha explicado que “este adelanto abre las puertas a todo tipo de control remoto de manera gestual, estudio de movimiento de manos e interacción con mundos virtuales”. Así, esta tecnología podría permitir subir el volumen de la radio o cambiar de emisora de manera precisa sin necesidad contacto. Asimismo contribuirá a mejorar la animación y el manejo de videojuegos y entornos de realidad virtual y ofrece nuevas posibilidades para la interpretación digital de la lengua de signos. Otro ámbito en el que podría utilizarse este reconocimiento de manos podría ser la medicina, tanto para mejorar el control de dispositivos de cirugía remotos, como para detectar problemas de salud (estrés o depresión) a partir de los gestos de los pacientes.
La principal dificultad para visualizar digitalmente la posición y los movimientos de las manos reside en que estas tienen un gran número de articulaciones y se mueven a gran velocidad. Y a estos factores hay que sumar que la estimación de la profundidad debe hacerse a partir de una imagen bidimensional. “En un vídeo en el que aparece una mano moviéndose de forma natural, en la mayoría de fotogramas parte de los dedos están tapados por otros dedos”, ha destacado Casas.
Para resolver este problema los investigadores han empleado un algoritmo capaz de aprender a base de observar muchos ejemplos, en lo que supone, ha concluido Casas, “un comportamiento parecido al de los propios humanos. Ante una nueva tarea, como andar, somos capaces de imitarla a base de observar e intentarlo muchas veces”.