Solo tiene 32 años, pero Solange Massa, medico por la Universidad Austral (Argentina), ya ha desarrollado un chip que replica el funcionamiento del hígado humano y permitirá ensayar la toxicidad de nuevos medicamentos de forma más rápida y efectiva. Este proyecto le ha permitido ser una de los ganadores de Innovadores menores de 35 Argentina y Uruguay 2016 de MIT Technology Review en español. “Es realmente un honor haber sido una de las ganadoras junto a un grupo increíble de innovadores/emprendedores”, añaden.
Este desarrollo forma parte del trabajo realizado por la joven durante su estancia en el laboratorio del profesor Ali Khademhosseini (ganador de la edición global de Innovadores menores de 35 en 2007) en la División de Ciencia y Tecnología de la Salud de la Universidad de Harvard y el Instituto Tecnológico de Massachusetts (ambos en EEUU) como parte de su doctorado en Biomedicina por la Universidad de los Andes (Chile).
“Yo comencé a trabajar en el ‘higado en un chip’ partir de este proyecto como el primer órgano que desarrollamos”, afirma. “Creamos varios ‘higados en un chip’ en donde el objetivo es medir la toxicidad que producen distintas dosis de un fármaco. Aparte de esto desarrollamos corazón y un hígado vascularizado”.
Esta doctora argentina, que en 2013 fue nombrada profesora auxiliar en la Facultad de Medicina de San Sebastián (Chile), detalla que su ‘higado en un chip’ se ha desarrollado combinando “la utilización de células humanas, biomateriales (hidrogeles principalmente) y bioimpresion para intentar imitar las funciones del higado humano”. Luego se pone a prueba “con el uso de distintas dosis de drogas” para “intentar predecir el efecto tóxico que tendrá en el ser humano mediante sensores acoplados al chip”.
Todavía habrá que superar nuevas fases para que lo que en su día surgió como una idea tenga una salida comercial, pero Massa está convencida de que “formara parte de un sistema de prueba de drogas en el futuro”. “Creo que esta tecnología debe ser puesta a prueba y replicada un gran numero de veces con distintas drogas para poder aumentar el grado de confianza con respecto a las agencias reguladoras”, añade.
Además, no deja de plantearse nuevos retos. En la actualidad está evaluando, junto a su socio, “la posibilidad de hacer genética personalizada en Latinoamerica". “Los ‘organos en un chip’ son plataformas que pueden ser usadas en la prueba de fármacos que surgen de la información genética de la población para poder hacer medicina personalizada”, apunta.
El desarrollo de su proyecto se ha realizado en Estados Unidos, donde ha podido comprobar las facilidades que este país ofrece a los investigadores. “Cuando trabajaba en Boston de lo único que me tenia que preocupar era mi trabajo. Toda la vida diaria funcionaba perfectamente para que yo solo me concentrara en mi trabajo”, añade. En su opinión, esto no se produce en Latinoamérica. Por contra, la región “es muy original y es capaz de hacer mucho con pocos recursos”. “Eso es algo bueno que tiene Latinoamérica y que otros países podrían tratar de implementar”, añade.
En su caso, cuenta con la ventaja o inconveniente de emprender desde la juventud. “Ser joven te da mucha energía para empujar un proyecto, pero a su vez no has recorrido tanto camino como para evitar errores –continúa-. Claro que uno aprende de esos errores pero también consume tiempo ese aprendizaje”.