Pocas semanas antes del confinamiento, Lluis Puig, Pablo Engelmann y Jaume Puig pusieron en funcionamiento Freshis, una startup que lleva frutas y verduras a domicilio bajo el concepto “del campo a la mesa”. Con su estrategia –lo que ahora se denomina quick commerce, un e-commerce más rápido–, ha realizado ya más de 10.000 pedidos y prevé llegar a una facturación de seis millones de euros en este año.
“El usuario –explica Lluis Puig, CEO de Freshis– puede realizar su compra directamente del agricultor en menos de una hora. Solo tiene que entrar en la aplicación –ahora tenemos una web app, en marzo saldrá la aplicación– y comprar con el código postal si puede llegar la compra a su domicilio”.
En el carro de compra se tiene la posibilidad de poder marcar diferentes preferencias. De hecho, la herramienta de pedido detecta automáticamente en qué productos tiene sentido hablar de madurez, ya que algunos por defecto vienen maduros, verdes, con madurez gradual, etcétera.
Además, cuentan con cinco tipos de envío: cuatro corresponden a franjas predeterminadas. Y uno, el “envío fresh” tarda menos de una hora en llegar –aseguran que tienen una media de 38 minutos–. “A partir de ahí se hace el pedido, se recibe un mail de confirmación y otro cuando ha salido de las instalaciones. Todo llega muy bien colocado, el equipo pone mucha atención en que sea así, y se mantenga bien dentro de la bolsa reciclada, con 0% de plástico. Otros productos, como el zumo de naranja recién exprimido, se recibe como la leche de antaño, en envase cristal, que se puede entregar en siguientes pedidos”, ilustra Puig.
El nacimiento de Freshis
Lluis Puig, ingeniero proveniente del sector de la movilidad, explica que antes de entrar al mercado de q-commerce analizó la cadena de valor y se dio cuenta de que, en el sector agrícola, este era ineficiente. “Los players no añadían ningún valor al consumidor, todo con un packaging innecesario… Invertir a nivel personal en un proyecto tan chulo para que la magia del proyecto se quede difuminada en los intermediarios era algo difícil. Nuestras frutas y verduras [que negocian directamente con productores] no llevan químicos y hay ahorro de agua. Una vez que se ve la profundidad del proyecto no queremos meternos en mas enredos. Te das cuenta de que el core es crear la marca y ofrecer algo nuevo al productor».
Y aquí es donde entra Pablo Engelmann –once años de CEO en Aldi España–, al que conoció medio año después de haber lanzado Freshis, y que trabajaba en un proyecto muy similar pero enfocado al supermercado. “ Es una enciclopedia de productos y de parámetros para medir la calidad. Teníamos una visión muy parecida, nos unimos, y él lleva la parte operacional, se encarga de los contactos con productores y de que el producto cumpla con las características”, define.
Así, contactan con el productor, se informan y ven las características que tiene: que tenga un mínimo de 800 hectáreas, –“no queremos productores pequeños, sino que puedan acompañarnos en el viaje”, apunta–; que no tengan equipo comercial, porque la parte comercial al llegar al consumidor es la parte de la startup y que sean especialistas en su área.
“El sector es muy desconfiando, los han tratado muy mal, y hay que trabajarlo poco a poco. Cuando vemos que cumplen expectativas vamos refinando la forma de trabajar. Nos mandan productos de la forma acordada. Vendemos uno de los pocos limones sin tratamiento de España, por ejemplo. Servir un buen producto es el 60%”.
Lo que ofrecen y el futuro
En Freshis sirven frutas y verduras “que tengan sentido”. Esto es, que hay cosas que se importan desde fuera y no son relevantes, aunque no quiere decir que lo amplíen en el futuro. “Siempre se trata en fruta y verdura y todo lo que hay alrededor. Empezamos también con huevo; pan de masa madre, que fue un gran éxito; aceite de oliva; mermeladas naturales. En cada producto tenemos una historia como la del limón sin tratar o como con el calabacín, cuyo productor ha ideado un carro que calibra, mide la calidad y al final empaquetan, saliendo el camión directamente del campo”. Y es que este calabacín, pone de ejemplo, tiene “15 horas de vida”, cuando lo normal es cuatro días hasta que sale al mercado.
Ahora mismo están preparando la apertura en Barcelona desde Madrid y, una vez lanzada Barcelona, quieren hacer una ronda para abril en tres ciudades en Alemania. Los tres cofundadores hablan alemán perfectamente: Puig y Jaume, hermanos, nacieron allí, Y Engelmann tiene origen alemán. Además, los tres han estudiado en Alemania.
“Creemos que es un mercado muy interesante porque no tiene la capilaridad de fruterías que tiene España y creemos que nos podemos diferenciar más de lo que nos diferenciamos aquí. Es interesante porque hay una falta de muchos de los productos que en España abundan. La mayoría de las frutas y verduras posiblemente procedan de aquí, por lo que podemos dar un servicio totalmente diferencial y con calidad más alta de lo que hay en Alemania. Llegamos del campo a la mesa en menos de 18 horas. Calculamos que en Alemania lo haríamos en 36 y eso que allí la cadena de valor es mucho más larga”.