MÁLAGA. Agenda urbana, emprendimiento social, economía circular, movilidad sostenible, ciudades inteligentes… Todos estos conceptos están estrechamente ligados a los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) impulsados desde Naciones Unidas y en los que España, como ha podido apreciarse en el foro Greencities & S-Moving, quiere dedicar un capítulo importante de su historia. Sin embargo, la sensación de que se está empezando la casa por el tejado es cada vez más palpable.
El caso de Gavá es bastante ilustrativo. Gavá es un municipio de Barcelona perteneciente a la comarca del Bajo Llobregat. En los últimos 50 años ha duplicado sus habitantes –actualmente tiene en torno a 47.000 según cifras del INE de 2020–. Su economía principal es la que aporta el sector servicios, seguida de la industria. Todavía mantiene actividad agrícola en la zona de Les Sorres, que se refleja cada año en la ‘Feria del Espárrago de Gavá’ –que el año que viene alcanza su 90 edición–, producto de la tierra de gran calidad. «Nos queda mucho camino para que el ciudadano entienda bien qué suponen los ODS y los beneficios de la agenda sostenible que España está llevando a cabo», confiesa Mª Ángeles González, directora del Ámbito de Desarrollo Económico Sostenible y Proyección de la Ciudad Ayuntamiento de Gavà.
En un foro como Greencities & S-Moving el público entiende perfectamente la importancia de los ODS. Es un evento especializado, y como tal no necesita de mucha explicación. Aquí, se mire donde se mire, hay patinetes eléctricos, coches eléctricos, cargadores eléctricos… y cualquier invento que lleve el adjetivo ‘eléctrico’. ¿Pero se traduce eso en el día a día del ciudadano? «En los ayuntamientos tenemos claro que hay que apostar por una nueva agenda urbana, más sostenible y enfocada a los ODS. Pero la realidad es que poca gente sabe lo que son [los ODS]. Tenemos que ir más allá del ámbito municipal y hacer labor pedagógica», incide González.
Con el papel de la mujer en el mundo laboral y el talento femenino la sensación es similar: ha pasado de ser tema tabú o secundario a ser prioritario en la agenda política. También ligado al emprendimiento. «Existe un sesgo educacional evidente a la hora de emprender», se queja Emma Buj, alcaldesa de Teruel. «En el siglo XXI no debería pasar que un hombre tenga más fácil pedir un crédito que una mujer o que un inversor prefiera apoyar a un hombre antes. Pero sigue ocurriendo», lamenta Buj.
En este sentido, la alcaldesa propone «visibilizar a las mujeres en las tomas de decisiones» desde los organismos públicos y en los diferentes foros vinculados a los ODS. «Los ODS deben servirnos para hablar el mismo lenguaje. También para hacer nuevas políticas de empleo, consumo sostenible e impulsar la igualdad de género», añade Mª Ángeles González.
Los ODS desde la perspectiva de género
«Para construir objetivos necesitamos la complementariedad de género», opina Maite Rodríguez, directora general de Clear Channel, empresa de publicidad exterior. «El sector publicitario es un sector muy abierto y dinámico. La participación de la mujer es muy grande y en los últimos años estamos dirigiendo empresas. Pero todavía hay menos mujeres en cargos de dirección», explica Rodríguez, que tiene claro que para alcanzar los ODS «tiene que haber más mujeres tomando decisiones».
La responsable atribuye este punto de vista a la capacidad colaborativa de las mujeres. «Las mujeres tendemos a hacer trabajo colaborativo, a tejemos redes. Así hacemos evolucionar la sociedad. Por eso la economía social va a tener un gran componente femenino». Rodriguez ha valorado también el papel de la publicidad en las conquistas sociales. «En la publicidad se ven los avances sociales. Solo hay que ver cómo eran los anuncios y sus mensajes hace 30 o 40 años y cómo son ahora».
Canal, mensaje, emisor y receptor. La publicidad tiene la virtud de transmitir mensajes y sensaciones de manera clara. Está por ver aún si la llamada Agenda 2030 tendrá este impacto en la cabeza de los ciudadanos. «El infierno está empedrado de buenas intenciones», reza el refrán. O dicho de otra forma y como el propio Instituto Cervantes lo define, «de nada sirven los buenos propósitos si no van acompañados de las obras».