Los impuestos sobre el carbono incrementan el coste de los productos con el objetivo de reducir su consumo. En la Facultad de Economía y Empresa de la UPV/EHU han comprobado experimentalmente que mostrar la tasa de carbono en el precio de los productos y saber que se está pagando un impuesto sobre el carbono, activa la licencia moral de los consumidores, que muestran, entonces, una tendencia a consumir más.
Para hacer frente al cambio climático, se considera que el aumento del precio de los bienes y servicios que comportan un consumo intensivo de carbono, a través de un impuesto sobre las emisiones de carbono, es una política importante de mercado. Como consecuencia de dicho impuesto, “el productor debería pagar una cantidad fija por cada kilogramo de CO2 que emite a la atmósfera. Así, se encarecerían los costes de producción de los productos contaminantes, subirían los precios de los productos y bajaría la demanda”, explica Aitor Marcos, investigador de la Facultad de Economía y Empresa de la UPV/EHU.
Desde la universidad vasca explican que en un elevado número países se han producido problemas en la aplicación de este impuesto. “Mucha gente está en contra, por lo que distintos expertos demandan transparencia en lo relativo al impacto de los impuestos sobre el carbono. Compete a las autoridades políticas decidir si mostrar u ocultar el impuesto sobre el carbono o la tasa de carbono en el precio de venta al público como componente específico del precio” añaden.
Algunos investigadores de la Facultad de Economía y Empresa de la UPV/EHU han advertido de que esta transparencia puede tener consecuencias inesperadas. De hecho, han demostrado que evidenciar las tasas de carbono en el precio es menos eficaz en la reducción de la demanda que dejarlas ocultas.
Permiso moral para contaminar
Diversos experimentos han sido llevados a cabo en Estados Unidos, con cinco productos de gran consumo: unas zapatillas de deporte, una hamburguesa, un aparato de televisión, un teléfono móvil y un horno microondas. “No se trata de productos excesivamente contaminantes, pero cuentan con un proceso de producción energéticamente intensivo, y su consumo absoluto es muy elevado actualmente”. Ofrecieron a un grupo de compradores productos que mostraban el impuesto sobre el carbono en la etiqueta del precio, y, a otro grupo, productos con el impuesto oculto. El precio era el mismo en ambos casos.
Los investigadores han comprobado que “el hecho de saber que se está pagando un impuesto sobre el carbono o una tasa de carbono activa las licencias morales de los consumidores, y que la demanda de estos productos no disminuye, sino que aumenta”. El investigador afirma que se trata de una actitud muy paradójica: “Como el pago de impuestos se percibe positivamente, los consumidores pueden justificar moralmente la compra de productos contaminantes. Es decir, los consumidores seguirán comprando productos contaminantes, porque creen que pagar dicho impuesto les otorga permiso moral para contaminar”.
Interpretación errónea
Según explica Aitor Marcos, “vimos que la intención de compra de los participantes era sistemáticamente mayor cuando se mostraba el impuesto sobre el carbono. Los consumidores de este grupo tenían más intención de comprar el producto y tenían una imagen moral más positiva hacia sí mismos, lo cual confirma la hipótesis de la licencia moral”.
Asimismo, han detectado un mayor impacto de los impuestos sobre el carbono en las personas que se muestran preocupadas por el cambio climático y no son conservadoras, ya que “en ellas, se produjo un aumento del autoconcepto moral motivado por el pago de la tasa de carbono. No interpretaban correctamente la tasa de carbono, y ahí está la paradoja, porque son estas mismas personas las que demandan una mayor transparencia en la aplicación de la tasa de carbono”.