Tecnología, tolerancia y talento. Las Ciudades Inteligentes derriban la puerta

“Podemos tener una ciudad muy inteligente pero un ayuntamiento muy tonto, y viceversa”. Así empezaba su intervención Luis Cueto, coordinador general de alcaldía del Ayuntamiento de Madrid, durante la apertura ayer del III Congreso de Ciudades Inteligentes que hoy concluye y que se celebra en La N@ve de la Innovación, en el barrio madrileño de Villaverde. La cita, organizada por Grupo Tecma Red y el Foro Sectorial de Ciudades Inteligentes, reúne a administraciones y empresa privada de toda España –además de algunos representantes de América Latina- para analizar los avances de la Smart City desde distintas ópticas.

Entre las conclusiones generales, parece claro que los pasos adelante han tenido que adaptarse a los ritmos evolutivos de distintas tecnologías y que se han visto favorecidos de la apuesta por la acción de forma coordinada, la estandarización de procesos, la transferencia tecnológica entre ciudades o la incorporación de activos no contemplados en una fase inicial como zonas limítrofes, edificios, estaciones, aeropuertos o puertos, susceptibles de ser más ‘inteligentes’ y de cumplir nuevas funciones.

“En la Smart City la base son los datos; pero hay que saber ordenarlos y compararlos para tomar decisiones, y las máquinas nos dan tal cantidad de valoraciones que necesitan gente detrás para interpretarlos. Aún estamos lejos de que las máquinas tomen decisiones”- añadía Cueto en defensa de una tecnología humanizada. “Creíamos que suprimir 2.000 barrenderos de las calles ahorraría costes porque ese trabajo los harían máquinas y sucedió que limpiábamos 600 millones de euros peor que antes. No nos gusta una tecnología que manda a la gente al paro. Una ciudad realmente inteligente considera a las personas, no sólo a las tecnologías”- argumentaba el responsable del Ayuntamiento. “Ahorrar gracias a las máquinas está muy bien, pero hay que meter en la ecuación a los casi 200.000 desempleados de la ciudad”.

De otra parte, tecnología, tolerancia y talento son los tres pilares sobre los que construir en lo teórico y en lo práctico el nuevo modelo de ciudad según José María Lasalle, secretario de estado para la Sociedad de la Información y la Agenda Digital. Una transformación que, según datos del dirigente, supondrá un negocio de 400.000 millones de dólares en todo el mundo en 2020 y que ofrece a las ciudades “la oportunidad de reencontrarse consigo mismas tras un siglo de crecimiento desmedido, de hostilidad estética y humana”. En una línea similar a la expresada por Cueto, Lasalle pone el foco en los ciudadanos y en que “la tecnología también es cultura”. Detrás de esta filosofía se encuentran los hechos y el modus operandi, desgranados en el Plan Nacional de Ciudades Inteligentes, en el que la gobernanza conjunta de los agentes públicos y privados, la estandarización de normas a nivel nacional e internacional y la adopción de nuevas tecnologías en municipios e islas tras tres convocatorias de ayudas públicas hacen de España una referencia global –junto a Dubai- en la correcta implantación de la Smart City.

Un comité técnico de 50 profesionales de todos los sectores ha seleccionado 20 comunicaciones –dentro de las 230 presentadas y las 129 publicadas- para exponerse durante el Congreso. Su procedencia parte de profesionales, empresas, administraciones y organizaciones. “Resiliencia, participación ciudadana, habitabilidad, recursos urbanos, cambio climático, Big Data, servicios públicos y transformación digital, turismo, núcleos y territorios rurales inteligentes, islas inteligentes… Éstas y otras muchas áreas protagonizan las propuestas”, explica Inés Leal, directora del congreso, que añade que la cita se ha consolidado gracias en buena medida a las más de 60 entidades colaboradoras.

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