Después de 96 años de existencia, el actual presidente de Telefónica, José María Álvarez-Pallete presentó, en el marco que merecía su transcendencia, el plan que tiene que suponer un punto de inflexión en la ya larga vida de la empresa más significativa del mundo empresarial español, en mi opinión y sin desmerecer a otras. “No podemos no cambiar”, es la frase que sustentó su discurso del pasado día 27 de noviembre, una fecha que quedará en la historia de esta empresa, una de ese 16 % que quedan de las que se crearon en 1923.
En casi ese centenar de años transcurridos, la compañía ha tenido que cambiar es más ocasiones y, por eso, este anuncio de cambio tranquiliza más que inquieta en un mundo en el que las continuas disrupciones, derivadas de la aplicación tecnológica, revientan las costuras del actual tejido empresarial, sea antiguo o moderno. Álvarez-Pallete lo dijo claramente: "no hay libros donde aprender las estrategias que hay que seguir para mantener objetivos de mejora en todo". Y es verdad; vivimos en una etapa de cambios vertiginosos que provocan vértigos y no nos podemos marear.
Es posible que se siga llamando Telefónica, pero de aquella que suministró aquel primer teléfono negro sujeto a la pared, la de las “matildes”, la del desarrollo en América, etcétera, ya poco hay que acordarse sino es para la historia. Ahora estamos estrenando la época del todo conectado y de los datos, por resumir en estos dos capítulos, más cosas de las que no sé y ya me cuesta aprender.
Basta con la intuición para acercase al mundo de hoy, pero que no conocemos, y del mundo de mañana que nos imaginamos. En la práctica, vamos a ver distintas velocidades de cambio y adecuación. Será distinto para aquellos países donde los reguladores se den cuenta de que hay adaptarse también al cambio y el resto, con los diferentes grados en función del punto de partida. No están los tiempos para mucho intervencionismo mientras que en el frontispicio de las empresas figure el reconocimiento de que en un planeta con más de 7.000 millones de personas la sostenibilidad, como principio, es de obligado cumplimiento como recordó, con otras palabras, Álvarez-Pallete, que apuesta por una Telefónica con valores y con el reto de mantenerse en este duro mercado que se avecina.
Parece que la aceptación ha sido generalizada en los primeros días después del acontecimiento y esta semana iremos viendo su evolución. Parece lógico que nuevos anuncios se manifiesten en las próximas semanas aunque esto es el comienzo de otra carrera a largo plazo. De hecho ya empezó hace meses y los porcentajes de crecimiento avalan las nuevas tendencias. Ahora, también hay que aprovecharlo a nivel de país. Somos el país de Europa con una cobertura de fibra similar al conjunto de varios países que nos rodean como Reino Unido, Francia, Italia, entre otros. De hecho, el know how desarrollado para su instalación ya es un negocio de por sí para Telefónica.
Hay que aprovechar esta situación por empresas y personas. Antes, claro está, tenemos que comprender la dinámica de cambio actual. No vale cambiar por cambiar, vale el que aprovecha las posibilidades que da la tecnología que, nos guste o no nos guste, está cambiando el mundo. Muchas empresas deberían seguir los pasos de esta empresa casi centenaria. La comprensión del momento ya es positivo. Lo que depare el futuro es otro cantar y, por lo pronto, la melodía es magnífica. No podemos no cambiar. Sin comas.