Cómo se entrenan los perros que ayudan en terapias asistidas

Sònia Sáez, veterinaria en Purina España, nos explica su trabajo ante la presentación de un estudio que confirma los beneficios de esta actividad
perros purina
La mayoría de hospitales españoles ya se están interesando en las terapias asistidas con perros. (Imagen: Purina España)

Purina lleva desde 2015 promoviendo interacciones con perros para ayudar a las personas que lo necesitan. Estos vínculos, entre humano y animal, son reales; la cuestión es cómo llevarlos a cabo cuando alguien está vulnerable o un proceso de recuperación.

De ahí que la compañía haga estudios para confirmar los beneficios de esta actividad, como ha ocurrido en el estudio multicéntrico realizado en el Hospital Universitari de Santa Maria de Lleida, el Hospital de Mataró y el Hospital Infantil Universitario Niño Jesús de Madrid, que avala los beneficios de la terapia asistida con animales (TAA) para adolescentes con problemas de salud mental.

Pero todo tiene un comienzo. Sònia Sáez, veterinaria y responsable de comunicación en Purina España explica que en la compañía se preguntaban si las interacciones podrían pasarse a personas vulnerables. Y en 2018 lanzaron el primer informe en pediatría tras hacer terapias en el Sant Joan de Déu. “Un hospital que, por cierto, ya tiene una unidad canina fija”.

Por aquel entonces había pocos estudios y ha sido Purina sobre todo quien ha luchado en los últimos años por demostrar los beneficios de las terapias asistidas -tienen, de hecho, un compromiso para ayudar a un millón de personas en Europa con vínculos con animales-. “Tenemos otro estudio, en el Niño Jesús de Madrid y la Universidad Rey Juan Carlos centrado en jóvenes con trastornos alimentarios, que no quieren asistir a terapia, que son vulnerable. Pues sólo viendo a los perros había progresos importantes: interactuaban, se motivaban, se implican. Una evaluación positiva”.

El último estudio

El último estudio, ya mencionado, es el que se ha hecho en tres hospitales diferentes: Lleida, Mataró y Madrid. De hecho, es la primera vez que se hace un proyecto de estas características. “Poblaciones diferentes y beneficios impresionantes, terapéuticamente, físicos… En los grupos donde hay perros se hace todo en un tiempo rápido, en pocas sesiones, se ven los efectos positivos en los pacientes en nada de tiempo, sobre todo en los que han tenido contacto con perros”.

La pregunta inevitable es ¿por qué ocurre esto? “Pues es fácil, porque los perros no nos juzgan. Son seres blancos, les da igual el físico, cómo eres, la enfermedad que tienes. Niños, adolescentes, adultos. Todos conectan con esa parte emocional”.

Cómo se entrena

Según Sáez, los empleados de Purina, como voluntarios, educan a los perros. “Si bien es cierto que soy veterinaria, ya tengo perro… No soy muy objetiva”, bromea. Los empleados ya han entregado diez perros y otros cuatro cachorros están en proceso de entrar en las terapias asistidas.

Así, las familias tienen a los perros, educándolos, durante 15 días, cinco familias por cada perro. Una vez acaba el proceso, que suele ser un mes y medio, otros 15 días. “Da mucha pena estar tanto tiempo sin verlos y esperar ese mes hasta volver a educarlo, pero es por un bien mayor y, al final, los perros tienen que acostumbrarse a estar con muchas personas en muchos sitios diferentes. Además, después de estar dos semanas a los perros no les da pena porque están deseando ir con otro educador. Y, cuando te lo traen, ves esa felicidad porque viene a verte a ti. Ayuda al desapego, a ser conscientes de que no son nuestros. Y a que mejorará la calidad de vida de otras personas”.

En total, están un año. Pero tampoco dejan de verlos: los perros van a la oficina, y los ven en las sesiones. “Cerraremos el proyecto a principios de año y queremos que se vuelva a abrir a mediados del siguiente”, anuncia.

Cómo funcionan las sesiones

La veterinaria de Purina explica que cada sesión es diferente. Los perros tienen que estar entrenados y para ello tienen cuatro pilares: los propios perros, los pacientes, el personal sanitario que lleva el caso y conoce al paciente, y el técnico que lleva las intervenciones asistidas. Este último hace de traductor entre lo que el perro puede hacer y el personal sanitario.

“El perro no cura. También debo decir que los pacientes pueden crear apego con animal. Si se ocurre, se cambia de perro. Lo que por un lado es muy positivo, el vínculo con el animal, por otro lado puede construirse en una ansiedad emocional. Hay que ir cambiando los perros para evitarlo”, indica.

Las sesiones duran, la mayoría de las veces, entre 30 y 40 minutos. Siempre hay una presentación, puesta al día emocional, se ejecuta la actividad, que muchas veces es a modo de juego y luego despedida, así como una evaluación para ver los resultados.

El futuro

Unos resultados que, según Sáez, son “fantásticos”. Son tan positivos que sacarán un segundo estudio con el que ya están completando formularios. “En la mayoría de hospitales están interesados en saber más, así que estamos haciendo programas formativos para la comunidad científica y sanitaria. Quieren más unidades caninas, pero no saben, así que hacemos contenidos para que los perros lleguen a más centros”, adelanta la veterinaria.

Por último, quiere dejar claro que para Purina es un orgullo llevar tanto tiempo apostando por los beneficios de estas terapias, por dar soporte científico y ver esta evolución, que cada vez es mayor.

“Seguiremos apoyando a todos los centros y profesionales para que esto sea una herramienta cada vez más extendida y llegue a cada vez más personas. Y si fuera soportado por el departamento de salud, sería genial. Habría ahorros farmacológicos y en tiempos de espera. Continuaremos dando soporte, apostando por la investigación y dando difusión”.

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