España cuenta con un sistema de ciencia que ocupa el puesto número 11 del mundo en producción científica; es decir, con artículos de impacto revisados por pares y publicados en las revistas especializadas más prestigiosas. Sin embargo, cuando nos fijamos en los rankings que miden la innovación, el país está en la posición 29. “Existe un gap clarísimo entre el conocimiento generado y su aplicación práctica”, exponía Teresa Riesgo este martes. La Secretaria General de Innovación ha participado junto a Emilio García, Director de Innovación y Nuevos Productos en Talgo, en un nuevo ‘Diálogo público-privado’ organizado por Deusto Business School en su sede de Madrid.
Para intentar corregir el desequilibrio y facilitar el impacto económico y social de la investigación, el Ministerio de Ciencia e Innovación lanzó el pasado mes de diciembre el Plan de Transferencia y Colaboración. Aprobado en Consejo de Ministros, recoge 15 medidas -normativas, económicas o de incentivos- cuya aplicación involucra a distintos ministerios.
La transferencia en el centro
Riesgo afirmaba que la transferencia es la piedra angular de sus funciones actuales en el ministerio que encabeza Diana Morant. “Llevamos tiempo trabajando en esta dirección. Necesitamos que empresas, academia y organismos públicos de innovación colaboren con más intensidad. Hemos intentado recoger aquellas medidas que nos parecen más importantes para poner la ciencia y la innovación al servicio de la sociedad”.
El Plan de Transferencia y Colaboración tuvo un precedente en plena pandemia cuando Fernando Galindo, economista de la OCDE experto en ciencia e innovación, lideró la elaboración de un prolijo informe en colaboración con la Comisión Europea y los Ministerios de Ciencia e Innovación y Universidades. La “Hoja de ruta para mejorar la cooperación entre universidades, investigación y empresa en España” planteaba reformas para perfeccionar estas relaciones y sus conclusiones han resultado útiles en la elaboración del plan actual.
Distintas vías
“Ahora no se trata de buscar culpables, sino de trabajar y fijarnos en los casos de éxito, como Talgo o GMV, y seguir su ejemplo. Solo así iremos generando buenas prácticas”. En la parte de responsabilidad que les toca más de cerca, la Secretaría General de Innovación, a través de CDTI, financia el desarrollo tecnológico de empresas basadas en el conocimiento. “Hablamos de empresas que necesitan una cantidad de dinero grande para trabajar con garantías”.
Quizá trascurran años desde que alguien es capaz de sintetizar una molécula hasta contribuir al tratamiento de enfermedades raras o el cáncer. “Pasarán mucho tiempo sin facturar nada, pero es probable que en algún momento ganen muchos millones, y tenemos que apoyarlas porque provocan efectos sobre la economía del país”. Mayoritariamente son compañías del ámbito médico-científico, áreas en auge, como todo lo que rodea a las tecnologías new space, o iniciativas basadas en las TIC, donde Riesgo ha defendido la creación de un tejido sólido de fabricación de hardware para “no echarnos las manos a la cabeza” cuando sea demasiado tarde.
Con la nueva estrategia de transferencia, el gobierno pretende la creación de spin-offs, pero no solo eso. “Hay otros caminos, como la co-creación de tecnología entre el mundo académico y las empresas. Los alemanes lo hacen muy bien y existe una interesante movilidad laboral entre las empresas y el mundo académico”. Por otro lado, Teresa Riesgo recordaba que tanto universidades como organismos públicos de innovación, caso del CSIC, guardan en sus cajones una “magnífica” cartera de patentes porque no disponen de la capacidad suficiente como para sacarlas adelante ahí fuera. “Queremos facilitar que, al menos, esas patentes se vendan o sean licenciadas por terceros. Debería tratarse de una práctica habitual y los números actuales en este sentido son muy pequeños en España. Es algo que genera dinero y requiere poco coste, ya que el grueso de la inversión se hizo con anterioridad”.
Más agilidad
A través del fondo INNVIERTE, “fondo de capital riesgo 100 % CDTI”, el Estado, mediante la tipología de co-inversión, ha participado en unas 100 empresas y capitalizado en torno a 200 millones de euros. Una estrategia que, según Riesgo, gusta al entorno inversor privado (trabajan con más de 70 fondos pre-acreditados). “Es la manera de que las empresas nazcan fuertes en origen, atraviesen el famoso Valle de la Muerte y crezcan más rápido. Con el equipo de CDTI evaluamos uno a uno los proyectos, son profesionales muy capacitados para el análisis tecnológico”.
“Es importante que cale los beneficioso que resulta invertir en deep-tech”, aseguraba Teresa Riesgo. La Secretaria General de Innovación se detenía en un caso concreto para exponer la voluntad del ministerio. “Hiperbaric es una empresa burgalesa de depósitos de altísima presión, estratégica para el progreso del hidrógeno verde. Hemos rechazado vender nuestra participación. Queremos que siga creciendo y desarrollando su tecnología dentro del país”.
Nuevas posibilidades
Gracias al Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia, han sido activados tres fondos temáticos más, dirigidos a la transferencia de conocimiento, en los que, junto con gestoras de fondos, pondrán el foco en las áreas bio-agrotech, TIC y aspectos industriales. “Son fondos que de nuevo tratan de crear empresas salidas del ámbito académico, pero con un capital de inicio fuerte que, entre otras cosas, les de la opción de estar bien gestionadas desde el principio”.
Teresa Riesgo añadía que han llevado la colaboración público-privada un paso más allá tras lanzar una llamada para que una sociedad mercantil recoja la propiedad intelectual que produce el sistema público alrededor de las terapias avanzadas y sea capaz de industrializar aquello que sea susceptible de generar beneficios sobre el Sistema Nacional de Salud y por tant sobre la ciudadanía.
Talgo, innovación en el ADN
Definido por Teresa Riesgo como “la persona que más sabe de trenes en España”, Emilio García repasaba algunas claves de la historia innovadora de Talgo, una empresa que dio un vuelco al concepto clásico de ferrocarril. “Llevamos la innovación en el ADN. Las primeras decisiones rompieron en los años 40 con el estatus quo de la tecnología ferroviaria. Nos vimos obligados a seguir innovando para mantener la diferenciación en el mercado”.
De este modo, a lo largo del tiempo, la innovación en Talgo pasó de estar basada en el trabajo de personas concretas a profesionalizarse y estructurarse dentro de la estrategia global de la compañía. Pioneros de la innovación abierta, Emilio García señalaba cómo desde muy pronto abrieron las puertas de la colaboración a centros tecnológicos, universidades, pymes… “Solo así podemos afrontar los retos y seguir progresando. Talgo no innova por innovar. La inversión en I+D exige un retorno y debe aportar valor”.
Vigilar el entorno tecnológico global, más allá de lo ferroviario, sumado al conocimiento made in Talgo acumulado, ha permitido a la empresa convertirse en una referencia global del sector, con proyectos disruptivos y de máxima complejidad, como la línea de alta velocidad La Meca-Medina, donde las altas temperaturas representaron un reto sin precedentes.
En septiembre de 2022, Talgo presentó una estructura de rodadura característica -sin ejes fijos, denominada rodal- fabricada a partir de fibra de carbono, titanio y aceros de alta resistencia, frente al acero estructural utilizado a día de hoy. Talgo mostró además una sección de un coche de pasajeros de alta velocidad fabricada íntegramente en fibra de carbono, que podría sustituir la estructura actualmente fabricada en aluminio.