La tienda turística que pone en valor la identidad de Madrid a través de sus artesanos

Juan F. Calero

Inaugurada a mediados de febrero, el próximo lunes vuelve la actividad a la Tienda Casa de la Panadería, en el Centro de Turismo de la Plaza Mayor. Hablamos con la arquitecta Izaskun Chinchilla y con varios de los artesanos locales representados en el nuevo espacio, un compendio iconográfico, gastronómico y artístico de la capital

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Estaba previsto que este reportaje fuera publicado hace un par de meses, a las puertas de la Semana Santa, cuando Madrid se llena de foráneos y se vacía de sus habituales. Días de descanso doblemente gratos porque nos avisan a todos de que el verano está a la vuelta de la esquina. Pero a la tragedia humana de la pandemia hay que sumar la anulación de la vida cotidiana, de los planes grandes o pequeños. El 17 de febrero, el Ayuntamiento de Madrid inauguraba la Tienda Casa de la Panadería en el Centro de Turismo de la Plaza Mayor. La originalidad de su propuesta radicaba precisamente en la manifiesta intención de volver a valores del pasado.

La peor cara de la globalización ha convertido este tipo de establecimientos en almacenes de baratijas carentes de nada parecido al espíritu original de la ciudad en cuestión, ya estemos en Nueva York, París o Bogotá. La céntrica tienda, que reabre sus puertas el próximo lunes, pretende promocionar el alma de Madrid con algunos de los elementos más característicos de su identidad.

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La arquitecta Izaskun Chinchilla, durante el acto de inauguración. (Imagen: Ayuntamiento de Madrid).

Los productos que ofrece también se alejan de la homogeneidad imperante. Es el momento de que los artesanos locales saquen pecho en el mejor escaparate posible. Por el momento no hay turistas en el horizonte, pero la vida vuelve a las calles y La Casa de la Panadería es ahora un espacio abierto a toda la ciudad. Como explica a Innovaspain la arquitecta Izaskun Chinchilla, artífice junto a su equipo del diseño de la tienda, “el proyecto es una oportunidad para ofrecer una diversidad particular”.

Crear y transmitir identidad

“No tenemos por qué parecernos a Berlín o Estocolmo”, añade Chinchilla. “El reto en la Casa de la Panadería era construir un espacio en el que ‘vender’ la esencia de Madrid. Poner el acento en aspectos humanos presentes en el diseño y la artesanía; y emplear iconos locales que ayuden a descubrir la identidad de la ciudad y a hacerla memorable”. Cualquiera que explore el lugar se topará con corralas, puestos de barquilleros, mantones de Manila, balcones con baldosas y tendederos, caramelos de violeta, una cúpula de cristal al más puro estilo Hotel Palace…

“Si lo productos no iban a ser tazas fabricadas lejos de aquí, tampoco podíamos deslocalizar su estructura. Los materiales empleados fueron acero o madera trabajados con las manos”, apunta Izaskun Chinchilla, que recuerda que los artesanos son parte de la arraigada agitación de la ciudad. “El gran recurso de Madrid es su vida cultural y nocturna. No es una ciudad monumental, pero el turista tiene su propio leitmotiv para venir”.  

Hablan los artesanos

Susana García es una de las fundadoras de Favorito Studio. Su obra cerámica estará presente en el espacio de La Casa de la Panadería. García opina que los valores que defienden conectan con los de la tienda. “Cuidamos mucho la calidad. El trabajo está hecho con mimo y detalle. Nos encanta lo que hacemos”. La artesana añade que igual de importante que las propias piezas es la filosofía que hay detrás de su producción.  “Creemos en un consumo más cercano, responsable y humanizado. Eso tiene un precio, pero es el modo de vida que queremos defender en la medida de lo posible, fiel a unos principios más respetuosos con nuestro entorno, que valore los objetos de los que nos rodeamos”.

Favorito Studio ceramica
Una muestra de las representativas vajillas de Favorito Studio.

Las colecciones de Favorito Studio ‘huelen’ a Madrid. “Esta ciudad está en todo lo que hago. Es lo que me rodea; mis influencias, mi inspiración, mi familia y mis amigos. En conjunto, Madrid aglutina lo que soy”.

Natalia Lumbreras es una de las pocas artesanas de la ciudad que realiza pintura sobre seda. “Es un producto único, especial”. De paso, Lumbreras percibe que desde la nueva tienda podrá pelear con más armas contra el oportunismo de las modas “que puede llegar a desvirtuar lo que es la artesanía y lo que implica ser artesano”.

La artista cree que el boom del low cost toca a su fin, pero que la artesanía trending topic no contribuye a transmitir la realidad de estos oficios. “Apuesto por lo contrario del usar y tirar. Es posible convertir en algo valioso los objetos funcionales y cotidianos”.

Natalia lumbreras seda pintada
La obra de Natalia Lumbreras une funcionalidad y belleza.

“¿Por qué no poner de moda ser responsables?” (Naira Regúlez, The Atypical Project)

Naira Regúlez sentó las bases éticas de su emprendimiento sin saber aún qué ofrecería. “Hace años abrí una tienda online de productos de India. Mi proveedor me trataba realmente mal. No quería ni imaginar cómo lo haría con sus empleados. Me propuse que, en mi siguiente proyecto, conocería detalles de la vida de la gente que trabajara para mí, por muy lejos que estuviera”.

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Naira Regúlez con su hija. (Imagen: The Atypical Project).

Así fue. Hoy, los bolsos de yute de The Atypical Project son producidos bajo la premisa del comercio justo. “No es incompatible con la estética”, señala. Su equipo en Bangladesh participa en el proceso creativo de los diseños. 34 artesanos, casi todas mujeres, de las que Regúlez conoce nombre y apellidos. “Podría fabricarlos por la mitad en China, pero ahora ellas, junto a mi hija, también son mi motivación. En la tienda de La Casa de la Panadería han creído en el valor del bolso. Saben que su venta va a dejarles muy poco margen, al igual que me sucede a mi (en la tienda online). ¿Por qué no poner de moda ser responsables?”, concluye.

“Ni por asomo pensé que me pasarían tantas cosas buenas” (Javier S. Medina)

Javier Sánchez Medina pasó parte de su infancia en Badajoz, viendo como su abuelo arreglaba sillas o persianas en el patio de la casa familiar. “No era un artesano, pero me hizo ver que el trabajo manual requiere tiempo y dedicación”. El que hoy es uno de los mejores expertos del país en espartería, llegó a Madrid después de abandonar unas oposiciones a bombero que le habrían garantizado la estabilidad laboral de por vida.

“No pude entrar en Bellas Artes así que viajé por distintos países y constaté que vivir de la artesanía era posible”. Tras estudiar restauración con Marisa del Real, hace 5 años abrió su propio taller y hoy cuenta con dos tiendas de venta al público. Ha llevado el tratamiento de las fibras naturales a la decoración y entre sus obras más emblemáticas están los espejos y los llamados ‘trofeos ecológicos’, cabezas de animales como el toro que adorna una de las paredes de la tienda de La Casa de la Panadería.

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Los trofeos ecológicos de Javier Sánchez Medina. (Imagen: sitio web del artista).

“Ser pionero en algo no es fácil”, apunta Sánchez Medina, que ha colaborado con firmas potentes en un renacer de los viejos oficios que le ha conectado con diseñadores de moda y artistas. “Ni por asomo pensé que me pasarían tantas cosas buenas”, asegura. Con su próximo proyecto, ‘Javier S. Medina Taller 34’, dará forma a un espacio que invite al contacto y al intercambio de ideas entre artesanos de distintos países.

“Madrid tiene un difícil equilibrio entre gran ciudad y pueblo, pero aún es posible elegir vivirla de una u otra manera” (Marina Casal)

No es la primera vez que Andrés Gallardo participa en una iniciativa como la de La Casa de la Panadería. Sus piezas de joyería formaron parte de la guía ‘Hecho en Madrid’, publicada por el Ayuntamiento en colaboración con La Fábrica. Como explica Marina Casal, socia del proyecto, en la firma tratan de crear productos deseables no sólo por su diseño, “sino también por cómo, dónde y por quién están hechos”.

Casal y Gallardo vinieron a Madrid a estudiar diseño. “Esta es nuestra casa. Aunque nos movemos mucho por otras ciudades también muy potentes para marcas de diseño, en ninguna nos sentimos como aquí”, admite Casal. “Madrid tiene un difícil equilibrio entre gran ciudad y pueblo, pero aún es posible elegir vivirla de una u otra manera”.

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Algunas joyas de la firma. (Imagen: Andrés Gallardo).

“Andrés y yo decidimos lanzarnos después de años trabajando en un sistema en que se estaba devaluando tanto el valor productivo como el creativo. Recurrir a la artesanía fue algo instintivo. Era lo que nos pedía el cuerpo para sentirnos bien. La artesanía es emocional, y lo emocional conecta con las personas de una manera que el low cost no puede”, señala.

“La idea es que nuestras piezas vivan intensamente, como los madrileños; con la calidez y la franqueza que destilan” (Melina Carranza)

David Iglesias y Melina Carranza son Oficio Studio, y hace mucho que dejaron la abogacía y la arquitectura para poner en marcha un taller que devuelve al cuero el lugar que le corresponde. “La piel española tienen una fama casi legendaria en el extranjero”, asegura Carranza. Para ello han apostado por recuperar técnicas tradicionales.

Las curtidurías con las que trabajan, en Palencia, son respetuosas con el medioambiente. “Tienen unos tiempos que no podemos acelerar. No hay productos químicos ni tintes industriales, solo experiencia, mucha paciencia, cortezas de árbol, anilina, músculo y aceite de oliva”.

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David Iglesias, socio de Oficio Studio, en el taller. (Imagen: Laura C. Vela).

De vuelta al taller, a un paseo de -paradojas de la vida- la Ribera de Curtidores, fabrican el cien por cien de su producción. “Pasamos muchas horas cortando y ensamblando las piezas de bolsos y artículos de pequeña marroquinería”. Hay clientes que les visitan, ven cómo trabajan e incluso eligen la materia prima con la que será fabricado su objeto. “Los accesorios envejecen junto a sus propietarios. La idea es que las piezas vivan intensamente, como los madrileños; con la calidez y la franqueza que destilan. No seguimos modas, son productos atemporales”, apunta Carranza.

Para alegrar el estómago

Los sabores más madrileños están representados a través del cocido y los callos que se venden en conserva, los típicos barquillos, meninas de chocolate y los famosos caramelos de violeta. Pitos de San Isidro, los jabones y el agua de colonia Álvarez Gómez, guías y libros de Madrid, barajas de cartas, juegos tradicionales, velas y propuestas como cestas de picnic para preparar chocolate a la taza, son otros de los objetos que pueden adquirirse.

Hay espacio para productos de merchandising como tazas, bolsos hechos de banderolas recicladas, bolígrafos y agendas de la ciudad o camisetas inspiradas en los distritos de Madrid. Además, la tienda expone diferentes objetos típicamente madrileños como las Capas Seseña o de las gorras de pichi o parpusas.

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