Un estudio en el que han participado investigadores de la Universidad de Columbia demuestra el papel fundamental que juegan las retroalimentaciones entre la tierra y la atmósfera en la sequía del suelo y la aridez atmosférica. De acuerdo con el trabajo, publicado este martes en la revista PNAS, los periodos con baja humedad en el suelo y déficit de presión de vapor en la atmósfera suelen coexistir de manera simultánea. La investigación prevé que estos eventos serán cada vez más frecuentes e intensos en el futuro.
El equipo de nueve científicos, entre los que participan investigadores de la Universidad de Princeton (Estados Unidos), el Instituto de Investigación Costera (Alemania) y el Instituto de Ciencias Atmosféricas y Climáticas (Suiza), ha demostrado que la retroalimentación entre la tierra y la atmósfera, que se inicia por las alteraciones en la humedad del suelo, puede modificar el calor de la superficie y promover, al mismo tiempo, anomalías en la circulación atmosférica a gran escala.
“Este estudio, por primera vez, demuestra que la sequía del suelo y la aridez atmosférica concurrentes están en gran medida impulsadas por una serie de procesos de atmósfera terrestre y circuitos de retroalimentación”, ha afirmado a Innovaspain Sha Zhou, autor principal del estudio. Los expertos han encontrado que las retroalimentaciones de la atmósfera terrestre exacerbarían la sequía del suelo y la aridez atmosférica concurrentes.
“La mayoría de los grupos han evaluado la simultaneidad entre las sequías y olas de calor pero nosotros estamos encontrando una relación más fuerte entre sequía y sequedad atmosférica que entre sequía y olas de calor”, ha asegurado a la Agencia Sinc Sha Zhou.
Los investigadores se dieron cuenta también de que la sequía y la sequedad atmosférica tenían un impacto más fuerte en el ciclo del carbono (el ciclo biogeoquímico por el cual el carbono se intercambia entre la biosfera, pedosfera, geosfera, hidrósfera y la atmósfera de la Tierra, una secuencia de eventos clave para que la Tierra sea capaz de sostener vida).
Si el suelo se seca por una escasa evapotranspiración (cantidad de agua del suelo que vuelve a la atmósfera como consecuencia de la evaporación y de la transpiración de las plantas) se reduce la humedad atmosférica. Y, al mismo tiempo, si hay mucho déficit de presión de vapor atmosférico, aumenta la demanda evaporativa de la atmósfera, lo que exacerba el agotamiento de la humedad del suelo.
El aumento de esta retroalimentación puede, por tanto, ocasionar más sequía y aridez en la atmósfera. Las altas temperaturas y la baja humedad atmosférica son factores de riesgo que provocan una mortalidad generalizada de la vegetación y una reducción de la absorción de carbono terrestre.
Gracias al experimento previo Global Land Atmosphere Coupling Experiment (GLACE-CMPI5) y a los conjuntos de datos (MERRA-2 y GLEAM), los expertos supieron que la retroalimentación que se da entre tierra y atmósfera aumentará aún más la frecuencia e intensidad de la sequía y la aridez en el siglo XXI, con impactos humanos y ecológicos potencialmente grandes.
“La simultaneidad de la sequía del suelo y la sequedad atmosférica tienen impactos dramáticos en la vegetación natural, la agricultura, la industria y la salud pública”, ha afirmado Pierre Gentine, profesor asociado de ingeniería terreste y ambiental del Instituto de Ciencias Atmosféricas y Climáticas, el primero en aislar este fenómeno. “La intensificación en el futuro de la sequía sería desastrosa para los ecosistemas y tendría un gran impacto en todos los aspectos de nuestras vidas”, ha añadido.
“Es fundamental que cuantifiquemos y evaluemos mejor estos procesos en nuestros modelos climáticos. La representación exacta de la variabilidad de la humedad del suelo y de la retroalimentación asociada es crucial si queremos proporcionar simulaciones fiables de la frecuencia, duración e intensidad de los eventos de aridez y sequedad atmosférica y de sus cambios en un clima más cálido”, ha zanjado Gentine.