Se cumplen justo ahora tres décadas desde que Andalucía, en el desarrollo de su Estatuto de Autonomía, tomara por primera vez las riendas de su política científica.
A lo largo de estas tres décadas hemos dado un salto cualitativo y cuantitativo que nos sitúa actualmente como la tercera potencia científica de España tanto en inversión, como en producción investigadora y en recursos humanos.
Estos avances no han sido fruto de la casualidad. Responden a una política regional sólida y mantenida en el tiempo. Los resultados ya son demostrables en algunos ámbitos: en este periodo de tiempo se ha multiplicado por ocho la producción científica, aportando Andalucía casi el 14% de la producción nacional; se ha configurado una comunidad científica de más de 2.200 grupos de investigación y 25.000 investigadores; los contratos con empresas se han multiplicado por diez y las patentes por cuatro; y contamos con un sistema de innovación que abarca diez Universidades públicas, treintaisiete organismos públicos de investigación, once centros de investigación y once parques tecnológicos.
Sin duda, todos estos datos contradicen rotundamente valoraciones que han señalado a Andalucía como el ejemplo a no seguir en política de I+D+i. Por eso, creo que es el momento de reconocer los hitos alcanzados y el esfuerzo público y privado de todos estos años. Hoy podemos decir que contamos con experiencia, capital humano e instalaciones para dar respuesta a los nuevos retos en materia de innovación que nos marca la Unión Europea y un entorno económico globalizado.
Andalucía asume en estos momentos la responsabilidad de definir qué papel ocupa como región europea, qué puede aportar al fin de la crisis y cómo queremos ser dentro de 20 años. Para avanzar en estas cuestiones Europa nos propone el diseño y desarrollo de estrategias para la especialización inteligente, como condición ex ante para la captación de fondos estructurales.
En esencia, la RIS3 supone una oportunidad excepcional para descubrir y aprovechar nuestros puntos fuertes y nuestras oportunidades de especialización productiva. Y encauzar los recursos hacia esos sectores, de forma que vayan de la mano los fondos públicos y la inversión privada. Este trabajo se ha plasmado en la Estrategia de Innovación de Andalucía o RIS3 Andalucía, remitida ya a Bruselas. Un documento donde se identifican nuestros sectores productivos más competitivos; nuestras oportunidades de crecimiento; y los retos que debemos superar para hacer del conocimiento un motor efectivo de crecimiento económico.
Los objetivos que plantea la RIS3 Andalucía en materia de I+D+i y que debemos alcanzar a lo largo de las dos próximas décadas son sumamente ambiciosos: situar el gato en I+D+i en un 2% del PIB (ahora 1%); conseguir que el sector privado represente el 50% del gasto en I+D+i; incrementar un 20% el número de investigadores; duplicar el número de empresas innovadoras; y conseguir que las actividades de media o alta tecnología eleven su VAB un 50% e incrementen las exportaciones al 60%, entre los objetivos más destacados.
Sin lugar a dudas, el cumplimiento de estos objetivos va a depender en gran medida de si somos capaces de incrementar el protagonismo de la iniciativa privada como agente innovador. Pero la realidad es que, actualmente, el sector privado protagoniza tan sólo el 36% del gasto en I+D en Andalucía, mientras en Europa el gasto empresarial supone más del 63% del total. Y precisamente, uno de los principales retos que nos plantea Europa es invertir esta situación. Contamos para ello con el nuevo programa científico Horizonte 2020, que ha reforzado sustancialmente el apoyo a las PYMEs innovadoras.
Por suerte, son cada vez más las empresas aprovechan el potencial en I+D de la Universidad. Una relación que se ha estrechado más durante la época de crisis, tanto en volumen de contratos como en facturación. Un claro síntoma de que el tejido productivo confía en la investigación y la innovación como una vía para alcanzar la competitividad y el crecimiento.
La política de I+D+i ha ocupado y seguirá ocupando un lugar clave dentro de la política económica de la Junta de Andalucía. Señal de ello es que los presupuestos autonómicos para 2015 contemplan un aumento del 0,9% en este campo, hasta alcanzar los 414,4 M€.
Vivimos un momento especialmente trascendente. Especialmente en materia de I+D+i, donde quedarse parado supone quedarse atrás y echar por tierra lo trabajado durante décadas. Estamos mejor preparados que nunca para afrontar los nuevos retos en materia de innovación que nos plantea nuestros entorno, pero es fundamental ser constante con esta apuesta y atraer la máxima colaboración.