Con el verano a la vuelta de la esquina, el sector turístico español se frota las manos para ver la luz al final del túnel. Pero el mundo en 2021 es brutalmente distinto al de 2019, cuando España recibió la prodigiosa cantidad de 83,7 millones de visitantes. Y —las leyes del mercado son imperturbables— ante un escenario nuevo debe haber un producto nuevo. El informe Innovación turística en el medio rural de la Escuela de Turismo Ostelea, elaborado por Raquel Santos y Sheila Sánchez, arroja una solución tajante: la transformación está en la España vaciada.
La Organización Mundial del Turismo (OMT) ya ha dejado claro, a lo largo del año, que para salir de la crisis no puede haber un recetario con más de lo mismo. Su director ejecutivo, Manuel Butler, alertó el pasado 22 de febrero en una entrevista con Innovaspain de que los viajes pospandémicos estarán “basados en la sostenibilidad”. Y eso es precisamente lo que se propone en el informe de Ostelea. Una revolución en la oferta, según se propone en el documento, debe pasar por cuatro ejes: digitalización, economía circular, despoblación (combatirla) y productos y experiencias innovadoras.
Raquel Santos, coautora y docente del máster en Gestión Internacional del Turismo de la escuela, afirma, al otro lado del teléfono, que la crisis servirá como una oportunidad para que el campo se convierta en una palanca del desarrollo. Y que una prueba de que el mercado pide a gritos opciones volcadas al ecoturismo es el verano pasado: “Ya se vio que hay más afluencia en entornos naturales”, señala. De hecho, la cantidad de gente que optó por este tipo de destinos en 2020 subió un 20% con respecto a 2019.
Cambios revolucionarios pero a medio plazo
Hablar de la digitalización en la España vaciada abarca mucho más que simplemente extender la banda ancha a todos los rincones de la geografía. Tanto el informe de Ostelea como la propia OMT inciden en que el turismo del mañana será digital. Pero, ¿cómo promocionar regiones en donde la señal de internet escasea? Santos arguye que la promoción de las zonas despobladas como destino no se contradice con la falta de servicios digitales porque “el turismo puede contribuir a generar recursos que permitan luego construir este tipo de infraestructuras”.
Todo regresa a la comunidad. Una iniciativa que —como se sugiere en el documento de Ostelea— sea económicamente sostenible, innovadora y digitalizada debe poner en el centro a las poblaciones que por años han quedado rezagadas. En cada uno de los cinco ejes que aborda el informe hay ejemplos prácticos que ya se han implementado en el país y han servido como bálsamo para decenas de pueblos.
Emprender en los pueblos
Una experiencia que destaca Ostelea es la app Vanwoow, una plataforma colaborativa para visitar en autocaravanas los tesoros escondidos de la España vaciada. En una conversación el pasado 14 de abril con este medio, Manu Guisado, cofundador de la aplicación celebró que en muy poco tiempo —principalmente desde que se inició la pandemia— muchos emprendedores de pequeñas poblaciones han buscado nuevas formas para atraer gente de fuera.
El clima de emprendimiento en el medio rural no es algo que surja por generación espontánea. Santos apunta que las iniciativas deben “poner en valor la diversidad” con el “entramado socioeconómico” de cada lugar. Es decir: sacar provecho de lo que tiene que aportar, con dinero público, ya sea de Madrid o Bruselas, y con facilidades para la inversión.
Si los pronósticos del Fondo Monetario Internacional y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos no se equivocan monumentalmente, lo que se viene en los próximos años es un periodo de expansión. La famosa V que se dibuja al momento de salir de una recesión. Todos van a querer un pedazo de la tarta. Pero esta deberá hacerse en un horno rústico, lejos de las grandes ciudades.