Gran acierto de Amancio López Seijas, presidente del Grupo Hotusa, al definir el Turismo como “la Industria de la Paz”, definición interesante y oportuna cuando en Europa, que absorbe el 50% del turismo mundial, se desarrolla un conflicto bélico de insospechada evolución y consecuencias. La aplaudieron los embajadores del Reino Unido Hugh Elliot y su homólogo alemán Wolfgang Dold, representantes de los países de los que proceden un tercio de los turistas que nos honran con su presencia todos los años.
Tres palabras para definir el turismo: industria, paz y felicidad resumen muy bien la compleja gestión de un tema que para España ha sido, y es, esencial para su desarrollo económico y social. “Salvemos el turismo” es el nombre de estas jornadas que organiza este grupo hotelero –con unos ingresos que superaron los 1.200 millones de euros en 2019- y era el objetivo que el año pasado dimos a nuestro Anuario de la Innovación en España 2020 por entender, precisamente, que en el turismo está una de las claves del mantenimiento económico español.
En su momento fue la salvación y su propia evolución nos ha ayudado a mejorar en muchos aspectos, no solo relacionados con la denominada industria turística que es, por su influencia, más de ese casi 13% del PIB español; una formalidad porque en esas cuentas no entra buena parte del consumo que el turismo hace en alimentación, cultura, construcción, automoción y un largo etcétera.
Hablando de innovación no nos podemos olvidar del turismo. Para empezar, nos ayudó a cambiar la mentalidad. Abrir puertas y ventanas siempre es necesario. Lo fue para el empleo y es en este ámbito cuando se te ocurre innovar y a España le hace falta mucha innovación; a Europa en general para poder competir en el mercado global, concepto ahora no tan fuerte como el que teníamos hace tres meses, pero esperemos que precisamente con la paz, las aguas vuelvan a su cauce, aunque con lecciones aprendidas.
Por parte española bueno será recoger las recomendaciones de los dos personajes citados y de Matt Woods, consejero político de la embajada británica para seguir en el camino de la mejora. La innovación ha sido parte de ella pero aún lo tiene que ser más. Competir por precio no parece que sea la mejor salida para España y la alternativa está en el servicio, la mejora de instalaciones y el aprovechamiento de posibilidades en territorios que son alternativas muy interesantes a ese turismo de sol y playa que tanto resultado nos dio y sigue dando.
La diferencia está en que el paradigma del turismo ha cambiado. La naturaleza, las ciudades, los espacios vacíos, la historia y, por supuesto, la herencia cultural nos dan ese plus que otros territorios no los tienen. El relato de esas diferencias ya está siendo un elemento básico y el relato, como toda comunicación, debe transmitirse por los canales adecuados, nuevos en su mayoría. La gastronomía ha sido un buen ejemplo de cambio gracias a la innovación y en esa línea hay que avanzar. Creo que alguna vez he recordado la sorpresa que me llevé cuando en un supermercado de Baden-Baden, una de las fantásticas ciudades alemanas que rodean la Selva Negra y centro del turismo mundial de últimos años del siglo XIX y principios del XX, ilustraba una pared una cita de Santa Teresa de Jesús.
Rescatar el legado cultural es una de las cuestiones esenciales; la restauración de edificios emblemáticos, trabajar en rutas hasta ahora poco aprovechadas, entre otras son acciones que tienen que tener continuidad y desarrollo. Para eso será necesario también la educación, un capítulo siempre ligado a cualquier innovación, pensando en dos realidades que ya se dan en el caso español como es la calidad del trato y la seguridad, como señalaron los representantes de Alemania y Reino Unido, países de los que procedieron en 2019 la cifra de 33 millones de personas, cifra hacia la que marchan ya los primeros meses del año. Por eso es importante la frase de Amancio López Seijas. Paz y felicidad resumen perfectamente esta gran industria. Ahí caben muchas cosas, algunas están identificadas, otras son sobre las que hay que trabajar y, por supuesto, innovar, en todos los casos aprovechando la tecnología que está en nuestras manos. Recordaba Hugh Elliot, embajador del Reino Unido, como hay sitios en España donde la conexión a internet es posible y casi impensable, en este caso gracias al objetivo marcado por Telefónica que ha llevado la fibra a esos lugares. Un ejemplo más de que el turismo es, al menos para España, una verdadera cuestión de Estado.