U-tad: las cuatro fortalezas de la universidad a la vanguardia de la revolución digital

Es uno de los centros punteros en la formación de desarrolladores de videojuegos, con varios premios en su haber. Más allá del gaming, de las instalaciones de U-tad salen diseñadores, ingenieros de software o animadores

A 25 kilómetros de Madrid, en el municipio de Las Rozas, hay una universidad pionera en el camino de la revolución digital. El camino de U-tad Centro Universitario de Tecnología y Arte Digital empezó hace relativamente poco (en 2012), pero en apenas ocho años ha conseguido asentarse como uno de los centros de referencia en la formación en el sector tecnológico. “No surge por la industria sino desde la industria”, apunta el director académico del centro, José Antonio Rodríguez.

No es una universidad al uso, ya que nació con la idea de cubrir una carencia en el panorama laboral de nuestro país. Rodríguez pone el dedo en la llaga: “Había determinadas profesiones que no había una formación adecuada a ellas para el mundo laboral”, admite. Es por ello que U-tad se crea para ofrecer una formación adecuada en ciertos perfiles que el mercado laboral empezaba a demandar. Como ejemplo, el Grado en Animación de este centro fue “el primero”, asegura Rodríguez, en activarse.

Sumados a este grado, están los otros tres pilares que hacen que la U-tad esté a la vanguardia de la revolución digital. El centro también oferta grados en Diseño Digital, en Ingeniería y uno de los más productivos: el de Videojuegos. “Somos un referente”, señala Rodríguez. En este sentido, el pasado 27 de octubre se conoció que el centro está entre las 10 mejores canteras de desarrolladores de videojuegos del mundo. Ocupa el sexto puesto del ranking internacional de la GAMEducation, la Global Association for Media Education.

“No es una lista hecha de cualquier manera, sino que se asienta en el desarrollo de proyectos y en el perfil de LinkedIn de los alumnos”, explica su director académico. “La parte de interactivos es fundamental” para U-tad, reconoce. De ella, pero también de Animación, Ingeniería y Diseño Digital, se nutren las vitrinas del centro, donde descansan más de una decena de premios nacionales e internacionales.

Pero el centro se nutre de una metodología específica que se asienta sobre la cooperación y la colaboración entre las distintas áreas de estudio. Los alumnos (en la actualidad más de 1.400 matriculados este curso 2020-2021), trabajan conjuntamente en el desarrollo de proyectos “más completos y cercanos al mundo profesional”, añade Rodríguez. El objetivo no es otro que preparar desde el primer día a los alumnos para el mundo profesional al que se van a enfrentar.

El proyecto profesional de toda una vida

Producto y proyecto. Esos son los dos conceptos sobre los que se desarrolla el futuro profesional de los estudiantes de la U-tad. Ya desde primer curso, y hasta el último, dan forma a proyectos propios donde la colaboración es fundamental. “Los alumnos de Diseño Digital trabajan con los de Ingeniería de Software. Los de Videojuegos con los de Animación”, ejemplifica el director académico.

Una manera innovadora de plantear la carrera universitaria. Rodríguez expone que se les prepara para “pensar en ideas,proyectos y en cómo desarrollarlos en una dinámica de entorno profesional que luego puedan aplicar en empresas”.

Una metodología que ha tenido su recompensa en forma de premios. “Ahí están los proyectos premiados en hackatones y demás eventos”, apunta.

Para que estas ideas vean la luz y algunas prosperen, e incluso puedan suponer el nacimiento de startups, es necesario que cuenten con las instalaciones adecuadas y con un amplio abanico de convenios con empresas.

En un paseo virtual por la U-tad, la biblioteca es lugar para libros pero también para equipamiento técnico: desde ordenadores o think pads de diseño. En las aulas, equipos de simulación o motores de videojuegos para render en tiempo real. Sin olvidar los espacios dedicados al ocio de los alumnos: “somos el centro de España con más think places”, asegura Rodríguez.

Como parte del objetivo de introducir a los alumnos al mundo laboral que se encotnrarán al salir del centro, el profesorado se compone de profesionales que trabajan en la industria. Un sector que avanza a pasos agigantados y que obliga a actualizar los planes de estudios cada 5 años como mucho. Mientras, cada año se revisan dichos planes de estudio.

Empresas y U-tad, un trabajo codo con codo

A diferencia de la enseñanza tradicional, basada en los contenidos, desde el centro se apuesta por la formación en competencias. “Es una relación a priori con las empresas”, apunta Rodríguez. Es ahí donde entra el profesorado compuesto por profesionales experimentados y especializados en la materia que imparten.

Como sus “principales suscriptores”, apunta el director académico, las empresas mantienen una comunicación fluida con la universidad. “Buscamos qué perfiles se demandan, qué competencias se piden. Y todo ello en contacto con las empresas”.

Sin olvidar otro pilar en el dúo universidad y empresas: los convenios. “Tenemos alrededor de 700 convenios tanto de prácticas como de empleo. Somos de las universidades más recomendadas: muchos alumnos vienen por recomendaciones de las empresas”.

Y es que, antes de finalizar sus estudios, dentro de U-tad se gestan incubadoras o Spin-Off (iniciativas empresariales dentro de la comunidad universitaria). Si bien Rodríguez aconseja a aquellos alumnos con espíritu emprendedor que “adquieran uno o dos años de experiencia profesional” antes de emprender.

“Hemos ido a festivales de diseño con gente de las mejores empresas de España”

Juan Sevilla es uno de los alumnos del grado en Diseño Digital que ya ha podido trabajar en estudios de diseñadores. Está en tercer curso. En estos tres años ha tenido la oportunidad de conversar cara a cara en festivales de diseño “con gente de las mejores empresas de España”.

Hasta sus oídos llegó el nombre de la U-tad por recomendación de una persona cercana. Fue cuando buscaba dónde estudiar una carrera que le permitiese formarse como ilustrador. “Me interesé por la uni, investigué sobre ella y encontré todo lo que ofrecían y descubrí la carrera de Diseño que encajaba con lo que buscaba”, recuerda Sevilla.

La carrera le está permitiendo de igual manera abrirse a nuevos horizontes profesionales. Formarse en el 3D, la fotografía o la programación han sido experiencias que le han abierto “mucho la mente” sobre qué podría “hacer en el futuro”.

Una de las herramientas imprescindibles para su grado es la Cintiq, es decir, las tabletas específicas para diseñadores. “Siempre hay una disponible”, afirma. De igual manera, sigue, “si quieres usar el estudio de fotografía o el que sea, mandas un correo y tienes reservado la hora del día que digas”.

Sevilla vino rebote hasta U-tad. “Venía de otra universidad en la que lo que nos enseñaban estaba muy atrasado”, confiesa. Que las instalaciones y el plan de estudios estuviesen “a la orden del día” ha sido uno de los puntos que más gustan a Sevilla.

Por las prácticas está tranquilo. Señala que en el campus virtual aparecen “todo el tiempo” nuevas informaciones sobre prácticas y becas con empresas.

“En tercero o cuarto empezamos a prototipar pequeñas ideas de videojuegos”

A Héctor Lotero Torres, estudiante del tercer curso del grado en Diseño de Productos Interactivos (cuenta con 380 matriculados), tampoco le agobia el futuro laboral. Sabe que en su sector hay “bastantes” prácticas y que es un “campo de salidas profesionales” bastante amplio. Tanto él como sus compañeros desarrollan proyectos con la idea de prototipar “pequeñas ideas de videojuegos, que es el producto más común, en tercero o cuarto”. El fin es que, entre todas estas, se elija un proyecto que sea publicado en plataformas de descarga como Steam o similares.

Sí que matiza que en su grado hay una diferencia respecto al resto. “En el mundo de los videojuegos se decidió meter las prácticas dentro de las clases y tenemos una serie de asignaturas de comienzo de carrera. De ellas aprendemos a desarrollar proyectos por nuestra cuenta en todas sus fases y de forma progresiva”, desgrana Lotero.

Precisamente es esta manera de trabajar lo que le convenció para matricularse en U-tad. “Se centraba en el diseño de productos interactivos. No tanto como una parte de ingeniería o arte, sino de pensar y producir proyectos”.

Fue en Aula donde descubrió este centro. Sabía lo que quería y, de entre todas las universidades, la U-tad era donde “tenían un plan de grado bastante bueno y profesores que parecían prometer bastante”.

Unas expectativas que se ven cumplidas a pesar del aumento de la dificultad en el grado. “Ahora se está volviendo algo más difícil, porque tenemos que trabajar mucho, pero es algo que me gusta y me parece bastante satisfactorio”, concluye.

“Un profesor nos comentó que había un centro importante en Madrid para estudiar Animación”

Para Constantín Bravo Blancas, el comienzo de su grado en Animación (esta carrera y la de Diseño Digital reúnen a 650 matriculados) fue lo que se le hizo “más largo”. Era la parte teórica y de introducción a las herramientas del grado. Ahora ya está en su último año de carrera. Tenía “claro desde el principio” que iba a entrar en la U-tad, confiesa. Y es que Bravo ya tenía tablas sobre este sector tras haber completado un módulo de ciclo superior.

Fue gracias a un profesor de la EUSA (un centro adscrito a la Universidad de Sevilla), en Sevilla, que oyó hablar de la U-tad. “Hablando con él de qué íbamos a hacer después del ciclo, me recomendó un centro importante que había en Madrid”, recuerda.

Así recabó en el centro donde ya en este último curso está realizando prácticas. Un trabajo que le permite aplicar la experiencia previa adquirida gracias a las herramientas a disposición de los alumnos, cosa que Bravo subraya en especial.

“En un solo año aprendí varios idiomas de programación”

Metida de lleno en segundo curso del grado de Ingeniería del Software (330 matriculados), Marta Rodríguez García recuerda el final de primero: “pudimos programar un pequeño juego”. Ella entró, admite, “con muy pocos conocimientos en informática” pero al finalizar el primer año conocía varios idiomas de programación.

Si se decantó por la U-tad fue al enterarse de que los programas de estudios se basaban “en la práctica y la participación”. “Además me gustó mucho porque al estar en frecuente contacto con empresas, la formación que recibes está actualizada. Así, te aseguras de estudiar algo que no se haya quedado obsoleto o que en el ámbito laboral no vayas a usar en un futuro”.

Una cuestión, la del empleo, que no es su principal preocupación. “Además de las empresas con las que tiene convenio la universidad, si por x circunstancia conoces otra empresa y estás muy interesado en hacer prácticas, se lo propones a la universidad. Esta va a hacer un esfuerzo por conseguir un convenio y que puedas hacer prácticas en esa empresa”, explica esta alumna.

En los momentos de mayor estrés durante el curso, cuenta que aparte de los recursos específicos para su carrera, cualquier estudiante puede adquirir en la biblioteca la “Wii o la Play” para usarlas y desconectar.

Preparados para afrontar la pandemia con presencialidad híbrida

Este verano fue un punto de inflexión para adaptar las instalaciones de U-tad al contexto de pandemia a causa de la Covid-19. “Todo para permitir esa bimodalidad: presencial y telepresencial, para aquellos alumnos con condicionantes médicos o económicos para que puedan asistir de manera telepresencial a las clases. Hemos ampliado la distancia a dos metros. La rotación máxima de alumnos es de un 20%”, desarrolla el director académico.

Más allá de las herramientas técnicas, como el uso del campus virtual Blackboard y su modelo Collaborate, Rodríguez destaca que la motivación en toda la comunidad educativa se haya mantenido. Los exámenes, “muy exigentes y estrictos”, se realizan bajo las directrices marcadas por el Ministerio de Educación y Formación Profesional.

Todos los alumnos que han participado en este reportaje están de acuerdo en que el campus virtual es clave para seguir los estudios con facilidad. Desde el pasado 11 de marzo se suspendió la presencialidad, que se volvió a retomar a la vuelta de las vacaciones de verano. Eso sí, en una modalidad híbrida.

“Consiste en que nosotros vamos a clase en horario diferente. Han dejado medias  horas de diferencia con otros grados para no cruzarnos con otros alumnos. Vamos de forma normal todas las semanas excepto tres o cuatro semanas cada cuatrimestre que tenemos que rotar, y entonces daríamos las clases desde casa. La universidad a través del campus provee todo lo necesario. También han ofrecido a quien quisiera dar el grado a distancia”, expone Héctor Lotero.

Uno de los alumnos que decidió volver a pisar las instalaciones fue Sevilla. “Yo voy y me siento muy seguro. Están todas las medidas necesarias, las aulas son suficientemente grandes como para que quepamos todos, o al menos casi todos según lo grande que sea la clase. Suficiente distancia de seguridad, mascarillas… creo que ha sido de las universidades menos afectadas por esto”.

Un futuro que llegó de golpe para toda la comunidad educativa del país. Si bien la U-tad ya tenía muchas de las herramientas que exigía este nuevo escenario, su director académico avisa que la idea del centro es “seguir creciendo”.

“Estamos evaluando y dentro de poco ya podremos anunciar las nuevas titulaciones en las que estamos trabajando. Serán en todas las áreas”, augura.

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