El pasado 10 de marzo, 13.000 estudiantes y 550 profesores de la Universidad Camilo José Cela (UCJC) se ‘mudaron’ a la enseñanza online. “Pudimos hacerlo porque teníamos los medios técnicos suficientes y, lo que es más importante, la mayoría de los profesores estaban preparados para asumir el reto”, explicaba ayer Emilio Lora-Tamayo, rector la UCJC durante el encuentro anual con medios de comunicación que organiza la Institución Educativa SEK, de la que forma parte la universidad.
La crisis del coronavirus coincidió con un momento importante para la UCJC. “Desde 2019 estábamos desarrollando el Plan Estratégico para los siguientes 4 años. Conseguimos aprobarlo y ponerlo en marcha durante la pandemia con 63 nuevas medidas”. Por otro lado, en la universidad intuyeron que la situación excepcional se alargaría. “En junio decidimos adelantar algunos proyectos contemplados en el propio Plan Estratégico llamados a innovar en un modelo de enseñanza más próximo a lo híbrido”, añadía Lora-Tamayo.
El personal investigador trabajó en verano para arrancar el curso con 12 titulaciones de grado bajo el nuevo modelo ETLM (Extended Teaching-Learning Model), que combina contenidos teóricos, multimedia, y donde es relativamente fácil pasar del formato online a lo presencial.
“Nuevas brechas se abrirán y otras se ampliarán en función del nivel socioeconómico y cultural de los alumnos”
Pero, si vamos más allá de medidas e instituciones concretas, ¿cómo afectará la pandemia a las estructuras y sistemas educativos? Francisco López Rupérez, director de la Cátedra de Políticas Educativas de la UCJC, hablaba de consenso internacional que da por seguras dos situaciones íntimamente relacionadas.
De una parte, el investigador cree que asistimos a la aceleración de un conjunto de transformaciones en políticas educativas pendientes de ponerse en marcha para atender a los desafíos de las sociedades avanzadas: cambio permanente y veloz, disrupción… “En Asia empezaron a hacer los deberes a comienzos del siglo XX. Al futuro se le ve venir. En un plazo de tiempo razonable es posible actuar proactivamente”, decía López Rupérez. Por el contrario, en otros países, más aletargados, la pandemia ha acelerado reformas.
El también director del Máster en Políticas y Gobernanza de los Sistemas Educativos de la UCJC se refería en segundo lugar al efecto centrifugador tras la irrupción del SARS-CoV-2. “Nuevas brechas se abrirán y otras se ampliarán en función del nivel socioeconómico y cultural de los alumnos. No es casual que en la cátedra pongamos el acento en la necesaria equidad del sistema. Abrazamos un humanismo trasversal ideológicamente. Las brechas requerirán políticas específicas”.
López Rupérez aboga por poner en marcha procesos de transformación de los sistemas educativos. “Si orientamos estas nuevas políticas hacia los más desfavorecidos, se generará un efecto compensatorio y el sistema en su conjunto se beneficiará. Las instituciones educativas y políticas tienen que responder; afinar metodologías y personalizar la atención al alumno. El enfoque por competencias no implica la reducción del nivel de exigencia intelectual en los currículos”.
Hacia una concepción distinta de la educación online
Para Joaquín Rodríguez, director de Tecnologías para el Aprendizaje de la Institución Educativa SEK, el aprendizaje ya es híbrido, y no hay vuelta atrás. “En la institución nos anticipamos con la creación de My SEK, espacios de aprendizaje personalizados con herramientas concebidas explícitamente para trabajar online”.
La pandemia ha sido un catalizador de estas y otras decisiones. “A nivel de infraestructuras, hemos llevado a cabo la instalación de complejos sistemas de audio y vídeo en los colegios y en la UCJC”. Herramientas de realidad virtual y aumentada, videojuegos, vídeos 360, simuladores… “Se trata de que los alumnos puedan reproducir procesos de manera natural en una nueva concepción del aprendizaje online”, afirmaba Rodríguez.
Además de constatar que son una comunidad de aprendizaje “y que nos necesitamos unos a otros”, Joaquín Rodríguez cree que lo vivido en estos meses sirve para modificar la idea de que el conocimiento “es una cosa mostrenca “que se adquiere una vez y para siempre. “Tenemos que apostar por aprendizajes significativos, con un objeto, y renovar lo aprendido de manera continuada. Estamos sometidos a una permanente renovación”.
A las conocidas como softskills con las que hacer frente a los imperativos de la cuarta revolución industrial, Joaquín Rodríguez suma determinados valores trasversales, independientes de la titulación. “La tecnología trabaja para modelizar esos nuevos indicadores y mide hasta qué punto somos capaces de cumplirlos”.
El director de Tecnologías para el Aprendizaje de la Institución Educativa SEK, recordaba el papel de responsabilidad cívica que juga la organización. Tras ser distinguida con el sello B CORP, que reconoce el propósito social de la institución, Rodríguez admitía sentirse orgulloso de la labor que llevan a cabo formando a profesores en entornos vulnerables. “La tecnología y la pedagogía deben mantener una relación virtuosa”, concluía Rodríguez.