La Universidad Complutense de Madrid (UCM) lidera un equipo internacional que ha desarrollado un modelo capaz de monitorizar y predecir la entrada a España de vectores arrastrados por el viento (como por ejemplo mosquitos), principalmente desde el norte de África. Para ello esta herramienta, de la que se ha hecho eco la revista PLOS ONE, se vale de datos climatológicos y biológicos y cuenta con una aproximación espacial y temporal que le permite observar si en un día específico una corriente de viento puede desplazar a un territorio específico los vectores de otro.
Según los investigadores se trata de un logro “de gran importancia” ya que muchos brotes de enfermedades en el ganado tienen como origen la entrada de vectores infecciosos arrastrados por el viento de unos continentes a otros. De ahí que una de las principales tareas pendientes de la salud animal pasa por la detección temprana de este tipo de fenómenos ya que “ayudaría a los servicios epidemiológicos a tomar medidas más efectivas, y que produzcan menores pérdidas, para su control y erradicación”, ha afirmado Eduardo Fernández Carrión, uno de los autores del estudio.
Para ello, “el modelo desarrollado en esta investigación cuenta con actualizaciones casi a tiempo real, manteniendo así siempre un sistema de alertas para que, cuando una región infectada por un virus es atravesada por una fuerte corriente de vientos, seamos informados casi al momento de la probabilidad de que un vector infectado pueda ser transportado hasta una zona libre de infección”, ha incidido Fernández Carrión. Además, este nuevo sistema permitiría hacer simulaciones basadas en predicciones climatológicas de hasta siete días, mejorando así el control de este tipo de enfermedades.
SIMULAR EL MOVIMIENTO
Este nuevo sistema permite simular el movimiento de pequeños insectos que pueden ser arrastrados por el viento. Esto supone “una ventaja muy grande”, permitiría realizar informes de seguimiento “de todas las enfermedades que estos vectores pueden transmitir, como peste equina africana, fiebre del Nilo Occidental, fiebre del Valle del Rift”, ha destacado Fernández Carrión.
En un primer momento se mide la presencia de estos insectos en el aire de la región de origen. Después, y teniendo en cuenta la dirección e intensidad del viento en cada punto, se realiza una estimación de cuál sería el movimiento del insecto, hacia dónde iría y cuánta distancia recorrería. Todo ello permitiría, ha concluido este investigador, “conocer el riesgo a tiempo real de la introducción de dicha enfermedad, posibilitando una vigilancia activa más eficiente, una menor dispersión por el país y una mayor facilidad para erradicarla”.