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La pandemia del COVID-19 podría tener consecuencias fatales para millones de niños y niñas. Con los servicios de salud desbordados en muchos países, los pequeños han visto interrumpidos los habituales programas de vacunación, así como el resto de tratamientos contra enfermedades como la malaria o la diarrea. Así lo advertía Blanca Carazo, responsable de programas internaciones de UNICEF España durante el ‘Primer Encuentro Internacional sobre COVID-19’, organizado en el Hospital Enfermera Isabel Zendal bajo el lema ‘Mejores Prácticas’.

En el terreno educativo, el cierre de las escuelas dejó en casa a 1.300 millones de niños y niñas de todo el mundo. “En muchos lugares, la única alternativa educativa es presencial. Es más, 370 millones de niños hacen su única comida completa del día en el colegio”, apuntaba Carazo. 168 millones de niños siguen sin volver a clase, sobre todo en América Latina. Desde UNICEF estiman que 24 millones no regresará nunca, con lo que ello implica en pérdida de oportunidades.

“Más de un año después del inicio de la pandemia vemos un retroceso en los objetivos de casi todos los indicadores claves para la infancia. La pobreza infantil se ha disparado hasta un 15 % en los países en desarrollo, y sube la mortalidad infantil y materna en los partos”, detallaba Blanca Carazo. La responsable de UNICEF añadía que la desnutrición aguda en niños menores de 5 años ha crecido entre 6 y 7 millones. La causa está en la reducción en un 40 % de los servicios de nutrición para niños, niñas y mujeres. “Han perdido otras protecciones -trabajadores sociales, la propia escuela- y ahora están más expuestos al trabajo y al matrimonio infantil o a la violencia sexual y de género”.

Paliar déficits

En UNICEF se han puesto manos a la obra para mitigar el daño. “Esta es una crisis de derechos de infancia que pone en riesgo los avances de los últimos años”, aseguraba Blanca Carazo. “Hemos respondido manteniendo nuestros programas sobre todo en estos países, en materia de salud, nutrición, protección, saneamiento o agua” (un 40 % de la población mundial tiene dificultades para lavarse las manos con asiduidad). De forma directa, desde que comenzara la expansión del SARS-CoV-2, enviaron EPIs, jeringuillas, mascarillas, jabón, respiradores, equipos, medicamentos… “Lo seguimos haciendo, sobre todo en India”.

Las circunstancias han llevado a la organización humanitaria a aguzar el ingenio con innovación y creatividad. Es así como han conseguido, por ejemplo, difundir contenidos educativos a través de la radio.

Vacunación equitativa

Uno de los pilares para que los más pequeños crezcan sanos reside en calendarios vacunales completos y bien organizados. 228 millones de personas, sobre todo niños y niñas, pueden sufrir enfermedades prevenibles debido a que se están interrumpiendo los programas de inmunización.

En el caso del COVID-19, UNICEF reclama que la vacunación global sea equitativa, sin dejar atrás a los que tienen menos recursos. Su experiencia previa -es la organización que más vacunas distribuye en el mundo- hace que coordine el envío de dosis dentro de la alianza COVAX. Además de la pura logística, UNICEF ‘prepara’ a los países para el efectivo despliegue de las campañas de vacunación. “Aseguramos el suministro eléctrico o solar en centros de salud, la dotación de frigoríficos para conservar las vacunas, capacitamos y formamos al personal médico y distribuimos información veraz entre la población”, enumeraba Blanca Carazo.

El programa COVAX exige a los países un plan de vacunación para hacerle llegar las dosis. “Es en este punto donde se revelan las muchas deficiencias de los sistemas de salud. Apoyamos a los ministerios a elaborar planes realistas y ejecutables a corto plazo en función de las circunstancias de cada país”, señalaba. “Nadie estará a salvo hasta que lo estemos todos. Junto a la inequidad en la lucha contra el COVID-19, el otro gran riesgo al que nos enfrentamos es la reducción en los presupuestos y los recursos destinados a la infancia, así como la ayuda al desarrollo”.

En el lado opuesto, Blanca Carazo invitaba a aprovechar las oportunidades que surgirán a raíz de la aplicación de medidas ligadas a la pandemia, pero con visos de perdurar a futuro. Los sistemas de salud de estos países pueden salir fortalecidos tras la experiencia de llevar a buen puerto la vacunación masiva; mejor equipados y más organizados. Es momento también para ampliar la conectividad de la educación y desarrollar alternativas sólidas. “Tenemos que reimaginar y construir un mundo donde niños y niñas puedan crecer sanos y protegidos, al margen de donde hayan nacido y de los recursos de su familia”, concluía la integrante de UNICEF.  

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