MÁLAGA. Que España acabe siendo un país emprendedor no solo dependerá de sus empresas y del impulso a las startups. En gran medida, la evolución de la universidad jugará un papel fundamental. De hecho, uno de los objetivos de España Nación Emprendedora es promover ecosistemas de emprendimiento conectados a nivel nacional a través de los parques científicos y tecnológicos presentes por toda España. Durante el Foro Transfiere, celebrado en Fycma (Málaga), se ha abordado la denominada ‘tercera misión’ de la universidad, que consiste en una forma más amplia de entender el I+D+i, impulsar el desarrollo y promover la transmisión fuera del ámbito universitario. O dicho de otra forma: alcanzar la universidad emprendedora.
El camino no está siendo fácil, a pesar de que los cimientos han comenzado a ponerse, como demuestran iniciativas mostradas también durante el evento como APTENISA, que busca facilitar la creación de nuevas empresas de base tecnológica y reducir las trabas a las que se enfrentan durante su crecimiento. Los tres días de Transfiere han dejado claro que empresas, Estado, universidad y sociedad deben ir de la mano para alcanzar el progreso.
«Estamos descifrando todavía qué es una universidad emprendedora», reconoce Rafael Ventura, vicerrector de Emprendimiento e Innovación Social de la Universidad de Málaga. «Es un concepto reciente», aclara el responsable, que sí que se atreve a aventurar cuál debe ser el objetivo que debe unirlo. «La universidad emprendedora es aquella capaz de comercializar los resultados de una investigación, no solo a nivel económico. Esto significa transferir el conocimiento a empresas y gobiernos para que la sociedad se beneficie de ellos».
La clave para que esto suceda pasa, en gran parte, por la unión de estudiantes y startups. ¿Pero qué rol específico deben asumir las universidades? «Debemos aportar valor a través de la docencia tradicional, y para eso los programas de estudios tienen que evolucionar: la forma de enseñar, fomentar la cultura de la innovación, descubrir cómo interpretan los estudiantes la universidad… En definitiva, no es el qué hacer sino cómo hacerlo», reflexiona Ventura.
La universidad emprendedora es una universidad más abierta. De hecho, este templo del conocimiento aspira a convertirse a lo largo de esta década como un ecosistema de servicios. Es decir, generar un clima no solo de aprendizaje, sino de futuro laboral y que el talento universitario no quede en papel mojado. «La universidad española no se convertirá en emprendedora de un año para otro. Es importante ir generando procesos internos para lograrlo, incluso en la relación del propio campus con el resto de su ubicación», sostiene Carlos Blanco, vicegerente de Investigación y Transferencia de la Universidad Carlos III de Madrid.
El caso de esta universidad es un ejemplo de ello. En diciembre de 2021 se alzó con la acreditación dual ACEEU en las categorías de ‘Universidad Emprendedora’ y ‘Universidad Comprometida’, que otorga el Accreditation Council for Entrepreneurial and Engaged Universities (ACEEU, en sus siglas en inglés). Fue la primera universidad de España y Europa en conseguirla y la segunda del mundo después de la Universidad de Adelaida (Australia). El mismo título ha acabado ostentando la Universidad de Málaga posteriormente. «La certificación nos ha alineado en un objetivo común. Incluso nuestra ubicación, en un polígono industrial, acabó jugando a nuestro favor», apunta Blanco.
El papel de los parques científicos
Cada año se demuestra más que aquellas universidades con parques científicos son más proclives a generar talento tecnológico y a exportar sus soluciones a la sociedad a través de spin-offs. «Son fundamentales para fomentar el emprendimiento», asegura Manel Arrufat, Entrepreneurship & Innovation Manager de la Universidad Politécnica de Cataluña, que define a estos parques como «el espacio donde canalizar los resultados de los proyectos.
La Universidad Politécnica de Cataluña lleva años apostando por un círculo virtuoso formado por cuatro actores: empresas, programas específicos de innovación, expertos e inversores. «La incubación y el emprendimiento deben caminar juntos, al igual que la universidad y la empresa. El ecosistema emprendedor dentro de las universidades tiene su raíz en los parques científicos», opina Arrufat.
Talento, tecnología y financiación
Estos son los tres elementos fundamentales que debe tener una universidad emprendedora para Josep Miquel Piqué, presidente ejecutivo de La Salle Technova Barcelona. «Tanta tecnología es compleja de absorber. Hay un auténtico tsunami en España, por eso la universidad tiene que asumir el papel de liderazgo y apostar con inteligencia por las mejores tecnologías, también a la hora de financiarlas», reflexiona Piqué.
La cultura emprendedora es la base de la nueva educación, según la visión del responsable. «La educación en emprendimiento no es una opción. Es el momento de mezclarse y resolver retos», asegura. Muy próximo a las tesis del experto australiano Martin Bliemel, que visualiza cómo las universidades empresariales han pasado de centrarse en la comercialización de la propiedad intelectual a contribuir al bien social a través de la educación y el desarrollo de capacidades, Piqué opina que la universidad emprendedora más que en definiciones se basa en una cadena: detectar un problema, pensar una solución, hacerla posible y llevarla al mercado. «Siguiendo esta fórmula, España será un país innovador desde la educación».